VI: El otro contratista
~K~
Los días pasaban con lentitud y las noches
con una rapidez insensata. No era que me gustase demasiado estar con el
malhumorado de Jack, pero era interesante recorrer lugares de mi pequeña ciudad
que jamás había pisado. Frandfort era una especie de ciudad olvidada donde
convergían muchas culturas realmente distanciadas, a pesar de encontrarse en
España, los habitantes de Frandfort, incluyéndome, hablaban más que todo el
inglés, aunque el castellano era de lo más esencial. Pero ese hecho no era
demasiado relevante, a decir verdad, tampoco lo era que muchas franquicias de
todo el mundo se situaran en nuestros centros comerciales, eso no era algo que
me interesara demasiado.
Lo que me interesaba de Frandfort era, como
había dicho antes, las muchas culturas
que había. Cada casa o apartamento que visitaba con Jack era tan distinto que
no podía evitar distraerme con facilidad, unos, incluso, eran practicantes del
satanismo y mi demonio acabó confesándome que estando en ese tipo de lugares
lograba reponer sus energías ¿Cómo no iba a distraerme con todo lo que sucedía
a mi alrededor? Pero esto no le hacía nada de gracia al demonio. Más era lo que
me reprochaba de lo que me enseñaba, además, su nerviosismo constante comenzaba
a molestarme cada vez más.
No entendía el por qué Jack siempre se
mostraba, en unas cuantas noches, sumamente exaltado, se impacientaba en las
lecciones y terminaba confundiéndome aún más. A la final, acababa por sacarme
del lugar donde estuviésemos y me distraía con alguna historia de hadas, lobos,
duendes o lo que fuera que se le viniera a la cabeza. El hecho era que él sabía
demasiado y yo estaba ansiosa por aprender. Todo eso hacía que las noches se
fueran sumamente rápido.
Los días, en cambio, proseguían con su
habitual y agobiante monotonía. El demonio se desaparecía durante esas horas,
así que no tenía oportunidad de burlarse de mi como lo hacía en un principio ¡y
gracias a Dios! porque ya tenía suficientes problemas de los que ocuparme: el
instituto, en principal, y, por supuesto, la familia. Sí, estar con un cuchicheo constante en cada
rincón de la casa no me dejaba dormir; si me ponía a estudiar durante horas,
decían que estudiaba demasiado, si lograba salir con Jane un sábado, decían que
debía estar pendiente de los estudios, si estaba con Kuro preguntaban por mis
deberes, si estaba con mis deberes preguntaban si había ido a ver a Kuro… ¿Cómo
sobrevives eso 5 años? Aquí la respuesta: Un iPod bien cargado y audífonos de
calidad.
Terminé por quitarme de la cabeza la idea
del suicidio gracias a Jack. Pese a todo, él me retenía en un intensivo de
paciencia constante: “Debes respirar, Kate” decía cuando me excedía en el
método a utilizar en los asesinatos. Era duro de admitir, pero mis disgustos
del día los pagaba con las víctimas de cada noche, y eso ¡Cómo no! Molestaba a
mi demonio.
Me había logrado acostumbrar a todo esto con sólo tres semanas
de contrato. A la cuarta semana, todo cobraría un sentido un tanto distinto…
…El sábado había estado tan tranquilo que
incluso lo celebré en secreto muchas veces. Mis hermanos se habían ido en la
mañana, mi padre y Claire al medio día. Es decir, era una pacífica y placentera
tarde para Caithlyn Berthold, y su perro, en el despacho de mi madre haciendo
(como era de esperarse) pacíficos deberes escolares (Tienen razón, mi vida no
es para nada interesante…pero ya se pondrá mejor…o eso espero)
Cuando
mi demonio apareció de improvisto y se sentó a mi lado a lo americano, con la
barbilla apoyada en los brazos y estos abrazando el espaldar de la silla.
Parecía molesto, pero no me iba a distraer por nada del mundo, estaba muy feliz
para lidiar con su malgenio.
―Escucha…Puede que…―tartamudeó. No le
dirigí la mirada― Solo no…hagas demasiado caso a lo que pueda decir ¿Está bien?
Fruncí el ceño y lo miré.
― ¿Perdón? ―murmuré.
―Nada. ―farfulló levantándose― Olvida lo
que dije.
― ¿Cómo pretendes que lo olvide? ― le
recriminé, dándome la vuelta.
―Solo olvídalo. ―suspiró echándose en el
sofá. Kuro estaba dormido a pocos centímetros de mis piernas, en cuanto oyó a
mi demonio tirarse en el mueble, corrió a acostarse con él. Detestaba que se
llevasen tan bien. ― Kate, quítame a tu perro de encima…―se quejó.
―Dime qué ocurre― debatí.
Puso los ojos en blanco.
―Como sea― farfulló en tanto cerraba los
párpados y se quedaba profundamente dormido…
…Corrección, no estaba tan profundamente
dormido porque logró atrapar con agilidad el borrador que le había lanzado por
su insolencia. Al final, le resté importancia al asunto y seguí con mis
deberes. La noche llegó y el demonio seguía dormido profundamente en el sofá,
incluso cuando mi familia llegó y tuve que quitar a Kuro de su costado no
realizó movimiento alguno. A la final, tuve que arreglármelas para salir de mi
cuerpo y caminar por mí misma cuando la hora de las visitas se acercó.
En cuanto llegué al despacho allí estaba,
no parecía haberse movido. Me acerqué a él para despertarlo cuando la paz de su
rostro me tomó por sorpresa, era la primera vez que no sentía esa aversión
hacia su semblante dormido, pero la sensación extraña no duró por mucho, ya que
sus ojos se abrieron de par en par y su rostro casi choca contra el mío.
― ¡¿Qué hora es?! ― exhaló escandalizado.
―Las nuev…― comencé a responder cuando sus
manos pasaron por mi cuerpo y me elevaron de repente.
―Es tarde…es tarde…debimos haber partido ya―
farfulló conmigo en brazos. Pero en cuanto se preparaba para alzar vuelo
doblando las rodillas puso los ojos como platos y sus manos dejaron de
agarrarme…
…Afortunadamente, tuve tiempo de abrazarme
a su cuello con mis brazos antes de chocar contra el suelo. En otro momento, le
hubiera empezado a gritar como siempre, pero ahora tenía su rostro demasiado
cerca del mío, tanto, que nuestras narices llegaban a rozarse por milímetros.
Aunque colgaba de él como una especie de coala, no pude evitar quedarme
embobada ante la proximidad de sus ojos carmesíes, pero ellos no parecían verme
en lo absoluto. Tuve que aclarar la garganta para poder hablar.
―Sigo aquí, Demonio― murmuré.
Él me observó sorprendido y me tomó por la
cintura para poder bajarme de su cuello, mis pies colgaban a centímetros del
suelo pero yo... ¿No me había dado cuenta? ¿O no quería bajarme? No tenía
tiempo para pensar en esas cosas, ya que él se dio la vuelta y se agachó frente
a mí.
―Tendré que correr. No es tan rápido pero
es mucho más seguro…
― ¿Más seguro? ―dudé.
―Sólo sube…con suerte no tendré que explicarte
nada. ― musitó con sorna.
Le hice caso sin poner resistencia, estaba
demasiado confundida con los dos encuentros tan cercanos con su rostro. Además
la rapidez de su trote me mareó aún más, en un segundo estaba en mi habitación
y al otro podía escuchar el lejano oleaje nocturno.
― ¿Me dices que así es más lento? ―
farfullé bajándome de su espalda con dificultad― Volando jamás llegamos tan rápido…
―He tenido que acortar la distancia―
farfulló colocándome una mano en la cabeza, antes de que lo hiciera, todo me
daba vueltas. ― ¿Estas bien, Pequeña Dictadora?
Mareada
y confundida, pero sí, podría decirse que bien…, pensé mientras
asentía.
― ¿En dónde estamos? Jamás habíamos llegado
a una costa… ―murmuré mientras me quitaba su mano de la cabeza.
―Esto queda relativamente cerca a tu casa,
Kate, dedicaremos esta semana a esta área de Franfort ―dijo con voz seria.
―Increíble ― musité asombrada en tanto
jugueteaba con la arena bajo mis pies, al poco tiempo Jack me cambió la
indumentaria como habitualmente lo hacía. En ese segundo, sentí cómo cada vello
de mi nuca se erizaba, seguido de la presión de unos ojos sobre mí…
…O no…no era en mí. Era ¿en Jack? Me di la
vuelta disimuladamente, pero no había nadie tras de mí, miré a mi Demonio entonces, él tenía la vista fija justo en el
lugar donde yo había presentido los ojos. Su ceño fruncido y su cara de
molestia me llamaron la atención, pero más lo hicieron sus labios moviéndose:
―Nadia… Eres una verdadera molestia…―rugió
mi demonio con furia. Sus ojos refulgieron a medida de que daba unos cuantos
pasos y se colocaba frente a mí. ―Te dije que te mantuvieras lejos de mí…
―Yo no recuerdo eso, querido Jack― dijo una
voz cantarina en la oscuridad, seguida de una risilla impertinente― Y me parece
algo muy descortés por tu parte no presentarme a tu contratista como se debe…
― ¿Descortés, Nadia? Pero si ya tú deberías
conocerla ¿No es así?
Con lentitud, un diminuto rostro
malhumorado surgió de la oscuridad. Era una especie de niña pequeña de grandes
ojos rojos y labios color ocre cuidadosamente entornados. Su indumentaria,
completamente negra, con dificultad lograba ocultar la piel nívea de su pequeño
cuerpo. Su cabello se encontraba recogido de modo que sus pesados bucles
cayeran sobre sus delgados hombros con levedad…Pero esos detalles no eran más
que tonterías, lo que en verdad importaba, era la cicatriz que atravesaba su
ojo izquierdo verticalmente, por mucho, muy distinta a la de Jack.
Me tomó un segundo reconocer en sus ojos el
reflejo de perra en celo en cuanto observaron a Jack. Entorné los ojos cuando
dos palabras pasaron por mi mente: Parejas Demoniacas. Jack las había
mencionado una vez…pero ¿Acaso él…?
―Sí, conozco su olor y su aura querido Jack―
murmuró la chiquilla.
―Entonces eso debería ser suficiente ¿No,
Nadia? ― gruñó mi Demonio. ― No se
supone que tendría la desgracia de verte hasta dentro de siete años o incluso
más ¿Cierto?
Procuré no reírme lamiéndome los labios. Mi
demonio observó mi reacción y torció una sonrisa, satisfecho con mi postura
indiferente ante la diablesa. Lo miré de reojo con complicidad.
«Si
quieres molestarla, con gusto te ayudaré» pensé sonriéndole con los ojos. Él
me respondió la sonrisa con algo de asombro. Era irónico, pero al fin nos
poníamos de acuerdo en algo.
La diablesa no vio nuestro gesto,
simplemente se dedicó a hablar con antipatía.
―Pero aun así no creo que esa sea la forma
adecuada― chilló.
Jack suspiró.
―Kate…Nadia, Nadia…Ka…
―Caithlyn― lo corté con fingido reproche―
Sabes que no me gusta que otros me
llamen así― hice un puchero con el ceño fruncido, al auténtico estilo de rubia
descerebrada.
Mi demonio tragó en seco.
«Has el esfuerzo de no reírte» sonreí en
pensamientos.
«Lo
intentaré»
musitó con alegría.
―Un placer― refunfuñó Nadia con desdén. ―
Sabía que era alguien fácil de manipular, Jack― se burló― Pero no tan “pre-dispuesta”
―rió, alcé una ceja de forma burlona― Es sólo una broma querida…
«Controla
tu malgenio» rió
Jack con suavidad
Procuré no echarme a reír.
―Sí, Nadia, he de imaginar que estas
agradecida― musitó él. ― Porque de no ser por mí, tendrías que haber cambiado
esa “preciosa” apariencia tuya que tanto conservas. Parece que tanta lucha y
rabietas valieron la pena. ¿No es así?
Nadia frunció el ceño. Tomé entonces cartas
en el asunto.
― ¿Lucha? ¿Rabietas? ¡No lo puedo creer! ― Me
reí― ¡Pero si tú me dijiste que habías sido el primero en encontrarme! ―mentí,
aunque supuse que era cierto por la sonrisa de mi Demonio― ¡No puedo creer que
existan demonios tan infantiles! Pensé que sólo era una impresión, pero ya veo
que sí eres una niña― entorné los ojos
con una sonrisa en tanto su ceño de querubín se fruncía― No te molestes, cielo,
es sólo una broma.
«Ustedes
las mujeres son aterradoras»
«¡Jaja!
Cállate»
reí bastante contenta. Por cómo siguiéramos así la diablesa se acabaría
marchando por su cuenta.
Jack bufaba de risa.
―Por cierto, Nadia, ¿No me habías dicho que
irías a buscar a un contratista? ―murmuró Jack a modo de burla.
―Y lo tiene. ―dijo una voz grave detrás de
Nadia, arrebatándole la oportunidad de responder…
…A los segundos, de la oscuridad salieron
un par de ojos azul topacio, bastante profundos que pertenecían a un chico poco
más bajo que Jack, con la melena tan rubia que no parecía real, su cabello
estaba descuidado y revuelto… pero nuevamente esos no eran detalles relevantes
(¿para qué me molesto en dar vueltas? Ni idea). Lo que sí me impresionaba, era
el par de alas negras que sobresalían de su espalda.
«Jack…
¿él?»
«Es humano» aclaró con desdén y
desánimo. «Todos los demonios somos
diferentes, y les otorgamos a nuestros Contratistas poderes distintos… » Explicó
con rapidez« El que podamos hablar de
esta forma con facilidad es la prueba de ello. »
Asentí mientras pasaba del rostro de ese
extraño chico con cara de ángel, a los ojos de mi Demonio. Lucía furioso,
muchísimo más que de costumbre, sus ojos brillaban con una intensidad
increíblemente abrumante. Volví al ángel, era asombroso, pero podía jurar que
lo miraba con la misma intensidad.
―Te he dicho que no te adelantes así― rugió
el ángel con severidad. Aunque se dirigía a Nadia, no apartaba los ojos de
Jack.
El instinto se apoderó de mí en ese
instante. Inesperadamente, mis pies se movieron colocándome justo frente a mi
demonio. Con dificultad podía escuchar las réplicas de Nadia en tanto los ojos
azules se deslizaban hacia los míos.
― ¡Pero al fin lo he encontrado, Tab! ―chilló
Nadia como si se tratara de un perro que recién había conseguido un hueso. ―
¡Él es Jack!
El chico trató de desviar su mirada a mi
Demonio. No permití que lo hiciera. Por primera vez, mi instinto no se dirigía
a decidir la muerte de una persona.
― Entonces ¿Por qué no iniciamos con las
presentaciones de una vez y nos dejamos de retrasos? ― rugió una voz a mis
espaldas. A duras penas reconocí el tono de Jack dentro de tanta rabia
entremezclada. ― Todos aquí tenemos asuntos que atender.
Asentí mirándolo de reojo con extrañeza. Al
notar mi mirada, apartó la suya inmediatamente.
―Bien― sonrió Nadia con alegría― Este mi Contratista: Elyk Tabris.
―Tabris― repetí entornando los ojos y dando
un paso hacia adelante con la mano extendida, él se acercó a estrechármela.
Sentí un calor profundo que se extendió
por mi brazo en tanto nuestras manos entraron en contacto. Extraño― Mucho gusto
“Ángel del Libre Deseo”, mi nombre es Caithlyn Berthold.
―El gusto es mío, Cath―sonrió con picardía―
Espero que tomes ese “Libre Deseo” de la forma correcta…―agregó con aire
seductor.
Fruncí el ceño en tanto mi mente maquinaba.
―Por supuesto que sí― farfullé apartando
automáticamente mi mano de la suya.
Sostuvo la sonrisa unos instantes mirándome
directamente a los ojos. Luego, por un segundo lanzó su vista hacia Jack, ese
segundo me permitió ver una especie de cicatriz que cubría la mitad de su
cuello difícilmente oculto por su camisa pulcramente blanca.
―Bien, ya nos vamos― anuncié, por alguna
razón odiaba que ese chico mirara a Jack tanto tiempo.
Mi demonio se dio la vuelta. Me preparé a
girar mis talones cuando la voz de Elyk me detuvo por completo.
―Nos vemos el lunes, Cath.
― ¿Qué has dicho? ―lo miré con los ojos
como platos.
Torció una sonrisa.
― Te vi el viernes en el Sagrado Corazón,
cuando me fui a matricular.