21 sept 2011

Obsesión: El Nacimiento de los seres de Sangre.


Nuestras miradas se encontraron una vez más.
Habíamos intercambiado una buena cantidad de besos antes de que por fin nuestros ojos volvieran a detallar nuestros rostros.
 Éramos uno solo.
¿O no era así?
Yo solo era una sombra reflejada en su pecho y él un dios omnipotente que me observaba como si su mundo girara a mi alrededor. Él era tan hermoso, yo no era nada sin él.
Éramos dos personas diferentes.
Unidas por pasiones distintas.
Nos separamos en un segundo, nuevamente, nos escondimos detrás de nuestras armas. Él su cámara de enorme lente y yo mi lienzo y carboncillos….
Él era perfecto, el modelo perfecto para retratar en todo sentido, su rostro anguloso, su nariz perfectamente perfilada, sus labios cincelados. Perfecto,  no había otra palabra con la cual podía definir al hombre frente a mí: sus pectorales, brazos, piernas, sexo…todo era de una proporción exacta…
¿Por qué entonces no podía retratarlo?
Por más que lo intentara, por más bocetos que delineaba, no podía plasmar en los cuadros esa perfección tan característica de su persona. Tan hermoso, tan perfecto, tan atípico…
No podía hacerlo, no podía por más que lo intentara. Pero entre más hondo era el agujero de mi fracaso, mayor era la motivación con la que intentaba salir de él. Tomé el lápiz con delicadeza, mi corazón latía con rapidez, tracé una línea en el lienzo…
…No estaba bien.
Con tan sólo tener esa línea en el fondo blanco, sabía que lo que siguiera intentando no iba a llegar a nada. Sólo era una línea, pero era una línea imperfecta, no quería bocetos imperfectos, ya tenía demasiados de ellos.
Ya tenía bosquejos de sus pies, sus manos, su torso… de todo. Pero sólo servían de guía para no equivocarme nuevamente, las sombras no estaban colocadas de la forma correcta, no tenía la vida suficiente, los vellos de sus cejas no tenían el número exacto, el lápiz no era lo suficientemente fino o el carboncillo no era lo suficientemente grueso.
No estaba bien. No lograba hacerlo bien.
Tomé el borrador, y desaparecí la débil línea del lienzo.
Comencé a desesperarme, frente a mí el lienzo en blanco y más allá su ceño fruncido.
 Entorné los ojos, podía detallar cada gota de sudor que recorría su piel blanca arena, que recorría su cuello fuerte y esbelto, y que resbalaba por su barba naciente. El color ceniza de sus cabellos, eso era lo que me encantaba de él, recorrí cerca de cien tiendas buscando la tonalidad perfecta para su cabello y aunque logré conseguirla, jamás había podido utilizarla.
Su rostro era algo difícil de bosquejar, era uno de sus atributos más cuidados y no podía darme el lujo de equivocarme, sobre todo con sus ojos gris azulado.
Eran grises, sin duda. Aunque todos dijeran lo contrario “son azules” “verdes”.
¡NO! ¡ERAN GRISES!               
Había pasado semanas observando esos ojos, a la luz del sol, del amanecer, del anochecer…y estaba segura del tono grisáceo que los identificaba.
Decidí comenzar entonces por sus ojos.
Tracé un círculo, luego otro, poco a poco le fui dando la forma alargada y redonda que los caracterizaba….Pero no, no eran reales…
Esos ojos eran falsos.
Todo en mi dibujo era falso, no era él, no lo era, jamás lo será.
Pero no por eso debía rendirme.
Tiré el lienzo y tomé otro. Comenzaba otra vez…
Mi corazón iba ascendiendo su ritmo, mi cuerpo se estremecía. Mis manos temblaban incontrolablemente mientras conseguía darle forma. Estaba emocionada, quizás lo conseguiría, era hermoso, sería hermoso, podría lograrlo, su cuello, su quijada, su pecho, todo estaba allí todo…
Gemí.
No era así, el lienzo no era del tamaño suficiente. No podía terminar sus piernas.
De hecho, ahora que lo detallaba, no estaba nada bien. Seguía sin ser real, las sombras no eran lo suficientemente oscuras, no podía sentir su cuerpo si no las hacía de la forma correcta. Decidí, a pesar de todo, no rendirme con ese boceto. Me levanté hacia donde él estaba, y toqué sus brazos y su cuello. El contacto era cálido y enternecedor, él no se movía, estaba limpiando el lente de la cámara…
…Regresé a mi lugar y pasé mis manos por el lienzo tal cual lo había hecho con él, intentando imitar la profundidad con el tacto. No sólo usaba la yema de los dedos, si no el dorso de la mano e incluso la punta de cada uña.
Alcé la vista, él tenía la lente apuntando hacia mí.
Lo ignoré, habían líneas sangrantes en sus brazos que no había detallado antes.
En mi dibujo no habían líneas rojas.
Tendría que hacerlas, tendría que comenzar de nuevo.
Tomé otro lienzo.
-.-..-.-.-.-.-…-.-.
Nuestras miradas se encontraron otra vez.
¿Es que acaso éramos uno solo?
No, no era así.
Yo solo era un plebeyo a la sombra de aquella reina.
Y ella era hermosa, la forma en que sus cabellos se mecían en el viento, como su sonrisa iluminaba todo cuando reía, la forma seductora y ondeante de su precioso cuerpo. La perfección de sus hombros, el ángulo preciso que describía su rostro, la ola sensual que pronunciaba su perfil.
Era hermosa, era mía y era perfecta.
¿Por qué no podía fotografiarla?
Cada vez que disparaba, me encontraba con una imitación penosa de lo que mis ojos detallaban. No importaba el ángulo en que me colocara, en cuanto la miraba era ella, hermosa, pero a través del lente todo cambiaba, la pequeña imagen en la cámara era distinta.
Había intentado de todos los ángulos posibles, había experimentado con todo tipo de iluminación.
Pero no podía conseguir que mi Reina quedara plasmada en las fotografías. Nada funcionaba, nada...
Quería poder tomarla cuando tenía esa expresión tan hermosa. ¡Esa! Cuando tenía el lienzo frente a ella, cuando pasaba sus manos temblorosas y ansiosas por el papel.
Todos dicen que esa expresión es extraña, que es atemorizante. Pero están equivocados…
¡NO LA HAN VISTO COMO YO! ¡NO HAN DETALLADO ESA BELLEZA A PROFUNDIDAD!
Mi lente se dirigía a ella una vez más, intentando captarla en ese momento. En el momento cuando vibrara de excitación….
Muchas veces la había capturado, pero el segundo en que me tomaba en apretar el disparador, su expresión cambiaba radicalmente. Tomando una escena diferente.
¡Yo quería esa!
Seguí intentándolo mil veces más. Era el lente, el lente no estaba lo suficientemente limpio, no tenía la graduación adecuada. No estaba bien, tenía que cambiarlo. Quité el lente y le apunté otra vez, sin haber disparado, me daba cuenta de que no era el lente correcto.
Lo cambié otra vez sin tomar la foto.
No estaba bien, algo faltaba, ¿Qué faltaba?
La detallé unos instantes, se había acostado en el suelo y seguía pasando sus manos por el boceto.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente; ¡Era la luz! ¡No había suficiente luz como para que la foto tomara la calidez necesaria! Me acerqué a ella, aún con la cámara en la cara. Sí, definitivamente, necesitaba más luz.
Tomé la lámpara y la coloqué cerca de su espalda.
Me preparé a tomar la foto, esta vez sí que era el ángulo correcto.  Disparé una y otra vez, tan rápido que no conseguía levantar el dedo totalmente.
Observé las fotos rápidamente. Lo había conseguido.
Estaba contento, la tenía ahora enmarcada. Mi corazón batía contra mis costillas y mi cuerpo soltó un estremecimiento de dicha y placer.
¡Demonios!.
No había captado su cuerpo completo, y ahora que lo  analizaba con profundidad. El tono de su espalda había cambiado, pasé las fotos rápidamente, cada vez estaba más roja.
No había fotografiado la espalda con esa tonalidad.
Tenía que tomar la foto otra vez hasta tener el tono correcto.
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Nuestras respiraciones se estaban agitando cada vez más. Inundando la habitación de resoplidos cansados…
Poco a poco, el sonido de la cámara y el de los lápices se detuvo.
Teníamos que comenzar todo otra vez. Teníamos que acercarnos y reconocer nuestros cuerpos otra vez para que nuestras pasiones pudieran tener el alimento necesario.
Éramos uno solo.
Un solo ente en un todo modificado, un solo corazón latiendo apresuradamente, una sola respiración agitada que rompía el silencio con aspereza.
.-.-.-.-
¿Por qué entonces no podía retratarlo?
-.-.-.-.-.
¿Por qué entonces no podía fotografiarla?
-.-.-.-.-.
¿Por qué era tan difícil plasmar lo visto en nuestros ojos, procesado en nuestro corazón y absorbido por nuestra alma?
¿Por qué no podíamos dejar que nuestras pasiones se unieran en una sola como nosotros?
Porque somos diferentes.
Porque todo es diferente.
.-.-.-.-.-
¿O quizás…?
.-.-.-.-.-
Eso se debe…
.-.-.-.-
¿…A que aún no éramos uno solo?
Teníamos que conseguirlo entonces, ser uno solo para que así nuestras pasiones reflejaran lo que nuestros ojos observaban…
Pero ¿Cómo podríamos lograr eso?
Lo pensamos unos instantes, hasta que vimos las marcas en nuestras pieles.
Debíamos ser uno el reflejo del otro, como si de un espejo se tratase, sentir el mismo dolor, sentir la misma pena. Para así ser mas allá de reyes o dioses, ser algo más que divinidades, ser un ser único, hermoso…
Ser  Perfectos.
Teníamos que ser perfectos, por eso nuestras marcas tenían que ser perfectas, teníamos que tener detalles iguales en nuestras pieles, detalles perdurables…
Teníamos que fundirnos en uno solo.
Comenzamos a marcarnos, tal cual veíamos el cuerpo del otro,
No, no “del otro”
Éramos uno.
Era mi cuerpo, era mi sangre, era mi reflejo.
Era mi sangre…
Nos miramos detenidamente. Podíamos ser uno, unidos por un lazo irrompible. Un lazo de sangre.
¿Eso acaso era posible?
Debíamos averiguarlo.
Tomamos un lápiz y lo afilamos.
El lente de la cámara lo rompimos en pedazos.
Trazamos una línea profunda en nuestros pechos, esperamos a que el líquido saliera lo suficiente y pasamos nuestras lenguas por la herida, el sabor a óxido y sal nos deleitó por  un instante, continuamos el proceso, ascendiendo poco a poco, hasta que nuestras lenguas se encontraron y saboreamos el sabor de nuestras bocas.
Poco a poco nuestra vista se fue esfumando, a pesar de que el movimiento de nuestros rostros no cesaba.
Caímos al suelo sin dejar de besarnos, el líquido caliente ahora impregnaba nuestros cuerpos, el frío intenso hacía que ciñéramos nuestros brazos….
Poco a poco el movimiento de nuestras bocas fue cesando,
Ya no podíamos ver, ya no podíamos movernos, pero sí podíamos oír.
Una puerta se abrió y un grito estrangulado hizo eco a nuestro alrededor.
En un instante, el sonido también se escapó…
…. al igual que nuestra consciencia.


Cuando despertamos no éramos los mismos.
Podíamos ver nuestro reflejo frente a nosotros, teníamos un color bastante peculiar. Algo pálidos y los labios amoratados.
¿Qué nos había pasado?
Juntamos nuestras manos, eran cálidas a nuestro contacto, pero de alguna forma exhalábamos frialdad.
Al mirar a nuestro alrededor no había más que tumbas y fría niebla. Estábamos en un cementerio.
Ya han despertado. Maravilloso…―dijo una voz a nuestra espalda. Era un chico bastante apuesto, pero no tanto como nosotros. En su sonrisa dejaba ver un par de grandes colmillos― ¡Vaya forma que han conseguido para convertirse! ―rió― ¡No creí que fuera posible dejar su humanidad de esa forma…! Pero eso no importa, siempre doy la bienvenida a nuevos camaradas…―divagó. ― ¿Cómo se llaman?
―No tengo nombre― respondimos.
El chico frunció el ceño unos instantes. Luego estalló en carcajadas.
― ¡Ya veo, ya veo! ―farfulló entre risas― Así que fue su obsesión los que los  sumergió en la obscuridad…realmente peculiar―asintió.
―No entiendo ¿Qué ha pasado? ―preguntamos, abrazándonos a nosotros mismos. ― ¿Qué es todo esto? ¿Quién eres? ¿Y por qué estoy aquí? 
―Espera, espera…―alzó las manos― Una pregunta a la vez. Primero, mi nombre es Karón y  segundo,  que es lo que realmente importa: ya no eres humano. ―sonrió con la mirada― ¿Tienes hambre verdad?
Tratamos de disimular el hecho, pero la verdad era que sí, teníamos un hambre creciente. Pero nuestras bocas sólo ansiaban el sabor que habíamos sentido poco antes de desmayarnos, ese deleite de óxido y sal…queríamos…
―Sangre―susurramos.
Karón asintió.
―Ven…―extendió una mano hacia nosotros― Te llevaré a comer…ehh…creo que primero necesitas un nombre― efectuó una pausa, pensándolo por unos instantes― ¿Qué tal Ossessio?
El estallido de su risa quebró la noche y el halo de desconfianza se extendió sobre nuestro cuerpo. Pero no teníamos opción, teníamos hambre y no sabíamos a dónde ir. Así que lo seguimos sin preámbulos, sumergiéndonos cada vez en la profunda obscuridad…
…Obsessio sería nuestro nombre de ahora en adelante y teníamos que aceptarlo tan bien como habíamos aceptado la perdida de nuestra humanidad.
Después de todo, éramos uno ahora y eso era lo que verdaderamente importaba.




Habíamos logrado ser perfectos

15 sept 2011

TBW Capitulo 12: Escape


XII
Escape

Aart se separó con lentitud de la bruja, para observarla a los ojos directamente. Sintió impotencia e ira ante su belleza, ante esos grandes ojos inocentes, todo eso le molestaba, porque le daba la necesidad de querer hacerla suya a pesar de todo.

Preso de la furia, pero aun así con dulzura, se inclinó nuevamente para morder el labio inferior de ella con suavidad. Tomó una suave y profunda inspiración para poder hablar con neutralidad.

―Dime tu nombre.

La bruja tragó en seco. Aart besó su cuello y volvió a morder, tratando de controlar su furia, no podía aceptar el hecho de estar en esa situación con una bruja, pero necesitaba información y de alguna forma valdría la pena.

―Dime tu nombre― suplicó, en tanto la acercaba un poco más a él y acariciaba su rostro― Por favor…

Ella entreabrió los labios, dudosa, entonces el Aker la besó en la comisura de los labios y empezó a descender por su quijada.

―E… Ell…EllyXzabeth…―jadeó ella tratando de separarse de él.― EllyXzabeth Kedwards.

―La Bruja Sangrienta…―rió Aart, la ironía lo embriagaba por completo. De todas las brujas que podría haber enamorado, justo había caído ante la única que no podría ayudarlo demasiado.― La Exiliada Prisionera…

―La Devoradora de Infantes.―asintió EllyXzabeth con tristeza― Tal parece que me conoces, Aart…

―AkerbeltZ― dijo él, dudoso. Ella lo pensó unos instantes antes de susurrar…

―Virgilio…

―Así es.― asintió y acarició su rostro.―EllyXzabeth…― la bruja tocó sus labios con suavidad, interrumpiéndolo.

―Ese es un nombre muy largo.― sonrió apenada― Llámame Elly, ¿sí?

―Elly…―convino él sonriéndole amablemente― sabes que…desde ahora no podremos mirar atrás ¿verdad?― sus palabras sólo tenían una finalidad: probarla.

Ella se quedó pensándolo unos instantes, cuando sus rodillas flaquearon. Aart la sostuvo, abiertamente sorprendido.

―Lo siento…―dijo ella incorporándose.― Pero necesito sentarme un rato. Acabo de terminar una pelea y…

―Entiendo, lo siento también, Elly. No debí haberte presionado de esa forma…

Ella negó con la cabeza mientras se deslizaba hacia el suelo. Aart la tomó en brazos rápidamente y la llevó a uno de los bancos abandonados, allí estarían mucho mejor. Se sentó con ella en su regazo, acunándola en sus brazos, se veía horriblemente frágil…

―Esa estúpida marca…―rugió ella por lo bajo.

―¿Cuánto tiempo te queda con eso?― preguntó Aart por instinto.

―Sólo llevo 200 años…Es tan molesto, sobre todo con esos 3 dolores de cabeza persiguiéndome. Aart.― alzó la mirada para verlo directo a los ojos― Enio…―dudó, pero al final consiguió encontrar las palabras― Enio fue quien asesinó a Hefestio…

El Aker puso los ojos como platos.

Ж

―¿Qué estás…?

El cuerpo de Aart se puso muy tenso al pronunciar esas palabras. Elly acarició su rostro con suavidad, tratando de ganar su atención, todavía no tenía las fuerzas suficientes como para levantarse y poder mirarlo a los ojos por si misma.

―Escucha― pidió la bruja con voz dulce.― Ellas…

―¿A quién buscaban?― rugió mirándola de frente y tomándola por los hombros― Elly, ¿a quién buscaban?

―A mí― respondió con tristeza. El momento de felicidad no había durado siquiera una hora cuando ya todo se había desmoronado.― Lo mataron por mi causa.―admitió.

―No― dijo él, razonando.― No te buscaban a ti solamente, cariño.

Se mostró distante unos instantes, tratando, al parecer, de buscar respuestas en los alrededores. Dirigió la vista a la estatua de Peter Pan a lo lejos.

―Elly, espérame. No te muevas de aquí.―pidió al tiempo que la bajaba de sus brazos y la sentaba en el banco.

―No…―susurró― Ya me siento mejor, Aart.

El aludido acarició su rostro por un segundo, envolvió su cintura con un brazo y la ayudó a incorporarse, se aproximaron a paso rápido hacia la estatua.

―¿Qué intentas buscar, Aart?― preguntó Elly en cuanto él la dejó sentada en el gran círculo de piedra que rodeaba el monumento. El Aker no dejaba de rodear la estatua viendo de cerca cada detalle.

―No lo sé― confesó.― Pero Hef dejó una nota…

Elly frunció el ceño.

―Viniste aquí…―indagó la bruja.

―Por él.―afirmó― Afortunadamente, fue justo a tiempo… Podía oler las ganas de esa bruja, Elly.

―¿Hueles la muerte, Aart?―preguntó Elly mientras gateaba por el suelo, buscando las marcas que había visto hacía poco.

―Con dificultad, a decir verdad.― admitió― ¿Qué haces?―preguntó mientras se agachaba junto a ella.

―Había unas marcas extrañas…―murmuró la bruja.―No parecían de las artimañas de Penfredo. De hecho…

―Parecen escritos…―completó Aart en cuanto se encontró con las marcas que Elly buscaba.

―Está en griego― dijo Elly en cuanto identificó la escritura. – ¿No lo entiendes?

―La verdad, ni un poco― sonrió. – ¿Me harías el honor?

Elly giró para ver el escrito desde un mejor ángulo, Aart, dudoso, pasó una mano por sus caderas y la sentó cerca de él para poder ver lo que comenzó a leer la bruja con detenimiento.

―Hermano, una vez que leas esto debes huir inmediatamente de Londres. Ya debes estar acompañado de EllyXzabeth ¿verdad?― Elly se congeló y miró a Aart quien estaba tan sorprendido como ella.

―Sigue―pidió, palmeándole las costillas.

―Sí, sé quién es ella, logré averiguar muchas cosas desde que inicié con esta búsqueda. Cosas que a pesar de todo, no puedo revelar a través de éste escrito, he dejado pistas por todas partes para intentar ayudarlos, pero depende de ustedes buscarlas. Háganme caso, no hay nadie en quien puedan confiar, deben huir sin mirar atrás, los traidores se han disfrazado y están muy cerca de todos. No creerán cuántas personas los buscan, cuántas personas los quieren ver muertos y cuántas personas quieren asesinarlos.― Elly se lamió los labios antes de proseguir― Inicien los preparativos desde éste momento… EllyXzabeth, no tengas dudas, por favor. Y Aart, deberás organizar todo por tu cuenta, pero no permitas que nadie te vea. Créeme, una vez que ustedes dos salieron del instituto se iniciaron los preparativos para su exterminio.

“Realmente quisiera poder explicarles el por qué se todo esto, pero ciertas palabras podrán condenarlos incluso antes de comenzar. Por favor, quiero que vivan, así que no duden más… Eso es todo― dijo Elly tras un largo suspiro.

La bruja trató de asimilar todo lo que sucedía, tragó en seco varias veces  mientras leía una y otra vez el pequeño escrito, que comenzaba a desaparecer tenuemente.

Aart tragó en seco.

―Haremos lo que dice.― decidió el chico.― ¿Elly?

―No, no logro entender, Aart.

―¿Y tú crees que yo sí, Elly? Pero algo me dice que…

―Tenemos que hacerle caso a tu hermano.― culminó.

Ambos se quedaron viendo el uno al otro por unos segundos, en los ojos de Aart estaba escrita la palabra “duda” con profundidad. Es decir, llevaban todo ese tiempo intentando conocerse, intimar, cualquier cosa…pero hoy cuando la “declaración” se había hecho propiamente, ¿ellos debían huir juntos?

―¿Podemos parar a pensar las cosas un momento?―dijeron, para su sorpresa, al unísono.

Suspiraron antes de levantarse.

―Demos un paseo― sugirió Elly.

―Umm…― Aart dejó ver una expresión algo molesta…una expresión que ahora Elly lograba identificar muy bien….

…Aart podía ser dulce, tierno, ocurrente, lindo, divertido…pero eso no dejaba de lado: su extraño carácter, su falta de interés y su flojera desmedida.

―O podemos ir a tu camioneta, encender la calefacción y comprar algo de comer…― la bruja alzó una ceja.

―Me conoces bien― dijo sonriente, eso molestó a Elly en gran medida.

―¿Sabes? Acabamos de leer algo realmente perturbante ¿y tú te lo tomas con esa actitud?― rugió indignada.

―Puede que así sea, pero he esperado meses para poder estar contigo y no voy a dejar que esto se arruine― la tomó por la cintura atrayéndola hacia sí― Dejaremos los jodidos enigmas de mi hermano para después ¿Te parece?


No le dio tiempo a Elly para responder, el chico inmediatamente apoyó sus labios contra los suyos. Esas eran el tipo de cosas a las que, supuso, debía acostumbrarse a partir de ahora.

 
 
 
 
Aart y Elly salieron de los jardines y se encaminaron hacia el auto del primero, cuando un extraño olor a putrefacción inundo el ambiente.



―Eso...―tartamudeo Elly, poniéndose en guardia.



―Corre―rugió Aart afianzando el agarre de su cintura―No mires hacia atrás
 
La bruja decidió no poner en duda las palabras del Aker y se esforzó por ir a su paso, no faltó mucho tiempo para que el olor se volviese una espesa niebla que pululaba a su alrededor. Por lo que parecía ser un instinto nato, el Aker abrazó a la bruja y refugió su cabeza en su pecho antes de atravesar corriendo la asquerosa niebla. 
 
Elly se sintió extraña y mareada, el contacto directo con Aart la había abrumado demasiado, por no decir que sus acciones parecían precedidas por oleadas de repulsión que no duraban más de un segundo. Enemigos natos, pensó la bruja, no hemos dejado de serlo. En un parpadeo, ya estaban cerca de la camioneta de Aart, la niebla parecía perseguirlos, mas los seres que se ocultaban en ella tardaban en aparecer, Elly reconoció esa sensación…
 
―Son los mismos del instituto― susurró jadeante una vez que montó la camioneta― Los he sentido antes, Aart esto sólo es…―se detuvo de forma abrupta al ver a su compañero… 
 
Aart se aferraba al volante con fuerza y su cara estaba oculta entre sus manos, su espalda se tensaba con movimientos espasmódicos…
 
―¿Aart?― llamó Elly inclinándose para tocar su hombro. 
 
―Calla…―siseó él al tiempo que de una de sus manos salía una luz brillante que se extendió por la camioneta y propulsó la niebla lejos de ellos― Tenemos que irnos, ya…no hay tiempo…
 
―Aart…―suspiró la bruja― Estás muy pálido…―Más que de costumbre…

―Estoy bien― gruñó arrancando, el sonido del motor hizo eco a su voz molesta.― Sí, son los mismos del instituto. Los mismos que ahuyenté aquella vez…

―¿Tú…? ¡¿Los ahuyentaste?!

Asintió con la vista fija a la calle. Miró de reojo a Elly, quien no dejaba de verse sorprendida.

―¿Te lastimaron?― preguntó con seriedad.

―No― respondió Elly― Me encontré contigo antes de que sucediera algo…

Aart detuvo la camioneta en un semáforo antes de dirigirle por completo la mirada a su copiloto. Fruncía el ceño en señal de confusión.

―¿Encontrarte conmigo?― dijo mientras arrancaba, parecía incapaz de dirigir completamente la mirada al camino. Elly no sabía a dónde se dirigían.

―Sí, cuando tropezamos…la primera vez que hablamos normalmente― explicó, renuente y suspiró una sonrisa― Supongo que esa fue la primera vez que me salvaste, y hoy fue la segunda…

El chico tragó en seco, completamente mudo. Aspiró una buena cantidad de aire antes de hablar nuevamente.

―Te…te dejaré en tu casa, prepara todo lo que puedas…y espérame…

―¿Y tú?― preguntó Elly completamente angustiada.

―Tengo que arreglar algunas cosas…No…me tardaré demasiado…―tartamudeó.

―Aart, ¿Qué tienes?― preguntó la bruja entrecerrando los ojos.― No te pasará nada… ¿Cierto?

El Aker rió por lo bajo.

―No, cariño, no te preocupes…―dijo con una sonrisa― Dime por dónde…

―Aquí, a la derecha…

Elly seguía preocupada y dudosa, pero decidió mostrarse tranquila ante todo. Faltaban sólo unas cuantas curvas y dos semáforos para llegar al complejo departamental donde Elly vivía cuando recordó la presencia de Berith; Aart la tranquilizó, le aconsejó que disimulara lo que pudiera y que lo esperara pacientemente (Sobre todo insistió en que lo esperara…)

―Aart…―susurró una vez que el chico parqueó la camioneta.

―Estaré bien, no te preocupes…

Le acarició la mejilla con suavidad, dejando a su paso un calor suave y tierno que se extendió por su cuerpo en cuanto apoyó los labios sobre los de ella. Sin duda, los deseos internos de la bruja por aquel ser iban más allá de las fantasías de sus sueños precoces…

Ж

La rabia del Aker se hizo notar en el fuerte golpe que le dio al inocente volante de la camioneta.

―¡¿Qué demonios?! ¡¿DOS VECES?!― gritó exasperado― ¡¿SALVÉ EL TRASERO DE ESA PERRA DOS VECES?! ¡AGHHHHHH! ¡DEMONIOS! ¡ESTO NO PUEDE…!― se detuvo a pensar las cosas unos instantes antes de volver a pegar su puño el volante una vez más (cabe destacar que se encontraba en movimiento y que casi vuelca con el primer impacto)― Hef― suspiró.

¿Qué era en realidad lo que su hermano ocultaba? ¿Qué pretendía? ¿Qué sucedía en realidad? ¿Qué era esa sensación que tenía en ese momento? Hace unos instantes, había tenido la osadía de proteger a la bruja, peor aún…de besarla. Pero, por alguna extraña razón, no quería dejar de hacer ninguna de las dos cosas…

Negó con la cabeza varias veces para despejarse la imagen del rostro de EllyXzabeth y apoyó una mano en su frente, estaba sudando, las cosas no podían ir de mal en peor. Todo se desbocaba, todo era un revoltijo y ahora…tendría que escapar con esa bruja.

―¿Por qué demonios acepté?―suspiró― ¿Qué me está pasando?

Trató de ordenar sus pensamientos con lentitud, pero cada vez apuntaban más a un estrecho lazo sentimental con aquella hermosa bruja; cosa que, para él era imposible. Terminó convenciéndose de que quería encontrar la forma de buscarle sentido a todo lo que su hermano escondía, y, dentro de toda esa red interminable de pensamientos confusos, logró por fin llegar a la mansión.

Se ocultó entre las sombras al bajarse de la camioneta, tenía un mal presentimiento sobre todo lo ocurrido, avanzó hasta las ventanas con cautela, en tanto el color rojo sangre del crepúsculo iluminaba todo con rotundidad. En la mansión, se oían murmullos entrelazados, y gritos de furia.

Entrar por la puerta principal no sería una buena idea.

Decidió buscar la ventana de su habitación, la cual siempre estaba abierta (era necesario  cada vez que llegaba a altas horas de la noche y no pretendía encontrarse con nadie en los pasillos). Una vez dentro, comenzó a meter las cosas en un gigantesco bolso negro, de hecho, lo mínimo que podría haber tomado eran unas cuantas  prendas; la indumentaria no parecía importarle mucho, tomó una serie de objetos extraños y en apariencia ponzoñosos, a excepción de una diminuta esfera de cristal.

―Bien― susurró― Creo que ya es…

Algo calló desde el altar donde antes se encontraba el gigantesco libro de su padre: un papel.

No lo tomes, se repitió a sí mismo, déjalo en el suelo…no lo viste, lárgate de aquí…lárgate ahora que tienes tiempo, nadie te ha visto, vete…vete…vete…

 Suspiró, ya tenía las manos en el marco de la ventana cuando un escalofrío recorrió su espalda. Dirigió la vista hacia la huérfana nota en el suelo, y, tras dar un segundo suspiro, la tomó con cautela. Rezando porque sólo fuese una hoja en blanco caída de su escritorio.

Pero no era así.

Ve a mi habitación.

Aart leyó con detenimiento, más que con cualquier nota larga. Arrugó el papel con furia y asintió con una exhalación. Salió de su habitación con cautela, aun sumergido en las sombras, deslizándose entra cada pared y escondiéndose columna tras columna. Cuando una voz lo llevó a dar un respingo,  las estancia estaba ya sumida en la oscuridad.

―¡¿DÓNDE DEMONIOS SE METIÓ?!― rugió la voz, inconfundiblemente, se trataba de Vincent― ¡NO CREO QUE SE HALLA ESFUMADO ASÍ COMO ASÍ!

―Lo hemos estado buscando por todas partes, Vincent. No podemos hacer nada…―respondió una segunda voz, esta vez femenina: Amy.

―¡Alguien tuvo que haberlo visto en el instituto!

―Ya es la tercera vez que te lo repito: fue a la enfermería, la mujer de allí dijo que fue a buscar a alguien…

―¡¿A quién?!

―¡No lo sé! Aparentemente a una amiga…pero no estamos seguros.

―¡¿UNA AMIGA?! ¡¿Y QUÉ SI SE TRATABA DE ELLA?!

―¡Oh, por favor!― el tono de Amy hacía pensar en unos ojos en blanco― ¡Hay muchas chicas en el instituto!

―¡Es una bruja!― refutó Vincent― ¡Y él es un cazador lunático!

―¡No te dejes llevar por tu terquedad! ¡Sabes cómo es él!― hizo una pausa para tragar en seco y bajar la voz― Se ha escapado para estar con humanas más de mil veces…y ahora que no está Hefestio para controlarlo…

―¡HEFESTIO! ¡JA!― rió Vincent con amargura― Hefestio no fue más que un obstáculo para nosotros.― ahora fue Aart quien tragó en seco― ¡Siempre lo sobreprotegía! ¡Ahora no tenemos impedimentos!― rió otra vez― ¡y lo han dejado escapar!

―¡¿A qué demonios le temes Vincent?!― siseó Amy con furia.

―¡A que se encuentren! ¡¿Entiendes acaso lo que eso significa?!

―¡SÍ, POR SUPUESTO QUE LO ENTIENDO!― gritó ella al tiempo que respiraba profundamente― Por eso sé que lo vamos a encontrar, amor. No debes cegarte, ayúdanos y así lo traeremos de vuelta rápidamente.

El húmedo sonido de un beso se hizo notar en la pausa de Amy.

―¿No será que tú, preciosa, más que nadie lo quieres de vuelta?―ronroneó Vincent. Amy rió sonoramente.

―Puede ser, cariño― suspiró mientras reía, Aart contuvo una arcada― Pero no estaría completamente satisfecha…

Con esto, el Aker de ojos verdes tuvo suficiente. Decidió avanzar sin ser visto entre las columnas, iría a la habitación de su hermano y saldría de allí de una vez por todas. No sabía para qué lo querían pero de seguro no sería nada bueno…

―¿Revisaron ya en la habitación de Hefestio?― Aart se congeló, del impacto ni siquiera sopesó en reconocer aquella voz masculina.

―No, ¿Para qué de todas formas?― respondió Vincent, aún más molesto que antes.

―Yo sí― interrumpió una voz femenina.― No hay nadie, ni nada…de que preocuparse, en cambio…no hemos revisado en la de Aart…

Aart evitó soltar un sonoro suspiro. Era evidente que sí había algo dentro de la habitación de Hefestio, los escuchó a todos marcharse y corrió hacia su destino con el corazón en un puño. Llegó a la puerta jadeante y la abrió con sumo cuidado, una vez dentro se sumergió en la oscuridad penetrante, dudó en encender la luz ya que eso podría atraer la atención de quien fuese.

Sin saber por qué, se dejó caer en el suelo. No sabía qué buscaba, pero de seguro no estaría en un lugar fácil de encontrar, tanteó a gatas en la oscuridad de la habitación sin hacer ningún ruido, cuando una gota de agua calló en su nuca erizándole la piel. Miró al techo, allí había una serie de letras fosforescentes que bailaban en el techo como burlándose de él. Vibraron un momento antes de caer en cascada por la pared y acercarse a él, iluminando su rostro, totalmente cansado y aburrido de tanta jugarreta; las letras lo rodearon e iluminaron una botella tras él.

Aart la tomó y salió por la ventana sin mirar atrás ni esperar explicaciones.


            Ж

Elly esperaba impaciente en la penumbra de su habitación. Había preparado un bolso con ropa y un  botiquín de primeros auxilios (no sólo con artículos humanos, vale acotar). Se había vestido muy cómodamente con unos shorts oscuros y una camiseta sin mangas, fáciles para correr. En el escritorio reposaban unas correas de cuero ajustables para cada pierna que llevaban navajas de diferentes tamaños, y varios envases con veneno; que quizás no ayudasen lo suficiente, pero eran esenciales si se le acababa la posibilidad de realizar hechizos.

Aspiró todo el aire que pudo para tranquilizarse, lo ocurrido en el día se desarrollaba con lentitud en su cabeza, pero nada parecía tener más importancia que los labios de Aart sobre los de ella. Su cuerpo pedía a gritos más contacto con una oleada de calor concentrada en cada parte que él había tocado.

Sonó el timbre.

Elly salió de la habitación disparada, antes de que Berith pudiese acercarse.

Abrió la puerta.

No se había percatado de que llovía hasta que vio a Aart empapado en el pasillo… jadeando. No le dio tiempo de hablar, el chico tiró todo lo que traía  dentro del apartamento y se abalanzó sobre Elly estampando sus labios contra los suyos, la bruja no dudó en corresponderle con intensidad, pero él decidió aplicar mucha más de lo que esperaba, sin embargo, no quiso que el contacto se detuviera, se dejó envolver por él y se aferró a su espalda con las manos y a su cintura entrelazando los tobillos.

―¡EllyXzabeth!― gritó Berith.

Pero en seguida su voz se apagó, Aart había alzado una de sus manos sin dejar de besarla y se oyó un chasquido difuso, luego algo que caía y rodaba por el suelo. Elly no tuvo tiempo de nada, ya tenía la espalda contra una de las paredes cuando se esforzó por ver qué había pasado…

De lejos, había oído cosas caer al suelo, otras romperse, pero nada de eso importaba.

Los besos de Aart se volvían cada vez más salvajes, pasando su boca por su cuello sus clavículas y por último llegando a sus labios, Elly se sentía en la gloria, pasando a su vez los labios por su piel mojada por la lluvia de fuera, sus pechos estaban completamente unidos, por lo que la bruja podía sentir los latidos desesperados del corazón del Aker haciendo competencia a los suyos, la temperatura de ambos aumentaba con cada caricia como los constantes gemidos de placer.

―Tu habitación…

―Mi habitación…

Sus voces al unísono sonaron cansadas, pero extasiadas. Se sonrieron por un segundo, antes de que Elly, quien no quería separarse ni un segundo de Aart los arrastrase a la habitación con un hechizo simple.  Su espalda impactó en la cama esta vez, mientras el chico reía y le besaba el cuello.

―No pierdes el tiempo ¿eh?― dijo él, besando su mejilla, al dirigirle la mirada Elly vio como sus ojos verdes refulgían de deseo.

―Y tú tampoco, cariño.―se burló la bruja mientras se intentaba sentar para arrancarle la camisa del torso.

Al cabo de un rato, sus cuerpos ya estaban fundidos con el del otro; extasiando el deseo oculto entre aquellos meses de indiferencia mutua, oculto en lo profundo de sus corazones. Bestia y doncella se unían, entre gemidos y rugidos de placer y satisfacción, para entrelazar la telaraña confusa que los sumía, sin darse cuenta, en un mar de hilos cortantes de profunda desesperación.







Elly se había quedado dormida sobre el pecho desnudo de Aart. Los repentinos rayos de luz que se colaban por las  ventanas la obligaron a abrir los ojos, alzó la vista poco a poco; su acompañante profirió una especie de quejido al tiempo que contraía la expresión, suspiró y las persianas bajaron todas al mismo tiempo.

La bruja besó suavemente la quijada del Aker y acarició su cabello, poco a poco, a regañadientes, él abrió los ojos lanzándole una mirada acusadora.

―Hemos retrasado nuestra partida, Aart.― dijo con voz ronca.― Ya amaneció, no podemos perder más tiempo…

Él no dijo nada, se limitó a asentir y se acomodó en las almohadas. Elly suspiró y le besó la frente con dulzura.

―Prepararé algo de café― anunció y se sentó en la cama.

―Quédate ahí.― la voz repentina de Aart le hizo dar un escalofrío.― No te des la vuelta…


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Esto será un problema, pensó Aart al ver el tatuaje en la espalda de la bruja. En apariencia, sólo era la silueta inofensiva de un dragón rodeado de serpientes, pero una vez que el Aker colocó el dedo sobre la marca, esta parpadeó notoriamente.

Aart se levantó y apoyó sus labios en el cuello de la bruja, al tiempo que su mano izquierda se deslizaba por su espalda, al principio, ella pareció notarlo ya que soltó un estremecimiento y un gemido de dolor, pero al rodearla con el otro brazo se calmó bastante…

…Mas él sentía el brazo izquierdo arder con intensidad, la marca inspeccionaba sus dedos y clavaba sus pequeñas garras en la palma. Apoyó su frente en la espalda de ella para ver mejor y notó  como las serpientes, confianzudas, se deslizaban por su mano hasta su muñeca, un segundo después, el dragón; con una exhalación vista por una serie de sombras difuminadas por la piel tostada de la bruja, se unió a ellas  ascendiendo delicadamente por su brazo.

―Aart…―suspiró Elly, dándose la vuelta y sorprendiendo a Aart― ¿Dónde está Berith?

El chico sonrió con malicia.

―Busca en el suelo, hay un sello con forma de esfera en alguna parte…―respondió.

―Eres imposible― sonrió a su vez dándole un beso en los labios― Vístete, tenemos que irnos…

Asintió de mala gana. Elly se envolvió en una bata y le lanzó a él una toalla antes de marcharse. Aart no hizo caso a la indirecta de la bruja, se levantó, tomó una caja de cigarrillos de sus pantalones tirados en el suelo y se asomó por la ventana. Se metió un cigarrillo a la boca mientras observaba al sol despertarse a través de la neblina, el humo salió sin necesidad de encenderlo, pero justo en cuanto iba a exhalar quitándose el cigarrillo de la boca, Aart vio un pequeño rollo de papel dentro de la caja.

Como siempre, hermano, fumas uno de estos después de hacerle el amor a una mujer. No entiendo por qué, la verdad. Pero si estás leyendo esto significa que el contenido de la botella te ha servido bastante, créeme, con el tiempo me lo agradecerás.

Aart sonrió al leer la nota. Y exhaló una buena cantidad de humo.

―Si supieras, Hef. Que no bebí ni una gota de esa mierda.


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