26 dic 2012

X: Confusión


X: Confusión

~K~

Justo en el momento en el que pensaba cómo había obligado a Jane parar a comprar aquellas galletas…Jack me colocó un libro en el escritorio.

Se había tardado alrededor de tres horas en volver y ya estaba haciendo mis deberes en el despacho cuando él llegó de sorpresa. Tomé el pesado ejemplar en mis manos, en la portada se apreciaba la mitad del rostro de una mujer joven, en cuyo ojo resaltaban colores plateados y verdes,  justo en la mejilla rezaba “The Host”.

― ¿Meyer? ― murmuré, bastante confundida― Creí que libros así no llamaban tu atención, Demonio…

Al darme la vuelta, su sonrisa me tomó por sorpresa, sus ojos rojos brillaban expectantes.

―Hice el sacrificio por esas galletas―rió― Pasará tiempo antes de que lea los demás….Pero este, Pequeña Dictadora, es casi perfecto para ti.

Fruncí el ceño.

― ¿Seguro? ―murmuré hojeando el libro,  había escuchado de su lanzamiento hace días, pero, ciertamente, dudaba en comprarlo.

―Totalmente― afirmó― Quiero que, al menos, llegues a la mitad hoy…así que no saldremos esta noche.

Esto… ¿es una tarea?

― ¿Sueles hacer muchos regalos con doble intención, Jack? Porque avísame desde ya para no aceptar nada tuyo…― refunfuñé.

― Soy un Demonio― se encogió de hombros. ― Pero ya, basta de palabrerías…terminaré eso por ti, ponte a leer.

― ¡¿Qué?! ― No había nada que detestara más que hicieran los deberes por mí― ¡No me jodas!

― ¡Shhhist! ¡Nada de rechistar, chiquilla! El trato era que me harías caso en todo lo concerniente al Contrato ¿Recuerdas? ― Sus ojos brillaron. Mi muñeca derecha ardió como reflejo, era cierto.
Puse los ojos en blanco y me levanté con el libro en las manos. No paré de refunfuñar hasta que llegué al sofá.

― Deja de quejarte, Kate. ― carcajeó― A la final sé que te va gustar…

―Espero que sepas hacer bien los cálculos, Jack― le ignoré.

―Créeme, por esto no tienes que preocuparte.



Bastaron treinta páginas para que olvidara el mal gusto.

Era detestable admitirlo, pero Jack tenía razón. El libro me interesaba, y mucho, cada página que pasaba era una lección diferente a la anterior. Nunca había podido apreciar las emociones de la misma forma en que lo hacía en el libro, cada sentimiento era tan tangible a través de las palabras que ahora todo parecía bastante sencillo. La verdad era que siempre había tenido las “herramientas” a mi alcance, es decir, en materia de sentir conocía la “teoría” pero me era imposible llevarla a la “práctica”.

Era extraño como sólo unas pocas palabras expresaran todo lo que el amor es, más allá del odio. Lo irónico era que el odio, para mí, ahora era una emoción tangible, sencilla de moldear y manipular, la ira podía manejarse, el rencor también, todo podría transformarlo, hacerlo parecer cariño, simpatía, incluso podría volcarlo en cosas realmente horrorosas y, a la vez, maravillosas… Aunque, he de decir, que a pesar de que mi mente transformara todo eso en una extraña forma de pensar (un tanto malévola) el mensaje del libro indicaba todo lo contrario.

El amor como sentimiento central era algo fascinante, pero también marcaba una debilidad creciente. Yo no podría decir que había sentido algo, tan siquiera una pizca de ese “calor” descrito en aquellas páginas, ni de la familia, ni de los amigos. A mis ojos todo era guiado por la hipocresía y la maldad ¿Por qué ahora me veía obligada a verlo de manera distinta?

No, la verdadera pregunta era ¿Qué pretendía mi Demonio con todo esto?

Ahora estaba sumida en una confusión increíble. Quizá lo que pretendía Jack era mostrarme el cómo sentir para expresarme y así poder establecer el contrato sin que ninguna duda me afectara en lo absoluto… o quizá…

―Kate…ya llegaste a la mitad…―murmuró mi Demonio con voz cansada, interrumpiendo mis cavilaciones.

Él había terminado con mis tareas y ahora estaba acurrucado en el suelo de madera, soñoliento.

―Espera... ―murmuré con la nariz metida en el libro― Déjame terminar este capítulo…

―Son las tres de la mañana, Contratista…― farfulló. ― Necesitas dormir.

Sonreí.

―Tú necesitas dormir. ―murmuré.

―No te lo voy a negar. Vamos, Kate… No puedo irme de aquí hasta que se cumpla la pauta que te di y dejes el libro…

―Irónico que nuestro trato se vuelva en tu contra― farfullé

―Algo bastante injusto…―su voz cada vez sonaba más apagada, tomé una de las almohadas de mi espalda y se la lancé.

―Ponte cómodo…porque de aquí no me voy a mover. ― dije y me sumergí en la lectura una vez más…

…Tenía que terminar el libro, saber qué pasaría con la historia y, más que todo, descubrir las intenciones de Jack a través de esas enigmáticas palabras.


~J~


Lastimosamente, había acabado  arrepintiéndome de  haberle llevado ese libro a mi Pequeña Contratista. Pero, de alguna forma (a pesar del extraño agotamiento  que sentía), verla tan interesada me aliviaba un poco…

Al final, me quedé dormido  en  el suelo abrazando la almohada que ella me había lanzado. No sé cuánto tiempo dormí hasta que la pesadilla me obligó a despertarme de un sobresalto. Cuando abrí los ojos,  mi contratista estaba profundamente dormida con el libro caído  sobre el pecho, el peso de las páginas reposaba sobre  un solo lado de éste amenazando con hacerlo caer al suelo.

Lo había terminado.

Sonreí. Sin duda, Kate era alguien excepcional…una Contratista maravillosa, no había dejado de analizar profundamente cada palabra mientras leía. Era tácito que ya había averiguado mis intenciones incluso antes de terminar el libro.

Me levanté con pesadez y la tomé en brazos para llevarla a su cama. Una vez que logré subirla a la litera, el instinto natural la hizo abrir los ojos al sentir la almohada sobre su cabeza.

―He terminado― murmuró con voz ronca y una sonrisa cansada en sus facciones―A que no esperabas eso, Demonio― exhaló con pesadez.

Intenté sonreír, pero el dolor punzante de cabeza me tomó por sorpresa. Hacía mucho que no lo sentía.

―Te dije que te gustaría―murmuré con voz neutra. Por alguna razón, no quería que me malinterpretara― Descansa, Kate, aún no tienes que levantarte…

Sonrió y sus párpados cayeron con lentitud.

Observé su rostro por un instante con los ojos entornados cuando otra punzada de dolor me tomó por sorpresa. Caí en la cama sobre, a mi suponer, una de las suaves y cómodas almohadas de Kate.

Esa fue una de las mejores horas de sueño que había tenido desde el establecimiento del contrato…

…Pero todo terminó bruscamente debido a una dolorosa patada en el estómago


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