22 may 2012

Muñeca



  Para escuchar mientras leen: Carta a un Ciego- Porcelana

Soy una muñeca.
Mis cabellos son hebras de nailon coloreados de falsa tintura dorada hendidos en la profundidad de mi cabeza de plástico suave, mi cuerpo no es más que una masa hueca compuesta de articulaciones vanas, que le otorgan movilidad pobre a mis extremidades haladas por hilos huérfanos que yacen a mi alrededor…hilos que antes se elevaban gracias a tus manos.
Mi cuerpo, cubierto parcialmente por un vestido añejado,  ha sido abandonado a la suerte que tu dispusiste, en mi esquina solitaria te continúo esperando, continúo esperando a que me devuelvas mi pequeño corazón…
Sí, mi cuerpo no  siempre estuvo tan vacío como ahora, ese agujero en mi pequeño pecho de plástico no estuvo siempre allí. Antaño, un pequeño corazón, podría ser de plástico o madera…no lo sé, se encontraba ocupando un lugar dentro del agujero de mi existencia, un pequeño corazón que, si bien no latía, prestaba calor a mi existencia vacía…
Lágrimas de aceite mugriento recorren mi ojo solitario, porque no bastaba con mi corazón, uno de mis ojos también te lo has llevado, al igual que una de mis manos… “repuestos” los has llamado ¿Eso soy para ti? ¿Acaso sólo una fuente de reparos corporales? Si es así…no me importa.
Yo estoy aquí para ti. 
Soy una muñeca, me creaste para ser manejada a tu antojo, me diste la vida que tanto necesitaba, me diste el corazón y la alegría que esperaba. Era sólo una entre muchas, una cabeza vacía con una sonrisa eterna en facciones vacías, calva, como un pequeño feto en formación, sólo mis ojos aferrados a las cuencas gigantescas que le servían de refugio…me sonreíste y me acogiste, me diste cuerpo, corazón y alma, me vestiste, cosiste mi cabello, me peinaste…me sonreíste…me sonreíste…me sonreíste…
Te sonreí.
Te observé desde aquél estante  tan  preciado para ti, recuerdo cómo no dejabas que nadie a parte de ti me tocara, recuerdo tus dedos, recuerdo tu calidez, recuerdo tus manos rozando mi piel, lavándome, acariciándome, cuidándome…recuerdo cada conversación entre tus ojos y los míos, recuerdo tus lágrimas de gozo, de desesperación y tristeza. Recuerdo esas historias que me hacías interpretar, recuerdo  los movimientos que me hacías adoptar,  las  risas de los infantes mientras proclamabas en medio de la cruenta ola de aplausos que yo era “tu princesa”.
Adoro ser tu princesa.
Pero detesto que me llames princesa, cuando el príncipe con el que me obligas a estar está tan lejos de ser como tú. Ese ser es igual a mí, frío y distante, con una sonrisa eterna, con un corazón falso, con una existencia tan vacía como la mía, no quiero ser princesa del príncipe de un reino mortuorio.   Quiero ser la princesa de tu reino, del reino de la vida, las risas y los sentimientos incontrolados…quiero ser la princesa del paraíso de tus manos.
Mas sigo siendo una muñeca, y las muñecas como yo no duran lo suficiente para personas como tú, me he roto el vestido en uno de los bailes.  Noto tu distanciamiento, tu descuido, tu desinterés…ya no me tomas como antes, ya no me acaricias como antes, ya no me limpias como antes… ¿Acaso soy tan especial que temes dañar más de lo poco que has hecho? ¡Tonto! Adoro que me tomes, que juegues, ¡no importan los daños!
Soy feliz mientras siga siendo tu muñeca, sonrío con mas ahínco, pero mis articulaciones comienzan a deteriorarse, tus jalones son bruscos, tus suspiros proliferan, tu ceño se frunce con intensidad. La realidad me golpea fuertemente en cuanto me dejas caer, frustrado, durante las prácticas…el golpe no me afecta, soy una muñeca. Nada me afecta…soy una muñeca, pero el impacto me derrumba por completo  acaso… ¿Te has cansado de mí?
El miedo me mantiene rígida, mi cuerpo evita a toda costa “trabarse”  pero he envejecido, un año bajo tus cuidados no han sido suficientes, me he entorpecido, no quieres ya encargarte de mi. El aceite que me aplicas es muy costoso te escucho decir, pierdes tiempo, te escucho decir,  necesitas atender a tus demás…princesas. Me pides comprensión…yo sonrío. Lo mejor es que me abandones…pienso, aunque sé que no puedes escucharme, sé que no quieres escucharme, el silencio ya no es lenguaje para nosotros.
Ya nuestros ojos no transmiten información alguna.
Me dejas en el estante durante un tiempo, te observo bailar frente a mi, mi sonrisa eterna se mantiene. Ya no me tomas en tus brazos, ya no te acercas hacia mi, ya no me miras…a menos que me incline hacia un lado por el peso del polvo en mis costados, es entonces cuando me miras con fastidio, me acomodas y me limpias con brusquedad. 
No me importan tus maltratos, soy una muñeca, puedes hacer conmigo lo que te plazca. El polvo me nubla la vista en ocasiones, el nylon de mi cabello se debilita, el color de mis mejillas se oscurece, pero nada de eso me importa. Soy una muñeca, y sigo teniendo el privilegio de verte de vez en cuando...
Mi ser estalla cuando me tomas nuevamente con tus cálidas manos.
Soy una muñeca, una muñeca que será tratada nuevamente como una muñeca. Mi existencia vacía vibra ante la expectativa de volver a librar batallas, a reinar con príncipes falsos, acompañarte en tus cruzadas, esperar la sonrisa de los retoños, a esperar tus sonrisas, tus lágrimas y tus caricias. ¡Volveré a ser tu princesa!
Mi cuerpo se inclina decepcionado, al encontrarme con una nueva esquina.
¡Me has abandonado! Pero no importa, soy una muñeca, estaré aquí cuando me necesites. De   lejos veo como colocas a una nueva invitada en mi lugar ¿Es acaso tu nueva princesa? Sonrío, lo he aceptado, yo solo soy una muñeca…no importo para nadie. Mi tristeza es una cruel mentira, mi desesperación es una falacia y el dolor que siento no es más que una tortuosa ilusión.
Mi vestido se corroe, las polillas lo carcomen, mechones de mi cabello se despegan…mi corazón ¿Qué le sucede?
Tu rostro aparece frente a mi…yo sonrío ¡has vuelto! En mi interior salto de alegría, tus  lágrimas de tristeza claman mi consuelo, te observo y te escucho, la compresión de hacía siglos se cuela a través de nuestros ojos, agradezco tu compañía, más tu no me restauras. Me hablas me recuerdas el amor que me tienes, pero no me tocas. No me acaricias…no me tocas…no me tocas…
Soy una muñeca, no puedo moverme…necesito tus cuidados. Pero tu ya no lo haces, no como antes, observas mi podredumbre, mi desdicha, mi vergüenza, pero tus ojos están ciegos a todo, no quieres tocarme, no quieres ayudarme…lo entiendo, soy una muñeca asquerosa.
Yo sonrío.
Soy una muñeca, espero el momento en que vuelvan a mover mis manos y mis piernas. Mas tu sólo mueves las piernas de tu otra princesa, tu solo tocas y cuidas a tu otra princesa, ella también te permite jugar con tus demás princesas, respetar a los príncipes y cuidar de las novicias. Las risas de los niños se  vuelven estridentes, eres el mejor, lo sé…compartes tus alegrías conmigo, mientras yo sigo ahí oculta, fingiendo alegría ante mi patético estado mugriento.
Yo sonrío, cuando dices que a tu princesa le ha ocurrido un accidente. Yo sonrío, cuando me tomas en tus cálidas manos nuevamente. Yo sonrío cuando el mítico pañuelo limpia la mitad de mi rostro de plástico viejo. Yo sonrío cuando tus dedos se posan sobre uno de mis ojos. Yo sonrío cuando los hundes dentro de la cuenca endurecida por la suciedad. Yo sonrío, cuando romper mi piel falsa sin cuidado, sacando mi gran ojo de plástico de su pequeño nido…de su refugio. Yo aún sonrío, cuando al abandonarme, desgarras la mitad de mi vestido. Yo sonrío, cuando le das vida a tu nueva princesa…con tan preciado objeto que proviene de mi cabeza mutilada.
Soy una muñeca, esto no me afecta. Soy de plástico, estoy vacía, tú lo sabes y yo lo sé. No importa cuánto quiera vivir, jamás estaré viva, no importa cuánto te quiera jamás estaré viva. No importa cuánto duela…jamás estaré viva.
Tu torpeza le ha costado la mano a tu nueva princesa.
Me alegra verte y serte útil, me contenta saber que me tomas en cuenta. Me alegra ese breve momento al estar en tus cálidas manos, tus dedos torpes me despojan de mis extremidades, mi cuerpo se rompe…pero lo irónico es que las partes que has quitado permanecen intactas ¿Te agrada acaso jugar conmigo? Si es así ¡Puedes seguir haciéndolo! Yo soy una muñeca, me creaste para el juego…
¿Jugarás conmigo un poco más? Dices que a tu princesa le falta equilibrio…dices que a tu princesa le falta algo de peso…dices que a tu princesa…le hace falta un corazón ¿Tomarás el mío? No me importa, ahora tus manos me toman con delicadeza, no puedes dañarlo, estoy por más tiempo que el acostumbrado, la última vez, cuando arrancaste la mitad de mis cabellos, sólo me mantuviste entre tu calor por breves minutos, ahora cortas con delicadeza mi pecho a sangre fría, el círculo que marcas dobla el plástico, aprovechas mi vestido destrozado para abrirte camino, culminas tu labor y sacas mi  pequeño corazón. En tus manos tan frágil, como cuando lo colocaste…con cuidado lo lavas…la suciedad acumulada en mi interior hace que tus manos se llenen de aceite pegajoso…tu rostro refleja repulsión al verme. Pero al introducir aquella parte de mi cuerpo, intacta en la de tu princesa…la expresión de tu rostro hace que…
…De mi ojo huérfano en mi cabeza de plástico emane el aceite mugriento que corrompe mi interior. Yazco en mi esquina polvorienta, donde las arañas bailan y hacen sus casas, donde te espero dentro de un dolor intenso, dentro de una desesperación vacía, dentro de un ser minúsculo al que has olvidado…dentro de un ser minúsculo que en realidad jamás te importó ¿Por qué me llamabas princesa? ¿Por qué me diste un corazón? Si poco a poco ibas a vaciar mi existencia, ya de por sí desolada entonces no le hubieses dado esperanzas a esta pequeña muñeca que extraña tus manos…que extraña tu rostro…que extraña tus tristezas y sonrisas…que extraña tu ser entero…
Podría ser de aquellas que crecieron conmigo en aquél estante. Aquellas que no considerabas tan importantes…no…ninguna es importante, pero podría estar con aquellas a las que no tratabas de forma diferente ¿Por qué entonces me utilizaste?
Siento una tristeza imposible recorrer mi cuerpo, el frío de tu ausencia me corrompe, las lágrimas de aceite jamás parecen parar… ya no observo tu rostro, ya no veo más allá  de este cementerio de muñecas…de este mar de partes corporales esparcidas a mi alrededor…
 ¿Acaso ellas también fueron tus princesas?
Me dejo consumir, me he rendido…después de todo…Yo sólo soy una muñeca. 

No hay comentarios: