X: Confusión
~K~
Justo en el momento en el que pensaba cómo había
obligado a Jane parar a comprar aquellas galletas…Jack me colocó un libro en el
escritorio.
Se había tardado alrededor de tres horas en volver y
ya estaba haciendo mis deberes en el despacho cuando él llegó de sorpresa. Tomé
el pesado ejemplar en mis manos, en la portada se apreciaba la mitad del rostro
de una mujer joven, en cuyo ojo resaltaban colores plateados y verdes, justo en la mejilla rezaba “The Host”.
―
¿Meyer? ― murmuré, bastante confundida― Creí que libros así no llamaban tu
atención, Demonio…
Al
darme la vuelta, su sonrisa me tomó por sorpresa, sus ojos rojos brillaban
expectantes.
―Hice
el sacrificio por esas galletas―rió― Pasará tiempo antes de que lea los
demás….Pero este, Pequeña Dictadora, es casi perfecto para ti.
Fruncí
el ceño.
―
¿Seguro? ―murmuré hojeando el libro,
había escuchado de su lanzamiento hace días, pero, ciertamente, dudaba
en comprarlo.
―Totalmente―
afirmó― Quiero que, al menos, llegues a la mitad hoy…así que no saldremos esta
noche.
Esto… ¿es una tarea?
―
¿Sueles hacer muchos regalos con doble intención, Jack? Porque avísame desde ya
para no aceptar nada tuyo…― refunfuñé.
― Soy un Demonio― se encogió de hombros. ― Pero ya,
basta de palabrerías…terminaré eso por ti, ponte a leer.
― ¡¿Qué?! ― No había nada que detestara más que
hicieran los deberes por mí― ¡No me jodas!
― ¡Shhhist! ¡Nada de rechistar, chiquilla! El trato era
que me harías caso en todo lo concerniente al Contrato ¿Recuerdas? ― Sus ojos
brillaron. Mi muñeca derecha ardió como reflejo, era cierto.
Puse los ojos en blanco y me levanté con el libro en
las manos. No paré de refunfuñar hasta que llegué al sofá.
― Deja de quejarte, Kate. ― carcajeó― A la final sé que
te va gustar…
―Espero que sepas hacer bien los cálculos, Jack― le
ignoré.
―Créeme, por esto no tienes que preocuparte.
Bastaron treinta páginas para que olvidara el mal
gusto.
Era detestable admitirlo, pero Jack tenía razón. El
libro me interesaba, y mucho, cada página que pasaba era una lección diferente
a la anterior. Nunca había podido apreciar las emociones de la misma forma en
que lo hacía en el libro, cada sentimiento era tan tangible a través de las
palabras que ahora todo parecía bastante sencillo. La verdad era que siempre
había tenido las “herramientas” a mi alcance, es decir, en materia de sentir conocía la “teoría” pero me era
imposible llevarla a la “práctica”.
Era extraño como sólo unas pocas palabras expresaran
todo lo que el amor es, más allá del odio. Lo irónico era que el odio, para mí,
ahora era una emoción tangible, sencilla de moldear y manipular, la ira podía
manejarse, el rencor también, todo podría transformarlo, hacerlo parecer
cariño, simpatía, incluso podría volcarlo en cosas realmente horrorosas y, a la
vez, maravillosas… Aunque, he de decir, que a pesar de que mi mente
transformara todo eso en una extraña forma de pensar (un tanto malévola) el
mensaje del libro indicaba todo lo contrario.
El amor como sentimiento central era algo fascinante,
pero también marcaba una debilidad creciente. Yo no podría decir que había
sentido algo, tan siquiera una pizca de ese “calor” descrito en aquellas
páginas, ni de la familia, ni de los amigos. A mis ojos todo era guiado por la
hipocresía y la maldad ¿Por qué ahora me veía obligada a verlo de manera
distinta?
No, la verdadera pregunta era ¿Qué pretendía mi Demonio
con todo esto?
Ahora estaba sumida en una confusión increíble. Quizá
lo que pretendía Jack era mostrarme el cómo sentir
para expresarme y así poder establecer el contrato sin que ninguna duda me
afectara en lo absoluto… o quizá…
―Kate…ya llegaste a la mitad…―murmuró mi Demonio con
voz cansada, interrumpiendo mis cavilaciones.
Él había terminado con mis tareas y ahora estaba
acurrucado en el suelo de madera, soñoliento.
―Espera... ―murmuré con la nariz metida en el libro―
Déjame terminar este capítulo…
―Son las tres de la mañana, Contratista…― farfulló. ―
Necesitas dormir.
Sonreí.
―Tú necesitas dormir. ―murmuré.
―No te lo voy a negar. Vamos, Kate… No puedo irme de
aquí hasta que se cumpla la pauta que te di y dejes el libro…
―Irónico que nuestro trato se vuelva en tu contra― farfullé
―Algo bastante injusto…―su voz cada vez sonaba más
apagada, tomé una de las almohadas de mi espalda y se la lancé.
―Ponte cómodo…porque de aquí no me voy a mover. ― dije
y me sumergí en la lectura una vez más…
…Tenía que terminar el libro, saber qué pasaría con la
historia y, más que todo, descubrir las intenciones de Jack a través de esas
enigmáticas palabras.
~J~
Lastimosamente, había acabado arrepintiéndome de haberle llevado ese libro a mi Pequeña
Contratista. Pero, de alguna forma (a pesar del extraño agotamiento que sentía), verla tan interesada me aliviaba
un poco…
Al final, me quedé dormido en el
suelo abrazando la almohada que ella me había lanzado. No sé cuánto tiempo
dormí hasta que la pesadilla me obligó a despertarme de un sobresalto. Cuando
abrí los ojos, mi contratista estaba
profundamente dormida con el libro caído
sobre el pecho, el peso de las páginas reposaba sobre un solo lado de éste amenazando con hacerlo
caer al suelo.
Lo había terminado.
Sonreí. Sin duda, Kate era alguien excepcional…una
Contratista maravillosa, no había dejado de analizar profundamente cada palabra
mientras leía. Era tácito que ya había averiguado mis intenciones incluso antes
de terminar el libro.
Me levanté con pesadez y la tomé en brazos para
llevarla a su cama. Una vez que logré subirla a la litera, el instinto natural
la hizo abrir los ojos al sentir la almohada sobre su cabeza.
―He
terminado― murmuró con voz ronca y una sonrisa cansada en sus facciones―A que
no esperabas eso, Demonio― exhaló con pesadez.
Intenté
sonreír, pero el dolor punzante de cabeza me tomó por sorpresa. Hacía mucho que
no lo sentía.
―Te
dije que te gustaría―murmuré con voz neutra. Por alguna razón, no quería que me
malinterpretara― Descansa, Kate, aún no tienes que levantarte…
Sonrió
y sus párpados cayeron con lentitud.
Observé
su rostro por un instante con los ojos entornados cuando otra punzada de dolor
me tomó por sorpresa. Caí en la cama sobre, a mi suponer, una de las suaves y
cómodas almohadas de Kate.
Esa fue una de las mejores horas de sueño que había
tenido desde el establecimiento del contrato…
…Pero todo terminó bruscamente debido a una dolorosa
patada en el estómago
No hay comentarios:
Publicar un comentario