XII: Impertinencia
~J~
Los golpes en mi
pecho me despertaron por completo.
Kate se aferraba a mí,
abriendo y cerrando la boca como pez fuera del agua. Se notaba completamente
desesperada, no era capaz de articular palabra; cada vez que intentaba hablar
apretaba los párpados y se retorcía.
Puse los ojos como
platos y miré su cuerpo inerte, en su cuello aparecían las marcas de una soga.
Una de sus víctimas se había suicidado.
La tomé en brazos
como un infante y me elevé de inmediato, ella se aferraba a mi cuello aun
retorciéndose.
―Ja…Ja…Jack…― moduló
con dificultad.
―Shh… Falta poco,
Kate…―farfullé intentando mantener la calma…
…pero era inútil,
ella se ahogaba en mis brazos. No podía hacer nada, era por mi culpa, debía ir
más rápido. Mis aleteos se volvían desesperados.
Esto
es mi culpa, esto es mi culpa, esto es mi culpa…
La apreté más a mi
pecho, intentando calmarla, resguardarla entre mis brazos. Ambos estábamos
bañados en sudor, no podía con la desesperación ¿Qué había ocurrido? No lo
sabía. Pero ahora ella estaba muriendo lentamente y no podía hacer nada.
Quizá sólo me tomó
unos minutos llegar al cementerio. Pero con Kate agonizando en mis brazos y la desesperación
envenenando mi mente, esos instantes me parecieron horas devastadoras.
Una vez que toqué
tierra mis rodillas flaquearon. Ella comenzó a toser luego de una gran
inspiración, rodó sobre mí y se acercó un poco más a los límites del
cementerio, gateando desesperada, en cuanto tocó el césped tosió y jadeó sin
parar hasta que su respiración comenzó a normalizarse.
Yo también jadeaba,
me senté en el suelo totalmente, apoyando los codos en las rodillas y bajando
la cabeza al pecho. Estaba mareado, mi cabeza no dejaba de dar vueltas y el agotamiento repercutió en mis músculos.
Mi corazón amenazaba con salírseme del pecho.
―Jack…―susurró
Caithlyn con voz trémula.
Al alzar el rostro vi
el suyo devastado. Sus ojos estaban enrojecidos por completo y lágrimas
manchaban sus mejillas, a pesar de ser un alma, el dolor era tan marcado que
incluso se había reflejado en su piel, su cuello estaba ensombrecido por el
collar invisible de la soga y los rasguños que ella misma se había hecho
intentando respirar. Incluso ahora le
costaba respirar un poco. Su cuerpo no paraba de temblar mientras estaba de
rodillas frente a mí.
Mi boca se movió
sola.
―Kate…Kate…lo
lamento…no, no sentí…no creas que…
Negó con la cabeza e
hizo una mueca de dolor, sus heridas tardaban en sanarse. Me sostuve el puente
de la nariz con mi mano. Esto estaba mal, muy mal. Y yo comenzaba a sentirme
peor.
―Jack ¿Puedes determinar
a qué hora murió, Isabella?
Puse los ojos como
platos y le dirigí la mirada nuevamente.
Incluso sabía quién era. Desvié la
mirada.
―Kate…yo…lo siento.
Te juro que…
Cerró los ojos
interrumpiéndome.
―Jack, sólo necesito
la hora. Por favor.
―A las 9 de ayer en
la tarde― respondí― 24 horas antes de
que lo sintieras.
―Entiendo…―murmuró.
La observé por unos
instantes, dudoso, ¿A caso ella había detectado algo? ¿Habría sentido algún
tipo de ahogo antes? Le transmití por la
línea del pensamiento mi preocupación (¿mi preocupación?).
― ¿Ah? ― murmuró― No,
no es nada…estoy bien, es sólo que pensé…―frunció el ceño― No tuviste nada que
ver con el sueño que tuve ¿Cierto?
Ladeé el rostro
¿Sueño?
―N…no…―comencé a
responder.
Suspiró.
―Entiendo, Jack―
intentó hacer una sonrisa, pero sus esfuerzos fueron en vano― ¿Tú? ¿Estás bien?
― se acercó a mí.
Bajé la mirada un
segundo y asentí.
― ¿Seguro? ― murmuró
y acercó una mano a mi frente…
…Al sentir el roce de
sus dedos en mi piel ambos dimos un escalofrío. Ella bajó la mano de inmediato,
yo me mantuve con los ojos como platos, extrañado.
―Lo lamento…fue un
reflejo― susurró y bajó la mirada. ―Vamos, debemos acercarnos a la tumba al
menos… Luego iniciaremos la jornada de esta noche.
Asentí con seriedad. Me levanté y la ayudé con
dificultad a sostenerse en pie. En todo el rato, ninguno de los dos había
dejado de temblar. Una vez de pie ambos
caminamos sin musitar palabra alguna, completamente distantes. Incluso yo
observaba su espalda a un palmo de distancia, no podía dejar de hacerlo. Quería
asegurarme de que estaba bien, por
completo. No podríamos seguir la jornada nocturna si ella flaqueaba por
alguna secuela.
Cuando se detuvo.
En los límites de
aquél cementerio, demasiado cerca, a decir verdad, había un pequeño parque para
niños. Las voces de una familia reunida hacían eco en el silencio de la noche,
no era muy tarde, por lo que no era extraño escuchar ese tipo de voces
quebrando la paz nocturna.
Lo extraño fue que
los hombros de mi contratista comenzaron a vibrar en tanto una pequeña comenzó
a cantar mientras su madre aplaudía y felicitaba con alegría. Fruncí el ceño,
quizás Caithlyn había visto, o sentido, otra cosa. Miré hacia los lados, pero
no noté nada extraño.
En cuanto le dirigí
la mirada nuevamente había desaparecido.
Comencé a correr en
la oscuridad, hasta que por fin logré alcanzarla y la sujeté por el brazo.
― ¡Eh! ¿Qué pasa,
Contratista? ―exhalé.
―Nada…Nada…―dijo con
voz ahogada, apoyando una mano en mi pecho y la otra en su frente. Cerró la
tela de mi camisa en un puño mientras temblaba con violencia. ―Estoy bien…estoy
bien…
La sujeté por el codo
en cuanto hizo ademanes de separarse de mí.
Verla tan frágil me
hacía sentir un extraño dolor en el pecho. Su miedo era como refuerzo para mi
extenuado cuerpo, pero su sufrimiento amenazaba con partirme en dos ¿Qué me
estaba pasando?
La acerqué un poco
más a mí, ella no intentó zafarse, estaba demasiado aterrada como para hacerlo,
coloqué mi otra mano sobre su hombro y recorrí su cuello despacio. Los rasguños
aún no sanaban, las ranuras emitían un líquido
brillante, casi parecido al nácar o la nieve, apreté suavemente y el
líquido brotó con levedad, emitía un olor fantástico, un olor rehabilitador, el
olor de la Vitalidad de su alma humana.
Mi mente se cegó por
completo, solté su codo para apoyar mi mano en su mejilla. Y acerqué mi rostro
al de ella, su expresión era soñolienta y aletargada, miraba mis labios con el
ceño fruncido, mientras que yo era incapaz
de apartar la mirada de su cuello. Dejó caer su cabeza mi mano, yo me incliné
un poco más, aspirando el olor de su cuello sangrante…
~K~
La respiración de Jack cada vez era más cercana. Lo
sentía y mi cuerpo vibraba ante su contacto, sus manos en mi cuerpo me hacían
sentir una calidez inverosímil.
Todo
está bien…todo está bien…Jack no me hará nada malo, Jack no me haría daño…
Drogada por su
presencia, mis pensamientos se volvían burdos y repetitivos. Su respiración en
mi cuello hacía que mi corazón estallara, su rostro tan cercano, ese olor dulce
que su piel despedía, poco a poco, su aliento me rozaba y erizaba la piel…
Su aliento…
Su boca…
¿En mi cuello?
~J~
El fuerte golpe en la cara casi me hace caer al suelo.
El dolor se acrecentó de una manera realmente horrible,
mi cabeza comenzó a emitir un pitido aturdidor que me hizo molestar
inevitablemente.
― ¡Maldita, loca! ― rugí― ¡Y luego preguntas por qué dudo
de ti! ¡DEMONIOS!
― ¡Jack! ― gritó a
su vez como si hubiese despertado de un sueño― ¡Lo lamento! ¡Fue un reflejo!
― ¡¿ES QUE SIEMPRE TIENE QUE SER UN REFLEJO, CAITHLYN?!
¡DEMONIOS! ¡DEMONIOS! ¡LA CABEZA ME VA A ESTALLAR!
― ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Yo…! Espera… ¡¿POR QUÉ MIERDAS
ME ESTOY DISCULPANDO CONTIGO?! ¡DEMONIO IMBÉCIL! ¡¿QUÉ INTENTABAS HACER?!
― ¡¿Cómo que que…?¡
Me congelé. ¿Qué demonios estaba haciendo hace un momento?
―No…no lo sé, Kate― confesé― No…no se…
Alzó una ceja.
― ¿Eh? ―suspiró
frunciendo el ceño y negando con la cabeza― ¿Sabes qué? Olvídalo. ―Se colocó
las manos en la cabeza y las bajó rápidamente con las palmas abiertas.
Frustrada― No sé qué acaba de pasar, ni me interesa. Sólo vamos a ver a la
muerta y luego a casa.
―Pe…
―No― abrió los ojos y me señaló con la palma de lado. Su
tono de frustración llegaba a niveles neuróticos― No me discutas. Después de
aquí nos vamos a casa. Yo me estoy volviendo loca. Tú estás perdiendo los
cabales. Ninguno de los dos estamos bien
y debes aceptarlo.
Abrí la boca. Pero no encontré argumentos contra su
lógica. Al contrario, comencé a reírme como el propio imbécil ¿Por qué? Pues
porque había llegado al borde del patetismo, ya no podía controlar absolutamente nada y no encontraba forma de
evitarlo.
―Ay por…― se censuró rápidamente― ¿Ahora de qué demonios
te ríes? ―suspiró.
―Ni idea― mentí― Ni
idea… ― estallé en risas nuevamente cuando me di cuenta de otra cosa― ¡Se te ha
salido el acento latino, Contratista! ¡Mira que si lo tenías bien escondido!
Ahora ella sofocó una
risa.
―Cállate imbécil. ―
refunfuñó― Vamos, antes de que comiences a bailar o algo parecido…
Suspiré y la seguí
sin alejarme demasiado.
Una vez que llegamos
a la tumba, Kate se agachó y recorrió el terreno recién apilado con sus manos
desnudas, totalmente muda y pensativa. Las despedidas hacia sus víctimas
siempre eran extrañas y dolorosas, como si estuviera despidiendo una parte de
ella siempre que anunciaba algún funeral. Quizás, ella sólo estaba decepcionada
por no tener esa muerte en sus manos, pero, para mí, quizás culpaba a aquellos
fantasmas de algo mucho más profundo…
―No pensaba que me darías tantos problemas, Isabella…―murmuró.
Se levantó y pasó un brazo alrededor de mi cuello, por
instinto recorrí su cintura con un brazo y cogí sus piernas con el otro. Era
una acción cotidiana, pero esa noche me hizo dar un extraño escalofrío.
―Jack…―susurró, su aliento en mi cuello me hizo acelerar
el corazón ¿Qué me estaba pasando? ― ¿Qué pasó hoy?
Fruncí el ceño y alcé vuelo, pude adivinar qué estaba
pensando: esta era la primera vez que no sentía una muerte.
―No lo sé, Pequeña Contratista. No lo sé…