28 mar 2012

Dos Almas//Humano


Humano

Sodoma, 5 años antes
Ya me había percatado de la presencia de aquél ser, sentía su mirada en mi nuca expectante. Pero aun así decidí ignorarlo (o ¿ignorarla? De cerca era una verdadera belleza), traté de que su mirada no me abrumara demasiado, después de todo, en mi vida había tenido un “choque” tan descarado con un…demonio.
Sonreí para mis adentros, esto iba a ser algo bastante divertido.

Sodoma, Hoy.
No podía pasar un segundo más con el riesgo de perder a Lucy dentro de mi ser. Por eso no podía dejar de besarla, de tocarla y de hacer el amor con ella; de alguna forma, ella percibía mi miedo por momentos, pero en el instante en que la besaba, que llegábamos al orgasmo, que  la hacía gemir y gritar de placer, Lucifer olvidaba todo y se dejaba amar sin rechistar.
Pero cuando llegó el momento de partir (dado que el “nos iremos mañana, lo prometo.” Se prolongó por tres días…pero esas palabras no las pronuncié yo nada más ¿eh?). Lucy me miraba con todo detalle, percibiendo las preocupaciones que ahogaban  mi mente.
―Eden― llamó.
Por mi parte, me concentré en conducir y mantener la vista en el camino. Asentí levemente sin emitir respuesta verbal.  
― ¿Qué pasa, amor?― preguntó mientras acariciaba mi mejilla.
―Nada…―farfullé, las cosas no irían muy bien si no respondía cuidadosamente― Falta poco…
―No, no falta poco. Tenemos el tiempo suficiente para hablar de lo que te preocupa… ―tomó mi quijada y me obligó a mirarla― No creas que no me he dado cuenta…
Me zafé de su agarre con un rugido.     
―No me pasa nada, Lucy, no seas molesta…
―No me mientas, Eden. Lo veo en tus ojos.―dijo muy seria, mientras pasaba su mano por mi brazo, erizando inevitablemente mi piel, dejé que su mano acusadora llegara a la mía, y la apretara con levedad.
―Prometiste no utilizar eso conmigo…―murmuré molesto. No me gustaba que sus instintos de tentación demoníaca influyesen en mí.
―No estoy haciendo nada. Lo prometí ¿Recuerdas? Como demonio no puedo romper promesas.
Era cierto, demonios, ¡en verdad me estaba poniendo nervioso! Tantos meses sin ella me afectaban bastante, el miedo no hacía más que crecer conforme pasaba el tiempo. Además estaba el hecho de haberla visto como una cáscara vacía, sin Gabrielle, sin Lucifer, solo un cuerpo semimuerto que abría los ojos y hacía lo que le decía sin  nada más: una jodida muñeca.
―Lu…
―Tiene que ver con Gabrielle ¿Verdad?― interrumpió molesta, al ver mi reacción (no me moví). Lanzó un rugido― ¡DEMONIOS, EDEN! ¡¿HASTA CUÁNDO VAS A ESTAR ASÍ?!
―Hasta que esté fuera de tu cuerpo― respondí con serenidad e indiferencia.
Suspiró.
―Pero ella no está en este momento, Eden― dijo hiperventilando― Me siento segura, puedo liberar…
―Cierta parte de tus poderes.―dije cortante.
― ¡¿Cierta parte?! ¡No me jodas!
―Lo lamento, Lucifer. Pero así tiene que ser…
Aspiré una buena cantidad de aire, no quería pelear con ella, no ahora. Pero las cosas se volvían cada vez más una ardua prueba a mi poca paciencia. ¿Es que no le bastaba con que Sibila me ordenase, prácticamente, no hacerle el amor hasta que fuese “totalmente seguro”? ¡¿CÓMO DEMONIOS IBA A ASABER SI ERA SEGURO O NO?!
…Está bien, admito que no pude con la tentación de hacerle el amor arriesgándola una vez, pero no estaba dispuesto a arriesgarla de nuevo permitiéndole dar rienda suelta a sus poderes, así fuese una sola vez de prueba. (No quiero que empiecen a pensar que una vez que hice el amor ella una vez, la cosa se prolongó por tres días, porque el riesgo era mínimo…o, bueno, eso creo… ¡Está bien, está bien! No volveré a hacer el amor con ella hasta que hayamos encontrado algo de información en Gomorra.)
―Eden…Es que esto no lo puedo creer…―suspiró.
¡¿Y CREES QUE YO SI, LUCIFER?!
Me encogí de hombros.
―Así son las cosas, Lucy― dije sin emoción en la voz.
―Me ocultas otra cosa…―murmuró.
Bien, hay un límite de paciencia para cada persona. Respiré profundo, evitando cruzarlo y comenzarle a gritar (¿Ven? no soy tan insensible).
―No hay nada…Es sólo que― suspiré (he comenzado mi cuota de suspiros, creo que podría extenderla un poco para seguir siendo bueno ¿Verdad?)― No quiero que se repita lo que pasó.
―Eden…―ella extendió su mano para acariciar mi mejilla.― ¿Es que te sientes culpable por todo esto…?
¡CARAJO!  ¡YA CALLATE DE UNA VEZ, DEMONIOS! (Ser bueno, debo ser bueno…) Suspiré nuevamente, negando con la cabeza.
―No es eso, cariño― dije con una sonrisa e inclinando el rostro hacia su mano.
Lucy suspiró a su vez sin convencerse.
― ¿Conoces a alguien que nos pueda ayudar en Gomorra, Eden?― se limitó a preguntar.
―Sí― respondí ignorando su tono.― Pero, en caso de que…
―También conozco a alguien. Pero…
―Iremos con otro. Sibila me dijo que si no lograban ayudarnos allá, tendríamos que buscar a más de sus conocidos.
―Así que en resumen, ninguno de los dos sabe qué pueda pasar.
Suspiré (Este es el tercer suspiro ¿No? Bueno, no recuerdo mi límite, pero  no creo que pueda llegar al cuarto con la lengua ponzoñosa de mi esposa, así que olviden lo de ser bueno)
―Precisamente.―dije asintiendo.
Lucy tragó en seco.
―Eden…
―Lu, cállate.
― ¿Por qué demonios me estás…?
― ¡Porque ya estoy perdiendo la paciencia! ¡Demonios, ya te dije todo lo que sé, todo lo que me preocupa!, ¡todo! ¡Absolutamente todo! ¡¿Qué  más quieres?! ¡¿Quieres que me arrodille y te suplique que me perdones por lo que te hice?! ¡¿Qué te diga que te amo y que no soporto la idea de perderte?! ¡¿Qué me da miedo hacerte el amor otra vez porque puede que te vuelva a perder?! ¡¿Qué no sé qué coño hacer para sacar a esa puta dentro de ti?! ¡DEMONIOS!
Golpeé el volante con la mano, preso de la ira y la histeria. No había más que rabia dentro de mi cabeza, siempre había sido así de impulsivo, mi paciencia jamás, JAMÁS, había sido demasiada. Pero,  no podía aguantarme en especial las pretensiones y suspicacias de Lucifer. Eso me molestaba más que nada…
…Aunque…que conste que reaccioné así porque me provocó. 
Ella tuvo la culpa, no tenía por qué mirarme de esa forma…
… Ella no tenía por qué temblar…
…ella no tenía por qué llorar…
…Ella no tenía la culpa de nada.
Ay, mierda.
―Lucy…―suspiré.― Amor, lo lamento…No te pongas así…
(De todos los demonios de los que me pude haber enamorado, tenía que ser del más llorón)
―Idiota― sollozó. ― ¡¿Por qué demonios piensas que…?!
Paró en seco. Y miró detrás de ella, sus lágrimas desaparecían, evaporándose poco a poco; dirigí la vista hacia el mismo sitio, en cuanto un chillido hizo vibrar la camioneta. Aparqué inmediatamente.
―No, Eden― suplicó tomando mi mano― No ahora, por favor. Arranca, tenemos que irnos…
Sabía que ella tenía razón, pero no podía evitar querer destrozar a esas cosas. Por ellas, principalmente, era que todo esto había pasado. Ellas me habían separado de Lucy, ellas habían hecho que Gabrielle entrara en mi vida…
…Un fuerte dolor me atravesó la sien, siempre ocurría cuando intentaba recordar lo que ocurrió ese día. Pero sabía que había sido por…
― ¡Eden! ―gritó Lucy― ¡Arranca! ¡Por favor! ¡No puedes enfrentarte a los ángeles ahora!
―No yo solo, querrás decir…― me quejé.
―Por favor, amor…por favor…― se sujetó a mi brazo con más fuerza. Suspiré.
―Por ti…― murmuré― lo hago por ti. 

16 mar 2012

Dos Almas//Demonio


Demonio

No te hubieses percatado del cambio en sus ojos de no haberlo conocido bien. Ese casi imperceptible viraje de azul a gris…
Eden se separó de mi renuente, como siempre, serio y, en apariencia, severo. Pero ¡qué va! Solo era un niño humano que necesitaba de alguien para sobrevivir…y ese alguien, era yo…
No he de negar que me sorprendí abiertamente al descubrir el verdadero sentimiento que me ataba a ese humano de pálidos ojos y cabello oscuro. El amor, el amor indudable, insaciable y aterrador que sentía por ese ser iba más allá de todo lo que podría imaginarme…No más al verlo te darías cuenta, superficialmente, de lo hermoso que era, esos fuertes brazos, su torso definido y no demasiado musculoso, un hombre hecho y derecho a la perfección. Pero no hay que dejarse engañar, no es su rostro o su complexión lo que te atrae verdaderamente, tampoco su voz profunda o su manera de amar…
Era su personalidad. Si, aunque me considero una persona superficial y ejem…sádica. Lo que verdaderamente me atrajo de este niño extraño fue su forma de ser: cruel y simpático, elocuente y tonto, locuaz y sarcástico…todo al mismo tiempo, todo a la vez. Su personalidad única, atrayente… una personalidad que ninguna humana fue capaz de ver a través de su belleza.
Ninguna humana, ninguna…
¡Tuve que ser yo! ¡Un demonio! ¡Quien descubriera todo el potencial en él! ¡¿Por qué demonios había caído tan bajo, por este egoísta, insensible e idiota humano?! ¡¿Cómo es posible que he de amarlo tanto?! A este dulce, cariñoso…
¡¿Ven lo que digo?! ¡Es una molestia! ¡Desde el principio lo fue! Él me llena de contradicciones…él siempre…ronda en mi mente todo el tiempo. Cada caricia, cada beso… provoca en mi miles de sensaciones distintas, sensaciones que jamás había conseguido con cualquier otro “ser”.
Pero también es una molestia el hecho que, tarde o temprano, tendría que separarme de él…Aunque lo amara, aunque renunciara a todo por él… aunque fuese ya una parte de mí… no podríamos seguir así por más tiempo.
Cada vez mi esencia desaparecía en el cuerpo del ángel, la drenaba con cada sentimiento que Eden desarrollaba por Gabrielle…
Gabrielle, ella, esa rata de alas blancas…Decidió apartarme de él solo por prejuicios y ahora nos encontrábamos envueltos en esta maldición. Limitándonos a sólo un contacto físico cada mes. Aunque yo siempre estaba presente dentro del ángel, veía a Eden, sus reacciones, su cambio progresivo en una lejanía dolorosa y cortante…
Aunque…cada vez, esa lejanía era más pronunciada. Hace unas cuantas semanas no había podido “verlo”, me asusté, me asusté demasiado a decir verdad…no, no quería dejarlo. No quería separarme de él y ante la expectativa de que eso sucediera me di cuenta de lo mucho que me importaba.
Viéndolo ahora, con esa expresión agotada en su rostro. Me producía un doloroso nudo en el estómago.
―Lucy…―susurró pasando su mano por mi mejilla― No llores…
Ni siquiera me había percatado de eso.
―Eden…―sollocé― ¿Qué es lo que pasa?... ¿Por qué esstás…así…?
―Que ya dejes de llorar…―rugió―No pasa nada, Lucy. De verdad…
Él siempre, tan sensible… ¡jump! Si claro…
Las lágrimas comenzaron a caer con más fuerza.
―Dime…la…verdad…―dije entre sollozos. Si, sé que parezco algo infantil…pero él tiene una habilidad increíble para desmoronar a la gente. (Y…  ¿dónde quedó el protagonista de la historia sensible, amable, que se preocupa por su chica?)
Suspiró y puso los ojos en blanco.
―No me gusta cuando te pones llorona.― se quejó con voz brusca.
―No…―aspiré, las lágrimas comenzaban a secarse― Me cambies de tema…
Suspiró otra vez… (Con tantas exhalaciones que produce al día, es increíble que no se haya ya muerto por falta de aire.)
―Entre más débil…―comenzó, luego se detuvo y negó con la cabeza.
―¡EDEN!―exigí, era exasperante verlo así.
―El lazo con el ángel disminuye…mientras más débil esté…
Puse los ojos como platos…Comencé a llorar a cataratas.
―¡LU! ¡YA! ¡CÁLMATE!...―rugió Eden tomándome por los hombros.― ¡Estoy bien! ¡Demonios!
―Pero… ¡Mírate! ¡Estás agotado!― refuté llena de ira y tristeza.
―¿No me quieres, Lu?― dijo con furia, pero su voz era casi un susurro. Sus ojos se oscurecieron con una abrumante intensidad, reflejando el dolor oculto en su interior.
―Eden…―susurré, sin poder contener las lágrimas― Si…sabes que es así.
―Entonces…déjame hacer las cosas a mi manera.― culminó con brusquedad.
Le acaricié el rostro mientras le pedía un beso de disculpa con los ojos, él se mostró reacio al principio, pero al respirar profundamente y presentir como nuestro tiempo juntos se agotaba, apoyó delicadamente sus labios sobre los míos. Traté de no echarme a llorar otra vez ante la preocupante calidez de su cuerpo. ¿Por cuánto tiempo más el cuerpo de Eden aguantaría semejante tortura?



Al final de todo, Eden terminó profundamente dormido en mis piernas.
Nos habíamos vestido y salido de aquella estresante habitación. Ahora, estábamos en el mejor balcón de la enorme casa, el cual había sido testigo de más de una noche de idilio amoroso…
Divagaba una y otra vez la situación en mi mente mientras acariciaba el cabello de mi joven esposo, quien tenía la respiración un tanto irregular y se acurrucaba cada vez más dentro de la sábana que cubría su cuerpo.
―¿Quieres más pruebas, Gabrielle?― siseé dirigiéndome al ángel que fingía dormir en mi interior.
―Hazte la misma pregunta, Lucifer.― debatió ella. La sentía junto a mí, susurrándome al oído sus odiosas palabras.― ¿No ves que estaría mejor conmigo? Sólo tienes que desaparecer, y Eden ya no tendría que torturarse de esta forma…
―Él no te quiere, Gabrielle― musité evadiendo la pregunta deliberadamente.
―Entonces morirá por ti.― juró. Me imaginé su expresión, completamente tranquila al tiempo que se encogía de hombros.― Por tu culpa.―sentenció.
―No…―cerré los ojos y apreté los dientes. En mi interior, sabía que no podía dejar salir mi ira hacia el ángel o de lo contrario éste consumiría mi cuerpo, pero ya no lo aguantaba más. Me calmé concentrándome en el rostro de mi esposo…
―No come lo suficiente, tampoco duerme… y se la pasa ayudándome en las purificaciones… ― ya, con esto, podía sentir su aliento frío rozándome el cuello…
Traté de calmarme con todo lo que tenía, la rabia la fortalecía.
―No permitiré que lo siga haciendo.―sentencié con absoluta tranquilidad a pesar del dolor que me embriagaba― Esperaré a que mi fuerza disminuya…―admití mientras sentía unas lágrimas heladas correr por mis mejillas, las cuales, antes de terminar de recorrer mi rostro se evaporaron con rapidez.
Gabrielle rompió a reír, hasta que su risa no fue más que un susurro. Fue allí cuando escuché la voz de Eden una vez más…
―¿Lu? ¿Estás llorando de nuevo?
Sonreí con sinceridad y negué con la cabeza antes de mirarlo a los ojos, los suyos delataban una preocupación gigantesca y rara en él. Comprendí entonces que el de ahora no era mi Eden, no podía ver el color de sus ojos bajo la luz de la luna, pero sabía que la persona que me hablaba ahora no era él…él no muestra preocupación con unos antipáticos ojos de borrego en matadero, él demuestra su preocupación con una expresión apática y una voz brusca…
―Vuelve, cariño…―susurré acariciando su rostro. Contrajo la expresión, y se levantó visiblemente molesto…
Me pasó un brazo por la cintura y me acomodó en su costado mientras acariciaba mi cabello con dulzura. Bienvenido de vuelta, pensé acurrucándome contra él, su respiración estaba acelerada. Habló temblando de rabia:
― ¿Por qué demonios dejaste que me durmiera, Lucifer?
―Estas agotado.― respondí con seriedad.
―No empiece…
― ¿Quieres morir, Eden?― lo interrumpí apoyando la cabeza  contra su garganta. Negó con la cabeza.― Entonces no hagas eso…
―Pero…Lu…― me besó en la coronilla  con la ternura que extrañaba tanto. (Sí, su amor/odio es algo realmente excitante a decir verdad). Suspiramos al unísono…
No pude evitar sonreír. Era algo tan típico de nosotros…un chiste privado para cada uno dado nuestro parecido. No faltó mucho para que rompiéramos a reír al mismo tiempo, nos levantamos para irnos a pasear por los terrenos de su gigantesca mansión…
El mundo podría haberse acabado y todas las fuentes, estatuillas, así como la elaborada jardinería se habrán ido a la mierda… Pero eso no importaba para nosotros, nos adentramos en aquella sombra de lo que antes había sido un terreno pulcro y ordenado, mientras llevábamos nuestras mentes al más antiguo paraíso.
Pero la felicidad no duró demasiado.
Sentí la fuerte presión en el pecho antes de que Eden se detuviera en seco y me tomara la cara entre sus manos.
―No… ¡Lucy! No tan pronto…por favor…no tan pronto…― su voz era exigente, pero al mismo tiempo dolida. Comprendí con una sonrisa lo que él debía estar viendo: mi cabello aclarándose tanto como mis ojos y mi piel― Lucy…Lucy…
―Eden…―susurré sin dejar de sonreír.― Te amo, cariño. Nos vemos dentro de un mes…
― ¡Lucy!...―pensó unos  segundos antes de abrazarme y gritar:― ¡Gabrielle! Te lo suplico, sólo una hora más ¡por favor!
Me quedé petrificada. Era la primera vez que él hacía algo como eso, me separé y vi directo a sus ojos, el dolor y la rabia inundaban sus facciones. Pero, al mismo tiempo y con dificultad, podía ver las oscuras ojeras bajo sus ojos y la sombra rojiza de sus mejillas.
―Ed…
―Lucy…no esperé tanto…― susurró con la voz descompuesta. Luego apretó los dientes y me tomó firmemente por los hombros― ¡NO PARA TAN POCO TIEMPO! ¡ME SIENTO COMO UNA MIERDA, GABRIELLE! ¡DEMONIOS! ¡ME ACOSTARÉ CONTIGO SI QUIERES, SADICA RATA CON ALAS! PERO ¡CONCEDEME UNA HORA MÁS! ¡ES MI ESPOSA, DEMONIOS!― comenzó a toser. Estaba agotado.― ¡SÓLO UNA HORA!― gritó al final.
Uy…creo que esta vez sí fue en serio, pensé para que el ángel me escuchara. 
―Está bien…―la voz de Gabrielle se oyó sumamente cabreada (Ahí lo tienes, bruja)―  Pero no se te olvide lo que juraste, Eden.
―Maldita perra sádica…―jadeó Eden antes de desplomarse sobre mí.
Lo envolví en mis brazos y me deslicé al césped húmedo con él. Se acomodó en mis pechos mientras temblaba con levedad. Me sentí orgullosa de él, pero aun así…
―Eres un idiota…―dije con un rugido.
―Lo sé…―suspiró― Pero sabía que ella estaba haciendo trampa…no ha pasado ni media noche…
―Pero harás…―divagué bajando la mirada.
Se echó a reír con desgana.
― ¿Crees que podría hacer el amor con ella en el estado en que me encuentro?
―Lo hiciste conmigo…―alcé una ceja. Él se rió aún más.
―No estaba tan agotado como ahora…―admitió― Tendrá que esperar bastante, la chiquilla.
Sonreí aún más orgullosa mientras le acariciaba el oscuro cabello y lo acunaba en mis brazos. Sabía que Eden se esforzaba por mantenerse despierto…
―En la salud y la enfermedad…―nos burlamos al unísono.
―Cariño, duerme un poco…―supliqué.
No pudo quejarse, sólo suspirar. Me rodeó la cintura con sus fuertes brazos, al tiempo que lo acomodaba en los míos… Era algo triste pasar lo que quedaba de nuestra hora solo en esto, pero al menos estábamos juntos y no habría interrupción alguna…
Puse los ojos como platos al darme cuenta de las pretensiones de Eden…Quería que viera por mí misma que él estaba en lo cierto: El lazo angelical disminuye con su debilidad. Ay, mierda…

No me di cuenta el instante en que me quedé dormida, pero al despertar, estaba otra vez encerrada dentro del cuerpo de la estúpida criaturita. Veía a través de sus ojos, con impotencia…veía a mi Eden profundamente dormido, solo que ahora estaba acostado sobre su cama y tenía un paño húmedo sobre la cabeza.
Escuché la voz del ángel como ecos dentro de lo que se supone era la “habitación de su mente”.
―Ahora verás Lucifer…lo que pasa por haberme desafiado…―rompió en una risita minúscula…
…al tiempo de que la imagen de Eden desaparecía y me sumía en la profunda oscuridad. Otra vez, pensé. Mientras me sentaba en el suelo y rodeaba mis piernas con los brazos, la impotencia hacía que la cabeza me doliera con intensidad.
El tiempo transcurría de forma desigual dentro de la mente del ángel, con frecuencia me preguntaba qué pasaba allá afuera, luego me imaginaba los espantosos rituales de purificación demoniaca y me daban escalofríos. ¡Qué desagradable era estar atrapada ahí dentro! ¡Por no decir aburrido! Al menos me podrían aparecer unas cartas y jugar unas partidas de solitario o… ¡no lo sé!... ¡Pero demonios, estar aquí ya de por si es una mierda!
― ¿Aburrida, Lucifer?― la voz de Gabrielle se oyó en un eco estridente dentro de la oscuridad.
― ¿Tú qué crees?― dije mientras me balanceaba sobre mi columna mientras abrazaba mis rodillas con fuerza… (¿Qué? Estaba aburrida…).
Su risa ronroneante me hizo parar en seco.
―Creo que te he conseguido algo interesante que ver, compañera…―dijo, su tono daba a entender una muda sonrisa.
Fruncí el ceño de forma automática y me puse de pie de un salto, para caer de rodillas de golpe al ver la imagen que se formó a mis pies…
…dentro del lago ondulante, que me servía de vista para el exterior, estaba el rostro de Eden. El cual, consumido por una expresión dolorosa, apretaba sus ojos con fuerza. Pero luego, al abrirlos, reconocí sus pupilas dilatadas de éxtasis, su respiración acelerada producto del acto, del cansancio…y más aún sus inconfundibles jadeos extenuados…
Dentro de mí, algo se quebró y la ira recorrió mis venas con rapidez, comencé a sudar de la rabia, y a temblar incontrolablemente…pero toda sensación se esfumó en cuanto escuché los suaves gemidos de Gabrielle…
No pude más, fue demasiado para mí, llegué al tope de la ira y los celos. Mis hombros se destensaron, me sentí vacía, sola y triste, extremadamente triste. No podía hacer nada, me quedé allí, indignada y dolida, escuchando los jadeos de mi esposo y los gemidos del ángel. Aparté la mirada, pero la imagen del cuerpo de Eden perseguía a mis ojos incontrolablemente, veía su torso tensarse, sus pectorales sudar, su cuello dilatarse…sus labios pasando por los pechos del ángel…
―Ahora ella va abajo, ¿eh?― susurré, Gabrielle había roto en alaridos y gemidos de deseo y placer.
Sus cuerpos parecían compactarse a la perfección, yo no podía ver mucho, pero el solo observar de cerca el cuerpo de mi esposo a través de los sádicos ojos del ángel bastaba para saberlo.
― ¡Eden!― comenzó a gritar Gabrielle. Di un escalofrío. Mi labio inferior comenzó a temblar…
― ¡Lucy!― ladró Eden una y otra vez…
El alma me volvió al cuerpo al recordar una frase que él mismo me había enseñado: “No es a quien engañes, es a quien pidas…”. Jamás le había entendido nada, ahora sí. Caí en el suelo, completamente agotada, llorando y gimiendo como nunca antes lo había hecho…

En cuanto sentí algo dentro de la mente del ángel, la estancia se nubló, oí gritos por todas partes. La temperatura de la estancia aumentó de forma perturbante. Mi cuerpo pareció fundirse en el suelo, no podía moverme, comencé a gritar de forma instintiva…
Mi piel comenzó a romperse en mis brazos y mis piernas, no faltó mucho para que el dolor hiciese su aparición, todo el cuerpo comenzó a arderme con intensidad. Por instinto me revolví una y otra vez mientras oía el desagradable sonido de mi piel despegarse de los músculos, comencé a resbalarme por el líquido que desprendía mi cuerpo, estaba caliente, como el resto de la habitación ¿de verdad esa era mi sangre? No podía asegurarlo, no podía ver gracias a las lágrimas que inundaban mis ojos. Mi cara comenzó a estirarse, o al menos así lo sentía, mis gritos fueron eclipsados por mis propios labios…


― ¡Lucy!, Mi amor... Despierta, estoy aquí― el calor de unos brazos me envolvió…
Su sudor en mi piel despertó una creciente sensación dormida, me aferré a esa ilusión con fuerza. Me había desmayado, lo sabía, era imposible que el mes acabara tan rápido…
―Lucy…―susurró su voz áspera en mi oído. Abrí los ojos…
―Eden…―susurré acariciando su rostro, se veía tan real.
―Lucy, no sabes cuánto lo siento…no sabes…no…ella…yo no…―tartamudeó. La lindura de su rostro me llevó a apoyar mis labios sobre los suyos.
―Ojalá este sueño durara para siempre…―balbuceé contra sus labios.
―No soy un sueño, Lucifer.― rugió con suavidad. Puse los ojos como platos.
― ¿Qué…?
―No creí que algo como esto fuese suficiente…―murmuró― pero esto solo nos dará algo de tiempo…
―Explícate.―siseé. La molestia vino a mí al instante.
―Escúchame― exigió― Fue después de que le hice… “la promesa”― su expresión se contrajo, asqueado― De verdad no quería hacerlo, por eso empecé a buscar formas desesperadas de ahuyentarla…entonces me encontré con esta bruja, y me dijo que…que lo hiciera con ella. Que después entendería y, yo…te llamé…y no…pude creerlo…hasta que…tú…Lucy…Lucy…―su voz se fue apagando lentamente a medida que caía rendido en mis brazos.
Por alguna razón extraña, yo también estaba agotada. La piel me comenzó a palpitar en su totalidad, dejé el peso de mi esposo caer sobre mí para, finalmente, caer inconsciente en la cama…




El susurro de Eden me hizo abrir los ojos de golpe. Estaba agotada y mareada, no recordaba muy bien lo sucedido esa noche…
―Tienes que comer algo, Lu. Levántate…― al decir esto, me tomó por los hombros y me sentó en la cama con un cuidado feroz.
Yo estaba en un estado taciturno, no podía pensar con claridad, así que dejé caer mi cabeza sobre su hombro y me acomodé en su costado ¿Había sido tan rápido el paso del mes? ¿O acaso Gabrielle se había convalecido de nosotros?
Pensé las cosas con detenimiento, cuando la imagen de Eden haciendo el amor con Gabrielle inundó mis ojos. Di una arqueada, mientras todo volvía a mí con rapidez, él quería decirme algo la otra noche ¿Qué demonios había sucedido?
― ¿Dónde estoy?―dijeron mis labios, busqué sus ojos grises con rapidez― ¿Dónde Estamos?
―En mi casa.―dijo una voz femenina, interrumpiendo a mi esposo de forma inesperada.―Me alegro de verte despierta, cariño.
Ante mi estaba un rostro que duré mucho tiempo en reconocer. Ella había estado presente en nuestra boda, jamás la había visto antes de eso, conservaba su rostro tan pulcro como ese día: blanco como la nieve, labios coloreados de un rojo intenso que hacía resplandecer inmensamente sus ojos azules, el cabello color ocre caía en gruesas ondulaciones por sus fuertes hombros, cada punta besaba sus prominentes pechos ocultos por una bata de seda negra…
― ¿Quién eres?―pregunté con el ceño fruncido al ver la descarada indumentaria de la mujer frente a mí.
Un reflejo de luz intensa iluminó sus ojos al sonreír,  dirigió la vista a mi esposo antes de responder:
―Tengo muchos nombres, cariño, pero puedes llamarme Sibila.
Algo dentro de mí comenzó a revolverse, no supe qué.
Pero en cuanto aquella mujer dijo su nombre una punzada de dolor atravesó mi pecho, al proferir un quejido inconsciente, Eden me apretó los hombros con fuerza antes de recostarme de nuevo en la cama.
―Eden…―gemí asustada. El dolor crecía conforme la mujer se acercaba y rodeaba la cama para colocarse frente a mi esposo― ¡EDEN!
Grité desesperada en cuanto el dolor comenzó a extenderse, comenzaba a sentir como me quemaba el pecho, como si algo se abriera en mi interior…como si…estuviese en medio de la conversión.
―Shhh…―susurró Eden con voz seria mientras me apresaba los hombros a la cama. Comencé a retorcerme a causa del dolor― Sibila, termina esto rápido.―ordenó con voz seria.
No dejaba de gritar por nada, el dolor refulgía en mi interior quemando el resto de mi cuerpo, me ahogaba por completo. Ya no lograba escuchar nada más que mis gritos, que hacían eco en toda la habitación.
―¡EDEN!― llamé una y otra vez
―Pasará pronto, Lu.―aseguró con un susurro mientras se aferraba aún más a mis hombros, alcé mis manos y tomé sus brazos.― ¡Sibila, hazlo ya!―gritó con fuerte exigencia.
―Espera un poco― dijo Sibila con tranquilidad, mientras tomaba mi cabeza entre sus manos. Su contacto carcomió mi piel y contrajo todos mis músculos…
¡¿A qué demonios se refiere esa perra con esperar?! ¡Me duele, demonios!
―¡SUELTAME!― grité agitando la cabeza con exasperación― ¡SUELTAME! ¡TU…!
―Cállate, Lucifer.―siseó ella― Ya basta, Gabrielle.―ordenó, de la sorpresa me quedé completamente muda.―Perdiste el control, no puedes hacer nada…
―NO―soltó mi boca sin que pudiese evitarlo.
― ¿Esa es acaso la única palabra que sabes decir, Gabrielle?― se burló Sibila.― Ya se acabó, no seguirás con esto…―sentí como su dedo pulgar se apoyaba en el centro de mi frente, aplicó mucha más presión…
…Sentí su dedo fundirse bajo mi piel, adentrarse en mis huesos con una oleada insoportable de dolor, pero en seguida se fue apaciguando. Oí un grito dentro de mi mente, un gemido angelical, Gabrielle estaba siendo apresada…
Respiré profundamente en cuanto el dolor desapareció. Las manos me hormigueaban al aflojar el contacto con los brazos de Eden, abrí las manos con lentitud, mis huesos crujieron. Poco a poco, vi el rostro de mi esposo,  no había emoción perceptible en sus facciones, no había nada de hecho. Parecía, de alguna forma, destrozado, como si todo sentimiento hubiese desaparecido de su corazón.
―Lu…―llamó Eden con un sollozo inesperado― Lu…Lo siento…Lo siento tanto…
No podía procesar las cosas con rapidez, así que me quedé congelada mientras me envolvía en sus brazos. Sibila puso una mano en mi hombro, no provocó nada, pero estaba tan helada que no pude contener el estremecimiento.
―Escucha, con lo que he hecho, Gabrielle no intervendrá más entre ustedes. Pero, para eso tienen que irse de este lugar lo más pronto posible…

Las cosas sucedían a mi alrededor mucho más rápido de lo que podía percibir. Eden me había levantado de la cama y me sostenía junto a él con un brazo alrededor de mi cintura, sentía su garganta vibrar contra mi frente apoyada en ella, él había estado hablando todo este tiempo, pero no escuchaba palabra alguna. Veía a Sibila difusa, pasar a nuestro alrededor tomando cosas en sus manos y poniéndolas en bolsos bastante grandes, al parecer, ella le estaba respondiendo a mi esposo.
Luego, con una delicadeza muy anormal en él, me llevó de nuevo al cuarto donde me había despertado momentos antes. Me acarició el rostro con suavidad, y yo respondí al contacto con un largo suspiro, me fundí en sus ojos grises, tristes y preocupados.
―Lucy, hay que irnos, bella.― me dio un beso en la frente antes de llevarme a la cama, se sentó frente a mí y tomó mis manos con fuerza.― ¿entiendes?
Negué con la cabeza varias veces.
―Bien, escúchame entonces― suspiró―Lucy, el trabajo de Gabriel se ha desviado, ha cometido el mayor de los pecados, y ahora está en el proceso de Caída...
― Le arrancarán las alas― musité.
―Así es, cariño, pero no podemos permitir que la encuentren si aún está dentro de ti...o te enviarán al infierno junto a ella.
Tragué en seco, no quería que eso sucediese, no con la posibilidad de separarme de Eden definitivamente. No podía entrar al infierno otra vez o no había salida alguna hasta dentro de miles de años...
―Tenemos que irnos, para encontrar la forma de separarlas. Ya yo no estoy influenciado por los lazos del ángel. Así que saldremos de Sodoma, mañana en la mañana, buscaremos a alguien q se decida a ayudarnos...
―Pero, Eden, hay demonios y ángeles por todas partes...―refuté insegura.―Será muy difícil...
―Lo sé, Lucy. Lo sé muy bien, pero no estoy dispuesto a perderte, encontraremos la manera. Iniciaremos en Gomorra, pero, sino encontramos nada, tendremos que ir aún más lejos...
Negué con la cabeza.
―Eden, ¿no lo entiendes? Nosotros...
―Lucy... ¡Eso no me importa! ¡Nada me importa! No quiero desperdiciar esta oportunidad― rugió furioso― ¡NO PERMITIRE QUE TE ALEJES DE MI POR NINGUN MOTIVO!
Su tono de furia y su expresión iracunda sólo reflejaban una cosa: inseguridad. Eden no tenía ni la más mínima idea de lo que debía hacer, no sabía a qué se enfrentaba. Pero eso, aunque fuese desesperante (e inmaduro) no me importaba en lo más mínimo...Eden estaba dispuesto a todo.
―Te amo.― susurré lo más bajo que pude.
Lo vi enrojecerse levemente. "Todo el tiempo que ha pasado...y aun así..." Sonreí y me alcé para apoyar mis labios sobre los suyos.
―Lu...―susurró contra mis labios, me acarició el rostro y se alejó lentamente― Partimos mañana en la mañana...necesito saber si estás bien...
Asentí, completamente muda. Era la primera vez que Eden se alejaba de mí de esa forma, su dulzura me confundía bastante. Miré sus ojos en busca de vestigios de matiz azulado, en busca de algún rastro de los lazos del ángel...pero nada, absolutamente nada.
―Eden...―susurré. Creo que no era capaz de entender lo que sucedía, por lo que mi pregunta fue bastante forzada:―  ¿qué pasa?
―Lu...―desvió la mirada, algo molesto, usando esa tan típica máscara de indiferencia.
―No pareces tú, amor. ¿Qué tienes?―dije mientras acariciaba su rostro.
Suspiró.
―Lu...―suspiró otra vez― Jamás, jamás he estado tan cerca de perderte como ahora...y no estoy dispuesto a hacerlo, no...No tenía idea de lo mucho que...Te necesito, te quiero, te amo, Lucy.
Me alcé para besarlo, completamente sorprendida. Su actitud, aunque diferente, hacía despertar en mi un sentimiento agradable, él me respondió el beso con ansiedad y dulzura, como siempre; pero me detuvo cuando empecé a descender de su boca al cuello...
―Lu, tenemos que levantarnos temprano...―argumentó, decidido.
―No te preocupes por eso― lo rodeé con mis brazos y me senté sobre él― Te despertaré, cariño...―apoyé mis pechos contra su torso, en tanto besaba su cuello pausadamente― Como lo hacíamos antes ¿recuerdas?
―u hum...― murmuró afirmándolo, en tanto apoyaba mi boca contra la suya. Pero recapacitó rápidamente― Lu...Lu...no...― me apartó de él un poco― Por favor...Tenemos que dormir, cariño, no podemos estar cansados...
―No seas aburrido, Eden. Sabes lo que quieres...―susurré mientras colocaba mi mano en su vientre y descendía...―Será rápido...
―Lucifer...―susurró, alzando su mano y entrelazándola en mi cabello antes de apoyar sus labios contra los míos y besarme por un largo momento  en el que me apoyaba en la cama y alejaba mi mano lasciva y pecaminosa de su cuerpo. Descendió de mis labios hasta el cuello mientras jadeaba― Lucifer, Demon Et Meledicte...no me tentes, Lucifer, por favor...
―Entorpecerás mi trabajo entonces, Eden Enoxeth...―reí al tiempo que buscaba arrancarle la camisa del torso. Pero me detuvo otra vez― ¿Qué pasa, Eden?―jadeé en cuanto besó mis clavículas y alzó mi espalda dolorosamente para besarme por debajo de las costillas, ese era un movimiento, que él sabía, no me gustaba en lo absoluto.
―Tenemos que estar atentos, Lu. No podemos distraernos con esto...
― ¿Qué estas...?
― ¿Tienes idea...― me cortó― de mucho que te he añorado estos meses?― se separó de mi por completo, sus palabras fueron expulsadas con rabia y desenfreno.
....Espera un momento...dijo... ¿meses?...meses...
― ¿Meses?―repetí― ¿Meses, Eden? ¿Meses? ¡¿Meses?!
Suspiró.
―Sí, Lucy...tres meses...―entornó los ojos y se separó de mí, clavando la mirada en las sábanas― Dos como Gabrielle y uno en estado comatoso, a veces despertabas, pero no eras tú en realidad, no, hasta hoy. Pensé que jamás despertarías...y ahora que lo hiciste, tengo que encontrar la forma de sacar a Gabrielle de allí...
―Meses― susurré asintiendo a modo de comprensión.
Él alzó una ceja y me miró con burla. Negué con la cabeza varias veces, avergonzada, estaba tan choqueada que no lograba coordinar bien las palabras.
―Eden, yo...no tenía idea...no entiendo cómo...
―Pasó un mes desde que me acosté con Gabrielle, Lu.― aclaró rápidamente ante la interrogante que, por celos, se formaba en mi cabeza.
―Entonces quiero hacer el amor contigo, ahora mismo.― me oí decir.
―No, Lucifer. De todas las preguntas que me pudiste haber formulado ¿era esa la única que te interesaba?
―La verdad sí, porque ahora te tengo para mí. Gabrielle no podrá interferir...ya no tiene influencia sobre mi cuerpo, ni el tuyo, y eso es lo único que me interesa. Mañana emprenderemos la búsqueda, y no tendremos tiempo para hacerlo...así que...
―Lucy, sólo espera un poco ¿si? Yo también quiero hacerlo, pero, tenemos que esperar, al menos hasta que lleguemos a Gomorra.
― ¿Gomorra? Gomorra está a dos días en auto, Eden...―reproché.
― ¡LUCY!―rugió exasperado, había perdido la paciencia, las venas de su cuello se dilataron― ¡Entiende de una vez! ¡No quiero arriesgarte tan pronto! Gabrielle sigue allí, no quiero que mientras lo hagamos...
Puse los ojos como platos.
―¿Y te costaba mucho decir eso desde el principio, Eden?― rugí a mi vez― Idiota orgulloso.
―Ve a dormir.―dijo levantándose de la cama...pero me miró y se echó a mi lado envolviéndome en sus brazos sin decir nada.
― ¿No ibas a algún lado, esposo?―reí acurrucándome en su cuello, entrelazando nuestras piernas.
―Cállate.

Sodoma, 5 años antes...
 Existen miles de razones por las cuales un demonio se encuentra oculto entre los humanos, en mi caso, sólo se trataba de simple y llano aburrimiento, tenía ganas de tentar a alguien. De dormir con ese alguien y causarle una que otra desdicha, ya estaba extenuada de tantos demonios, y ese humano, el cual sería elegido como "Futuro Papa" era el mejor que podría influenciar.
Bien parecido, fornido, de extraños y serios ojos grises. De actitud distante y severa, de presencia dulce y extraña, protegido por el Cielo. Más perfecto imposible. Sonreí para mis adentros mientras lo observaba, éste sería sin duda uno de mis mejores trabajos.
Me acerqué con cautela, después de todo, éste lugar no era muy concurrido, estábamos al aire libre y las presentaciones no serían tan sencillas como en un bar o una fiesta.
Simulé tropezarme con su hombro, ambos nos detuvimos.
―¡Oh! !Lo siento mucho!― dije con simulado arrepentimiento.
―No te preocupes.―farfulló con indiferencia y siguió su camino.
Su reacción fue bastante extraña a decir verdad, no esperaba que me ignorase de esa forma, menos aun teniendo en cuenta que me miró directamente a los ojos. Ese humano era bastante extraño.

Seguí observándolo por al menos unos tres días antes de dar el paso esencial, no era un chico muy abierto a los demás pero si elocuente y atractivo. Podía jugar con cualquier mujer que despertara el mínimo interés en él, e incluso en ese momento contaba con una novia disimulada. Su familia era dueña de una de las más grandes empresas dentro de Sodoma, además su mente parecía estar inundada con codicia concentrada; pero hasta que no me presentase ante él como demonio (y me acercara lo suficiente) no podría asegurarlo. Su mente y sus acciones eran sumamente enigmáticas a pesar de tratarse de un ser humano.


Sodoma, Hoy

Desperté abriendo los ojos con lentitud. La garganta de Eden impedía que la luz chocara directamente con mis ojos, lo rodeé con mis brazos tras exhalar un suspiro efuso.
―Bueenos días― dije, mientras bostezaba; sabía que él no estaba despierto, asi que lo besé en el hueco de sus clavículas antes de seguir.―Me dijiste que teníamos que levantarnos temprano, cariño...
―Lo sé, Lu― suspiró, revolviéndose para levantarse. Su rostro fue iluminado tenuemente por la luz del amanecer en cuanto se encontró con el mío...
Sus facciones eran besadas con lentitud con los diminutos rayos, lo cual hacía de ellas un hermoso desnivel de claro-oscuro, el cual era difícil de perceptir en la densa oscuridad así como a pleno día, sus ojos brillaban con una pequeñísima luz blanca, que con dificultad hacía relucir sus penetrantes ojos grises...
―Hagamos el amor...―dijeron mis labios, extasiados por la belleza de mi esposo.
―Lo haremos, Lucy, cuando lleguemos a Gomorra...― me besó en la sien con suavidad, descendió a mis labios y rugió en cuanto mi pierna se enganchó a su cintura― Lucifer...― se quejó, pero no apartó sus labios de mi piel― Deja de ser tan impaciente por favor...
Aflojé mi agarre con renuencia, mientras él, con la misma renuencia, se apartaba de mí y abría las cortinas. El amanecer venía poco a poco, cuando la luz logró iluminar el cuarto al fin, fue que noté las bolsas bajo sus ojos.
―No dormiste nada.―aseguré, mientras me bajaba de la cama y me quitaba el vestido de seda que llevaba puesto, quedándome sólo en ropa interior.
―Cállate.―dijo él al tiempo que se acercaba a mí, con una camiseta negra y me la colocaba.― y ve a buscar unos jeans...
Lo miré de hito en hito.
― ¿Jeans? ¡¿Estás bromeando?!― Ahora sí, estaba convencida de que Eden no pretendía tener sexo conmigo.
―No.
Seguía renuente, pero asustado. Hice rápidamente lo que me ordenaba y enterré mi cara en su pecho, amplio y fuerte.
―vamos― dije, mientras lo halaba hacia afuera.
Era duro (y muy, pero muy gracioso) ver lo serio que estaba, me tomó mucho tiempo (del cuarto, a la cocina de Sibila, en realidad...) Averiguar que era lo que pasaba: estaba haciendo un berrinche interno.
Apreté su costado con suavidad, mientras retenía las ganas de echarme a reír, Eden pareció darse cuenta de mis intenciones, por lo que se zafó de mi abrazo y me tomó de la mano con renuencia. Vi su labio inferior sobresalir levemente.
¡Ah! ¡Este niño grande!, pensé con una sonrisa, que se desvaneció no más al ver a la Sibila.
Llevaba puesto un vestido aún más sugerente que el del día anterior: totalmente adherido a su figura, de seda color ónice que caía en cascada por sus piernas, mientras que en la parte de arriba estaba sujeto al cuello, dejando ver claramente la línea entre sus pechos. Sus labios se curvearon hacia arriba al ver el rostro de mi esposo.
―cumpliste de mala gana, pero cumpliste...― ronroneó, Sibila con su voz dulce y burlona― ¿Notaste algún cambio durante la noche, Eden?
Sentí como me apretaba la mano firmemente. Por un segundo, sentí un gran vacío...
―No― respondió. Suspiré de alivio.―Podemos marcharnos, ¿cierto?
―Espero que sí― dije, en voz alta, clavando mis ojos en los de la adivina.
Ella asintió con una sonrisa.
―Tengan cuidado.― dijo, y se acercó a mí con un paso que no alcancé a ver, acercó su rostro al mío y me susurró en el oído: ― No permitas que salga, por más que luche. La vida de Eden depende de ello...
Asentí con la respiración contenida, no sabía en realidad quien era esa mujer, pero su sabiduría sobresalía por cada uno de sus poros. Sentí un muy conocido choque eléctrico en la sien, Eden me estaba observando, analizando mis reacciones. Suspiré, y negué con la cabeza, indicándole que todo estaba bien.
Suspiró a su vez, apretando mi mano con suavidad.



Seguimos a Sibila hacia la entrada de su casa, el piso de piedra pulida de las habitaciones no cambió en ninguno de los rincones, así como los estantes de caoba y las delicadas decoraciones. Lo que me hacía pensar en el escaso nivel de humildad de aquella casa. Al salir al exterior me di la vuelta, era completamente distinto a lo que me imaginaba...
...Muchísimo más distinto a lo que me imaginaba...
La casa parecía mucho mas pequeña de lo que era en realidad, totalmente pintada de blanco con espacios cuarteados y las esquinas deterioradas a tal punto que se podían observar los ladrillos, el techo era de láminas de zinc rotas y mal distribuidas, la puerta poseía las mismas rejas que las ventanas, de un color beige muy sucio, cuyas figuras trazadas por los barrotes eran por demás rudimentarios y sin gracia alguna.
"Típico de una bruja", pensé, "siempre buscando la forma de esconderse"
Salimos al pequeño jardín lleno de pasto seco, el cual tenía un camino de piedra cuarteada que daba a la salida. En realidad, parecía una imitación triste de la casa de mi esposo...
¿Y por qué he de describir todo esto?, se preguntarán, pues la realidad es que quiero desviar el hecho de que Eden iba de mi rostro al redondo y sensual culo de la Sibila que no dejaba de menearse mientras caminaba.
Agradecí el momento en que llegamos al gran castaño bajo el cual estaba el enorme (y muuuy discreto) todoterreno de Eden.


La verdad, no estaba interesada en lo mas mínimo de la conversación de la Sibila con mi esposo, así que sólo esperé dentro de la camioneta, acurrucada en el asiento de cuero, a que él arrancara.
Una vez que lo hizo, colocó una mano sobre mi rodilla. Esa señal la conocía bastante bien, me cambié automáticamente del asiento a sus piernas, escondiendo mi rostro en su garganta.
―Háblame...―susurró.
―No sé qué quieres oír, Eden...―reproché, si, estaba algo molesta...
...Principalmente por el hecho de no poder acostarme con él como quería y celosa de la sensualidad de aquella bruja.
Suspiró.
―Dime que te sientes bien.― pidió con voz queda sin dejar de mirar la carretera que ahora se extendía ante nosotros.
―Me siento bien, Eden― dije poniendo los ojos en blanco.
―Dime que no "la" sientes...
Lo pensé unos instantes, sabía que hablaba de Gabrielle, pero no qué pretendía. La busqué con cautela, sin llamarla en ningún momento, el ángel no estaba allí.
―No, Eden, no la siento...―respondí alzando la vista, pero no pude ver sus ojos...
El automóvil arreció a una velocidad inigualable, apenas sentí cuando Eden pisó el acelerador. Movió el volante con agilidad mientras yo me aferraba a su pecho, giró unas cuantas veces en las que sentí como si fuésemos a volcar, hasta que por fin se detuvo con un sonido estrepitoso. Vi el polvo a nuestro alrededor, pero no lograba oír nada con los vidrios a prueba de sonido.
―Espera aquí― me dijo con la respiración un poco acelerada.
Se apeó del carro, buscó unas cuantas cosas en la parte de atrás...
...Fue entonces cuando vi a dónde habíamos llegado...
Sonreí.
Aquella, era la pequeña propiedad del Vaticano en Sodoma, aquella, era la cómoda cabaña donde antiguamente Eden se escapaba de vez en cuando, aquel, era el lugar donde nos habíamos conocido...
Eden me sacó de mis pensamientos abriendo la puerta de la camioneta con tanta fuerza que casi la arranca y plantó un beso exigente en mis labios...
Rodeé su cuello con mis brazos al tiempo que él se colocaba sobre mí y me sacaba del todoterreno sin dejar de besarme. A duras penas escuché cuando cerraba la puerta, me subió a su cintura con audacia mientras entrabamos en el lugar; una vez dentro pegó mi espalda a una de las paredes y besó mi cuello con fiereza...
Gemí de placer, mientras Eden mordía mi cuello con suavidad y yo me aferraba a los suaves cabellos de su nuca.
El calor de su cuerpo aumentó al mismo tiempo que los latidos de mi corazón, le arranqué la camisa de un tirón mientras él hacía lo mismo con la mía. Recorrió mi cuerpo hasta los muslos y rugió:
―Quítate esa mierda.
Me reí mientras besaba su cuello, Eden odiaba los Jeans, pero aparentemente tenía que guardar las apariencias con Sibila. En fin, no supe el momento en que la prenda dejó mi cuerpo, me incliné sobre él y de alguna forma llegamos al suelo (que, para mi sorpresa, estaba lleno de sábanas).
Continuamos arrancando indumentaria hasta que al fin nuestros cuerpos desnudos se encontraron, detallé su cuerpo con mis manos, sus labios pasaron de mordisquear mi cuello a besar mis pechos, e hicimos el amor como tanto habíamos ansiado desde el día anterior...


Sentir el sudor de Eden en mi piel era algo indescriptible, el olor suave y dulce de su piel impregnaba mi nariz y me hacía saborearlo en la lengua.
Estaba recostada de su pecho, sintiendo su respiración acompasada, se había dormido profundamente. Me alcé sobre él, para observar su rostro, cuando un escalofrío recorrió nuestros cuerpos seguido de un agudo chillido animal. 
 ―Eden...―susurré en cuanto colocó su mano en mi cabeza.
― ¿Puedes mover el todoterreno?―preguntó levantándose.
Asentí, me sentía bien y no era necesario salir de la cabaña para mover el automóvil al garaje. Suspiré, no pensaba que las cosas sucederían de esta forma, no pensaba que los llamados "ángeles" rodearían esta zona...

Después de mover la camioneta y extender la barrera (sin moverme un segundo del costado de Eden) me incliné para besar a mi esposo, quien tenía una expresión indescifrable. Me envolvió con sus brazos y yo me acurruqué abrazándolo.
―Eden, estás temblando...―susurré.
―Estoy bien, Lu. Sabes que esas cosas...
―Te repugnan, lo sé. Pero...―lo pensé unos instantes, Eden aún temblaba de rabia.―Sólo...descansemos, mañana tenemos que partir a Gomorra...
Gruñó asintiendo, pero aun así recorrió mi cuerpo desnudo con una mano y pegó mi cadera a la suya... Naturalmente, Eden no pretendía dormir aún.

9 mar 2012

Dos Almas//Humano


Humano

Otra vez, otra vez se quedó dormida con el lápiz en la mano…
Suspiré, mientras tomaba las hojas y los lápices regados por la habitación. Ella estaba sumergida en el más profundo de los sueños, sus manos de un tono blanco como la nieve estaban coloreadas de grafito y carboncillo, al igual que sus pálidas mejillas. Pero no por eso dejaba de ser hermosa, la rubia cabellera caía sobre sus hombros, ondulante y provocativamente…no obstante me reprimí de tocar su rostro durmiente al ver lo que dibujaba…
Un ángel de alas rotas…
―¿Por qué?― susurré en voz alta, sin querer.
¿Por qué nunca se podía sacar eso de la cabeza? Ya había pasado mucho tiempo desde aquello, pero siempre tenía que volver atrás cuando más creía haber avanzado…
―¿Eden?― dijo ella de forma imprevista con voz de sueño. Parecía incluso más pequeña con esa tonalidad
Forcé una sonrisa, al encontrarme con sus brillantes ojos azules. Al ver cómo estaba, me horroricé al instante, su cabello se oscurecía cada vez más.
―Gabrielle…―tartamudeé― Tienes que descansar un rato…
 Negó con la cabeza automáticamente y se puso de pie para afirmar lo que decía.
―Tengo que iniciar el ritual―sentenció. Su voz, aunque fina, sonó cortante.
Suspiré (algo muy común en mi…).
―Gabrielle…―me quejé, poniéndome de pie con ella. Quien era por mucho más bajita que yo, a pesar de no ser una niña, lucia exactamente como una. Sobre todo con ese tan visible puchero.
―Cállate Eden y camina, hoy seré rápida. No necesitas estar presente…simplemente ve a tu habitación y no me molestes más…
Suspiré (¿Ven como si es un rasgo común en mí?)
―Llámame si necesitas algo, Lu…―dije con intención. Ella me lanzó una mirada envenenada antes de marcharme…
Como no, esta noche estaba mucho más cansado que antes, por lo que caí rápidamente en un sueño profundo en cuanto mi cabeza tocó la almohada…

Me despertaron sus gritos.
…Otra vez…
Salí disparado a su habitación. Gabrielle se retorcía en la cama lanzando gritos a diestra y siniestra. Entorné los ojos, cerré la puerta tras de mí y esperé recostado de ella. Tenía que ser paciente, pronto acabaría…
Las venas de su cuello se mostraban latentes, sus manos y pies agarrotados arrastraban las sábanas de la cama, su cabeza comenzó a moverse de un lado al otro con rapidez…
Cerré los ojos en cuanto sus gritos finos se volvieron en rugidos entre dientes. A través de mis párpados veía la escena desarrollarse dentro de mi mente, como su cabello se tornaba del rubio platinado al negro azabache, como sus ojos pasaban del azul al granate…
―Eden…―llamó una voz madura, una voz de mujer. Poco a poco…abrí los ojos…
―Lucifer…―dije.
Sonrió, como siempre, su sonrisa me obligaba a imitar el gesto. Tan hermosa, tan natural, tan…prohibida…
―¿Eden, qué te ha hecho?― dijo, mientras se levantaba y me rodeaba con sus brazos,―¿Por qué…?
―Shh…Lu…―susurré mientras alzaba su rostro hacia el mío y apoyaba mis labios sobre los de ella.―Lucy…
―Eden…―sollozó, en cuanto volví a apoyar mis labios en los de ella.
No podía dejar pasar esta oportunidad…estar juntos esta noche… Para luego separarnos durante 30 días más…


Sentí como alguien me acariciaba la mejilla mientras me recuperaba de la gran faena de placer…
Lu, Lucy, Lucifer…ella era mi todo, mi vida y mi perdición. Pero jamás podría dejar de amarla, aunque eso significara perder a Gabrielle definitivamente…
Si, estaba enamorado de dos mujeres  condenadas a habitar en un mismo cuerpo, un mismo ser de almas distintas…Eso me había pasado por tentar a la suerte entre un conflicto ancestral, y de qué demonios tendría que culparme, sólo me había enamorado de la mujer equivocada en el momento equivocado…
Me dolía la cabeza el tan sólo pensar en todo lo que había pasado hace solo 3 años y medio (¿o había sido más?...). De cómo me había dejado tentar tontamente por un demonio aburrido, cómo había establecido un pacto con  ella…y cómo ella había decidido renunciar a todo por estar conmigo. ¿Y qué sucede? Pues interviene el Cielo y encomienda a un ángel para que la selle…en resumen, algo salió mal… (Todavía me pregunto el qué), y ahora ángel y demonio ocupan el mismo cuerpo.
Y si esto no les parece suficiente, el ángel fue mandado a la tierra para poner fin a la oleada de demonios que hondaba en este mundo post apocalíptico... ¡Oh! Sí. lo olvidé…al enamorarse  un demonio se quebró el orden de las cosas bla bla bla…y el mundo se volvió mierda. E insisto, ¡esto no es culpa mía! Si ser hombre es un pecado…entonces mátenme por eso…
―Tiene fiebre, Gabrielle.―escuché la voz de Lucy a través del repiqueteo de mis pensamientos― ¿qué demonios es lo que le has puesto a hacer?
La voz de Gabrielle casi ni se lograba escuchar.
―No le he puesto a hacer nada…es sólo que nunca duerme ¡por estar esperándote a ti!
―¡Esto no hubiera pasado sino hubieses interferido!―siseó Lucy. 
―¡tu…!
Me di la vuelta con dificultad y acaricié la mejilla de mi…esposa. (Sí, me casé con un demonio…creo que por eso fue el terremoto en la iglesia…).
―Eden…―suspiró (ahora van a ver lo mucho en que nos parecemos ella y yo)― ¿Por qué siempre insistes en adelantarte?
Me encogí de hombros.
―¿Inseguridad?―Sugerí.
―¿La amas más a ella que a mí?―preguntó con voz triste.
―No lo sé…―admití. Me sentí mareado, como era costumbre siempre que hacia la transición…
―¡¿No la habías completado?!―saltó Lucy, lo mismo me hubiera pegado una cachetada.― ¡¿Estás loco Eden?! ¡No puedes tener relaciones conmigo si aún no te has liberado de los lazos del ángel!
―Lo sé…―suspiré y me alcé para besarla.―Pero nunca me ha gustado tener que esperar, y lo sabes…estoy harto de todo esto… No quiero tener que ver su rostro otra vez, cada vez declino más…―La envolví en mis brazos― Tengo miedo de perderte…
Suspiró.
―No lo harás mientras sigas con esa determinación…―rió con tristeza.
Entorné los ojos. Ella no tenía ni idea, cada vez era peor, ese día incluso, había temido por Gabrielle. Por el ángel que apresaba a mi demonio, a mi esposa… A mi Lucy…  ¿en qué demonios estaba pensando? Conforme pasaban los días, si no lograba encontrar la forma de separarlas, tendría que arriesgarme a perder la poca esencia que quedaba de Lucy y quedar enfrascado en los encantos del ángel…
Parte Buena de la historia: eso restauraría el orden de las cosas y el mundo volvería a la normalidad (me imaginaba un campo verde con pájaros cantando y gente corriendo con grandes sonrisas en sus rostros…)
Parte Mala de la historia: que el mundo se fuera a la mierda, quería a Lucy. Eso era lo único que me importaba… si, era egoísta ¿y qué?

Tal como mis dos amores, yo mismo estaba dividido en personalidades distintas. El yo, de Gabrielle, a quien ella tenía a su servicio e intentaba controlar como fuese, y el yo de Lucy…mi verdadero yo, el humano cruel e insensible (características atribuidas por la gente…conózcanme mejor, soy mucho peor de lo que dicen…) enamorado profundamente de una mujer prohibida. 

Dos Almas

Bien, este es un proyecto que decidí subir como una especie de "prueba". Es una historia corta (espero) cuyos capítulos no tendrán numeración y puede que pierdan el orden en algún momento (¿loco no?) pero es que esta pseudohistoria inició como una comedia que se ha convertido en tragedia gradual. La narración se cambiará según el título de los capítulos xD.

Es la primera historia que escribo cuyos capítulos no superan 3 o cuatro páginas de word, por lo tanto, es muy muy sencilla de leer! Sin mas que decir, espero su opinión! es realmente importante xD!

En cuanto a la sinopsis...pues, creo que el personaje inicial podría explicarlo mucho mejor que yo  ---->HUMANO


Ángeles Sin Alas


~Ángeles  Sin Alas~

Ángeles sin alas me observan piadosos, pidiendo a gritos la devolución de sus extremidades ¡qué mas quisiera yo coserle de nuevo sus emplumados dones! Si con ellos trajeran de nuevo la felicidad extraída de mis facciones. Lloro, lloro por ustedes ángeles pétreos, lloro por la privación de su felicidad, lloro por su incapacidad de poder volar de nuevo.

¡Qué más quisiera yo que me llevaran lejos de este infierno, lleno de sufrimiento e insatisfacción! ¡¿Por qué demonios unas manos que proclaman inocencia le han arrancado cruelmente la prueba de su pureza y virtudes?! ¡¿No eran ustedes los emisarios de sus palabras?! ¡¿No eran ustedes sus fieros protectores?! ¡¿Por qué...por qué han tenido que ser humillados de esa forma, sólo por la revelación de uno de ustedes?! ¡ángeles pétreos despierten de su sueño! ¡Dejen de clamar misericordia y salgan de su prisión cegadora!

Mis lágrimas, mi sudor, mi carne y mi sangre son todo lo que les puedo ofrecer... ¡No puedo hacer más! ángeles pétreos ¡despierten! ¡Traigan sus alas de vuelta y llévenme con ustedes! ¡Seré su fiel esclava y su arma mortal! ¡Tomen mi cuerpo y hagan de él su aposento y refugio! ¿Por qué no han de responderme, ángeles sin alas, si me presento ante ustedes a favor de su existencia? ¿Quizá mi sacrificio no es suficiente? 
¡Lloro! 

¡Lloro y lloraré por ustedes hasta el fin de los tiempos! Hasta que mi aliento helado termine por desaparecer, hasta que mis lágrimas sean de sal pura y resquebrajen mis desoladas mejillas...hasta que mi cuerpo pase a ser pétreo y pálido como el de ustedes... 
...Los amo, así que haré lo que sea por ustedes...
...Si he de perder mi humanidad, que sea por ustedes, si he de perder mi fortaleza, que sea por ustedes, su he de morir...que mi alma sea de ustedes.
¿Me miran, acaso?

¿Quieren eso de mi? ¿Quieren mi vida? Soy suya, ángeles sin alas, siempre lo seré... Sus ojos ahora adquieren un brillo hermoso, sus ojos ahora me observan con claridad. Me entrego a ustedes ángeles sin alas, soy suya, como siempre lo he sido... ¡Beban! ¡Beban hasta saciarse! De mi, de mi alma, de mi sangre, de mi cuerpo... De mi vida. 

2 mar 2012

Doppelgänger: Cuarta Parte (FINAL)


Cuarta Parte (FINAL)

Mikaela se había quedado dormida arrodillada en el suelo, su cabeza estaba oculta por los brazos apoyados en la cama. Había estado rezando toda la noche.

En cuanto aparecí, los enfermeros (muy bien pagados) me cedieron el paso a su habitación. Uno de ellos fue quien la despertó, sabía que con mi alta temperatura no podría tocarla o se aterrorizaría.

Ha venido a tu habitación. susurró el enfermero.

Mikaela se levantó y se dio la vuelta. En cuanto me vio, una sonrisa triste se extendió en su rostro.

Estas bien...susurró.

Mejor imposible...respondí, mintiendo, por supuesto― Necesitamos hablaragregué con seriedad.

Los ojos de Mikaela reflejaban tristeza,  bajó la mirada con resignación.

―Siéntate…por  favor…―susurró, acomodándose  en la cama. ― ¿Se   pueden retirar, por favor?  No  le haré nada. Lo juro.

Los enfermeros  me observaron expectantes. Asentí y se marcharon, en cuanto me  acerqué a la cama procuré  no suspirar de alivio  ni  recostarme. Estaba  extenuado, no creía poder estar de pie por demasiado tiempo. Mikaela rompió el silencio decidida.

― Los  viste anoche  ¿No es as…?

―Hablaremos  de eso luego―sentencié― Mikaela…explícame qué sucede.

―  ¿Qué  sucede? ―susurró― Ni yo misma lo sé, Ian. Ellos siempre han estado allí, y  se han llevado  a  todo  el que pueden…ella  se ha llevado a todo  el que  puede.

Frunció el  ceño.

―Esto  no es  tu culpa, Kay― murmuré. ― La  vi,  vi  cuando  se apoderó  de  ti…
Rió  con tristeza.

―Cuando  Mike…―ahogó  un  sollozo. Aspiró una buena cantidad de  aire―…En ese momento…en  ese momento yo quería hacerlo, quería hacerlo  con  mis  propias  manos…

No  pude reprimir la expresión  de dolor, afortunadamente, ella  se negaba a mirarme.

―Pero, Kay…ella fue quien…

―  ¡Yo la dejé! ― exclamó angustiada, en  su voz se  acumulaban las lágrimas― Yo  la dejé…―repitió― Pude haberla controlado, pero no lo hice…pude haberlo hecho como los años anteriores…

― ¿Los  años anteriores…?

―Mis padres, mis tíos…todos  los he  salvado…mueren otros. ― sollozó― Pero  con Mike…realmente  pensé que…pensé que había  acabado,  ella  se  estaba  cansando y…y… ¡Pude haberla  detenido! ¡Lo sé! ¡Yo lo maté! ¡Yo maté a Mike!  ¡Yo quería…!

―  ¡Mikaela! ¡¿Te  estás escuchando?!  ¡No  podías contigo! ― grité iracundo y dolido― Estabas muriendo poco  a poco…lo sé…lo vi…siempre  estuve a tu lado…

Me miró llena  de rabia y odio.

― ¡¿Entonces  por qué demonios  no me  ayudaste?!  ¡Si  estaba tan  mal! ¡PUDISTE  HACER ALGO! ―recriminó.

― ¡¿Y QUÉ DEMONIOS PODÍA HACER,  MIKAELA?!  ¡No me decías  nada! ¡¿Cómo  pretendías que te ayudara sin que me dijeras  todo directamente?! ¡SABES QUE TE HABRÍA CREÍDO  DESDE  EL  INICIO!  ¡¿O no es  así?!¨

―Lo…―titubeó―Lo sé…pero…

― ¡¿Pero…?!

―Pero…no quería que te hicieran daño. ―su voz tembló y disminuyó su intensidad. Respiré profundamente, lo mismo  hizo ella como reflejo― Podían hacerte cualquier cosa ¡Por eso envié el mensaje confuso! ― sollozó con una expresión dolorosa―Entenderías que no es seguro estar conmigo… ¡Pero eres más IDIOTA de lo que pensaba!

Procuré no reírme.

―Lo sé, pero este idiota te ama y te ayudará, Mikaela. Lo  prometo.

La Bella me observó unos instantes. Lágrimas contenidas comenzaron a caer de sus mejillas con rapidez.

―No…―tartamudeó gimoteando― No quiero…no quiero quererte―lloró con más intensidad― Te hará daño, como a Mike…él no tenía que…a pesar de todo… pero contigo…será peor…tú realmente me im…portas… Ian…I…an…

―Shhh…―susurré con una sonrisa.  Maldije el hecho de no poder tocarla  sin que se  diera cuenta de lo que sucedía en realidad…

…Pero, en mi interior, sabía que no era tarde.

―No tienes que pensar así, Kay…

―Pero yo…estaba contenta…―rió con la voz quebrada por el llanto. Sus ojos enrojecidos suplicaban consuelo por mi parte. Respiré profundo y forcé una sonrisa― Aunque tu…me viste…Estabas allí cuando me llevaron…

―Sé que no eras tú en ese momento, tus ojos cambiaron de color…lo vi, Kay.

Puso los ojos como platos  e, inesperadamente,  colocó sus manos en mis mejillas. Hizo una  mueca de angustia en reflejo a mi seriedad.

 ―Tienes fiebre― afirmó con voz trémula― Lo sabía, Ian, sabía que no tenía que contarte esto...ahora tú...

Sonreí


― ¿No has escuchado ese dicho “La verdad los hará libres”? Pues, en realidad, esa frase tiene muchos significados…Aunque créeme que no hubiera descifrado nada si no fuera por la carta...

Apoyé mis labios sobre los suyos delicadamente. Mi calor corporal la incomodaba, aunque ella se negara en admitirlo, enterró su mano en mi cabello  con dulzura…

Repentinamente, se alejó de mi poniendo los ojos como platos.

― ¿Carta? ―exclamó dubitativa.

Ladeé el rostro, extrañado.

―Sí, la carta que estaba en el libro...

―Pero...―dudó― Yo la destruí.― afirmó― Estaba demasiado confusa y no explicaba nada...yo...―se colocó una mano en la cabeza, pensativa― ¿Me estás diciendo que Eimos no te enseñó nada?

Fruncí el ceño.

― ¿A qué te refieres?

― ¿Eimos no te mostró lo que había pasado?

― ¿Te refieres a las fotografías del baño?

― ¿Del baño?

Mikaela frunció el ceño a su vez, confundida. Una vez que recordó todo, o pareció hacerlo, contrajo la expresión en una mueca dolorosa.

―Ella quiere hablar contigo...―susurró.

― ¿Ella...?

Asintió y ahogó un sollozo.

―Ahora tiene sentido― confesó con voz trémula mientras acariciaba mi mejilla― Ella siempre te quiso...ella calculó todo esto...por eso insistía en arrastrarme hacia ti...―comenzó a llorar de nuevo, desesperada.―Lo siento tanto, Ian...

― ¿A qué te refieres, Kay?―susurré acercándome a ella y envolviéndola en mis brazos. Ya no tenía que ocultar nada.

―Desde que te conocí, ella comenzó a revelarse con más ahínco. Ella provocaba que te insistiera tanto a leer, pero tú siempre accedías y eso me agradaba tanto como a ella...pero jamás vi lo que ella veía en ti...

― ¿Y qué era?―pregunté tomándola por la barbilla y alzándole el rostro que ahora se encontraba a milímetros del mío (como siempre debía haber estado).

―Su libertad― susurró mientras lágrimas heladas rodaban por sus mejillas e iban a parar a mi mano, evaporándose en mi piel― Sabía que de un momento a otro...tú podrías liberarnos... Porque...―ahogó una sonrisa en el llanto― Tú siempre nos escuchas...

Los ojos de Mikaela fueron gradualmente cambiando de color, de su azul habitual pasaron a un negro tinta profundo como el mismo Abismo. En sus labios se formularon palabras sin sonido «No te hará nada» que se desvanecieron en cuanto sus facciones comenzaban a cambiar ligeramente. Poco a poco, la chica de la fotografía apareció ante mí, bastante seria.

En lo que fue un par de segundos, me empujó a la cama y se sentó a horcajadas sobre mí. Su rostro comenzó a acercarse al mío con lentitud, su aliento rebotaba contra mi piel, provocando escalofríos.

―Ya es suficiente, Ian― dijo con una voz gruesa que triplicaba a la de Mikaela― Es hora de que comiences a entender todo lo sucedido...

Sus ojos se oscurecieron en su totalidad y su rostro se agrietó y ennegreció completamente. Imágenes inconclusas se aglomeraron en mi mente...

...Dos fetos en un vientre materno...

...Uno de ellos abre los ojos...

...El otro permanece dormido...

...Una luz cegadora...

...Dos niñas tomadas de la mano...

...Una de ellas sonríe, la otra quema con su seriedad...

...Ojos negros reflejan odio...

«Jamás nací»

...Ojos cielo, tristeza...

«La quiero conmigo».

***

Cuando Mikaela despertó, no esperó dos segundos para lanzarse a mis brazos.

La luz de la luna se colaba por la habitación, habían pasado horas desde ella donó su consciencia, ahora, me había encontrado otra vez. Y, afortunadamente, ambos estábamos bien.

―Ya no tienes fiebre...―susurró contenta.

Me esforcé por sonreír y la alejé de mi tomándola por los hombros.

―Kay...tengo que irme.

Puso los ojos como platos, identifiqué los sentimientos en su mirada fácilmente, ella creía que yo la abandonaría (¡Por Dios Santo!). Me reí.

―Buscaré una manera de sacarla de allí, tonta. Ella me ha dicho a dónde ir...pero yo tengo que saber qué hacer luego...

―Ian...

La envolví en mis brazos con fuerza.

―Déjame intentarlo, cariño...―supliqué.― Ya comencé los preparativos y te sacarán de aquí dentro de poco, pero debes esperarme en el hotel donde me hospedo...no salgas de allí ¿Está bien? Te prometo que no tardaré, lo juro, Kay...

Acabó por asentir resignada.

―Quédate conmigo esta noche.― murmuró. Sonreí.

―No planeaba irme hoy.

***


Para finalizar con esta extensa carta, mis amigos, les pido: no me busquen. No intenten verme por las calles ni pregunten por mí a nadie. He emprendido una búsqueda minuciosa y exhaustiva, pienso liberar a mi amada Mikaela Elder de su prisión interna. El Doppelganger puede ser combatido de alguna forma, lo sé, y espero no me lleve mucho tiempo.

Estoy seguro que, como bien los he entretenido bastante, han escuchado con atención cada palabra gracias al excelente estilo de lectura de mi Bella. Tengo fe en su habilidad innata para mantener al espectador atento.

Sin más que decir, he de retirarme. Excepto a ti, Kay, volveré pronto, cariño.

                                                                                              Ian Kyamirnof.


La audiencia se mantuvo silenciosa hasta que pronuncié su nombre. Los treinta rostros de la estancia me observaban aterrados y asombrados, expectantes. Me lamí los labios dando por terminada la sesión.

Los ojos me escocían, no habían pasado más de dos semanas desde que mi Ian se había marchado y estaba sola nuevamente. Su carta hacia “todos” era lo único que había dejado atrás. Mi corazón se  fue con él.

Ya había llorado demasiado mientras leía, y sabía que seguiría haciéndolo.  Tomé las 36 páginas de su extenso escrito  y procedí a retirarme, cuando unos ojos de color avellana se asomaron en el fondo del salón. Lo reconocí inmediatamente, pero no dudé en ignorarlo.

Los enfermeros, por primera vez, no se me acercaron al pasar frente a ellos. Era libre, al fin, era libre. Salí del gran edificio y caminé con rumbo fijo al parque de las cercanías, por supuesto, él me pisaba los talones. No pude evitar sonreír al sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo.

―Te has tardado…―murmuré mientras mis ojos se llenaban de lágrimas― Y te has teñido el cabello…

―Lo lamento…―susurró, mientras me besaba el cuello con dulzura― Pero no puedo levantar sospechas… ¿Cuántos han asistido?

―Treinta, pero si sumamos a los enfermeros y a los curiosos serían cuarenta y seis…

―Perfecto.

― ¿Estás seguro? ― dije con tristeza, dándome la vuelta y aferrándome a él.

―Sí, he hablado con una chica de las lejanías…publicará la carta en cuanto pueda… Son sólo cien, te liberaré en poco tiempo, ya lo verás.

Ian después de dejarme en el hospital,  descubrió que, además de la muerte, la ira y sed de mi Doppelganger eran apaciguadas con la huida de sus acompañantes, “ella” amaba la paz y la quietud…pero “ellos” no la dejaban tranquila. Y la única forma de hacer que ellos se vayan, es que la carta de mi amado llegara a manos, ojos y oídos de cualquier persona…

« ¿No has escuchado ese dicho “La verdad los hará libres”? Pues, en realidad, esa frase tiene muchos significados. »