24 abr 2011

TBW Capitulo 8: Un sueño envuelto en pesadillas


VIII
            Un sueño envuelto en pesadillas 

Quizás, una historia pueda dar comienzo al momento del nacimiento. Pero, para él, su historia comienza en cuanto aprendió a tener consciencia real sobre las cosas, Aart no recuerda mucho de su pasado, o quizás, lo hace. Pero todo se borró totalmente en cuanto su mundo cayó dentro del abismo infinito color de la sangre... 

En la mañana 

Todo comenzó como siempre, no había nada de raro en el pueblo...la monotonía total que rodeaba a Aart al abrir los ojos cada mañana.

Pero, esa mañana en particular tenía un detalle realmente distinto. El joven giró sobre si, y envolvió en sus fuertes brazos a la mujer quien lo acompañaba...las sábanas cubrían parcialmente su cuerpo desnudo, el muchacho sonrió para sí mismo en tanto entrelazaba los dedos en su rubia cabellera.

-Será mejor que te vayas antes de que nuestros padres nos descubran, cariño.- susurró el chico sin perder la sonrisa en el rostro. 

La muchacha abrió de pronto sus hermosos ojos azules, y miro de frente a Aart, luego así misma. Sus mejillas adquirieron una tonalidad rojiza mientras tomaba las sábanas y se cubría los pechos...

-Por el amor de Jesucristo...- exclamó sonrojándose cada vez más.

-Amén...- suspiró Aart y se levantó para apoyar sus labios sobre los de ella.

-Aart...-jadeó la chica en cuanto este pasó su mano sobre su cintura. 

-Dime que nos veremos mañana, Erika...- suplicó el chico antes de envolverla nuevamente en sus brazos. 

-A la misma hora de siempre, mi amor...- dijo ella, apoyando sus carnosos labios sobre el cuello del muchacho. 

Se sonrieron el uno al otro con una sinceridad eterna. Para Aart aquella chica era una hermosa diosa, con esa espesa cabellera rubia cayéndole en su espalda, esa nariz perfilada y rojos labios delicados, una belleza singular, prohibida y horrorosamente amada. Pero su amor era oculto por una máscara Noble de indiferencia, dada la posición adinerada de cada uno, tener una relación guiada por el corazón era una blasfemia...más aun con la procedencia tan "especial" del chico. 

-Helena, déjame llevarte a Troya...- susurró Aart al oído de Erika mientras esta se arreglaba el apretado corsé de su vestido.- Allá no tendrás que preocuparte por nada...

Erika negó con la cabeza al tiempo que una lágrima cristalina surcaba su mejilla. 

-Aart...

-No.-rugió el muchacho quitando la lágrima con suavidad inesperada- Cálmate, cariño, todo está bien...

La chica asintió, abrazó al muchacho y se envolvió en una gigantesca túnica negra, cubriendo su rostro de forma deliberada. Aart, con delicadeza tomó la capucha y le descubrió la cara. La muchacha continuaba llorando desconsolada, en un silencio sepulcral. 

-Erika.- susurró Aart apoyando su mano en la mejilla de ella.- Le diré a mi padre...pediré tu mano esta misma tarde...

-Aart, quisiera, con todo mi corazón. Pero...

-Shh... ¿Me amas?- la voz del muchacho era solo un borrón dentro de su garganta. 

-Si.-respondió decidida- Lo hago y siempre lo haré...estoy dispuesta a hacer de todo, Aart... 

-¿Te irás conmigo?- dijo éste rápidamente- en caso de que tus padres se nieguen... ¿Urías conmigo?

Erika bajó la mirada, pensativa. Pero aunque la duda la embriagó en ese momento, sus ojos y su voz se mostraron firmes al exclamar: 

-Iría hasta el fin del mundo, contigo, Aart AkerbeltZ.

Aart tomó el rostro de la chica entre sus manos. Tan frágil, pensó con una sonrisa inconsciente en su rostro. Apoyó sus labios con dulzura en los de ella mientras recorría con delicadeza su esbelto cuello con una mano, pasó por su hombro y llegó con lentitud a su espalda, la empujó hacia sí con un rápido movimiento…Una tabla del suelo crujió a sus pies…

-¿Hermano?-dijo una voz aniñada- ¿Sigues en el establo?

Como acción inmediata, los jóvenes cubrieron la boca uno del otro aguantando la risa. Aart tuvo que tomar varias bocanadas de aire para responderle a su hermana, mientras Erika reprimía sus risas apoyando un dedo sobre sus finos labios.

-S…sí.-respondió Aart tartamudo mientras le articulaba a Erika para que caminaran despacio- Voy enseguida, Alice…

Estaban en lo alto del establo de la familia de Aart, en un pequeño pero muy alto desván rodeado de grandes paquetes de paja. Esa noche los caballos fueron oyentes del primer idilio de los jóvenes sobre un lecho de sábana y paja, no era un buen lugar que digamos…pero fue el momento y la belleza de la noche los que marcaron la gran diferencia…El muchacho pensaba eso una y otra vez cuando la tabla terminó de  ceder y cayeron de espaldas rodando por una gigantesca montaña de paja. Como efecto inmediato, Erika y Aart comenzaron a reír escandalosamente.

-¡¿Hermano?!-gritó Alice asustada y entró a voladas dentro del establo. Sus profundos ojos negros se abrieron de par en par al observar a la muchacha que reía pegada al costado de su hermano- ¡ERIKA KENDRICK! ¡Aart! ¡Mamá te va a asesinar!

-Shh!!! Alice, por favor…-suplicó Erika, hacia la joven quinceañera.- No grites…

La chica, incrédula, miró a su hermano. “Estas demente”, articuló mientras avanzaba con gigantescas zancadas hacia él mirándolo con ojos desafiantes. Erika se hizo a un lado sin muchos  preámbulos, se apartó unos pasos y dejó a Aart enfrentarse a la ira de su pequeña hermana.

-Alice…-tartamudeó el muchacho con una gran sonrisa en el rostro

-¡Quita esa expresión idiotizada de tu cara, hermano!- No sabes en qué te estas metiendo sabes que…-se detuvo y miró a Erika de reojo- Lo que significa- añadió con absoluta seriedad en la voz.

-Alice- la mirada de Aart se tornó burlona- Ella ya lo sabe…

-¿Qué acabas…?-Alice puso los ojos como platos y dirigió la vista a Erika quien sonrió tímidamente mientras asentía.-¿Ah?- dejó la boca abierta durante la exclamación- ¿Ah…? ¿Eh…?

Aart miró a Erika y articuló: “Tres, dos, uno…”

-¡ESTÁS DEMENTE! ¡DEMENTE, AART AKERBELTZ!- soltó Alice con un rugido- Mamá te va a asesinar, te va a hacer pedacitos…te va a freír…y…y…

-Tranquilízate ¿Si? Planeaba decírselo a nuestro padre ahora mismo… -dijo el chico con un suspiro  mientras caminaba hacia su amante e ignoraba descaradamente las quejas y refunfuños que su hermana soltaba.- Vete, yo arreglaré todo por aquí…-susurró y acarició el hermoso rostro de la muchacha, quien, inesperadamente comenzó a enseriarse cada vez más…

-Aart…-musitó con voz queda- Aart yo…

-Hey…-sonrió el chico alzando el rostro de ella mientras dejaba escapar una sonrisa.- No te preocupes…todo irá bien…

-Pero…

-No pasa nada, terminaremos con esto de una vez. Es algo triste el hecho de ser ambos nobles y no poder formalizarnos…

-Es triste que mi familia odie a la tuya, Romeo- siseó ella con aspereza.

-Pero tú no serás Julieta, Bella Helena…

Se despidieron luego de un corto momento de intimidad. Aart tenía unas cuantas cosas que arreglar durante la mañana (además de buscar las miles de maneras posibles para contentar a su hermana) por lo que no habló con su padre hasta al cabo de unas cuantas horas…





En la tarde

Helo allí, frente a su padre. Tratando de explicarle todo el “asunto de Erika” de la forma más práctica y sería posible. Sus ojos eran tan verdes como los de él, y la severidad de su rostro era abrumante, sin embargo, no perdía esa madera de niño juguetón que bailaba en sus ojos, después de todo, parecía encantado que su hijo estuviese en medio de una aventura.

-Entonces…-su padre lo interrumpió con la mano puesta en la barbilla, pensativo.- ¿Cómo es la pequeña, Kendrick  en la cama?

Aart reprimió la sonrisa.

-Pues…-empezó a decir, cuando una voz histérica irrumpió en el estudio.

-¡VIRGILIO!- chilló una mujer de alta estatura ataviada con un corsé azul oscuro, el vestido parecía estorbarle hoy más que nunca- ¡¿Cómo puedes preguntarle esas cosas?! ¡¿No deberías reprenderlo?! ¡Es tu culpa que esté así!-rugió afianzando su ira con sus ojos brillantes y oscuros, los bucles color azabache de su delicado peinado rebotaban con cada palabra exclamada.

-Vamos, amor. No me niegues que tú también tenías algo de curiosidad- sonrió Virgilio- Admítelo, Eneida.

La madre de Aart se sonrojó completamente, pero, con un suspiro se situó al lado de su marido entrelazando su mano con la de él.

-Aart.-dijo ella con voz solemne- Le contaste a la chica de nuestra naturaleza- Aart asintió una vez- y la chica es completamente humana, ¿estás realmente seguro de esto?

-Sí- dijo el interpelado con voz firme.

-Sabes a lo que te arriesgas.-continuó su padre mientras se levantaba de su silla de terciopelo rojo sangre y pasaba un brazo por la cintura de su mujer- Ella no es como nosotros, no será lo mismo como tu madre y yo. No tendrán hijos, y si los llegan a tener…

-No serán humanos- culminó su hermana quien entraba en el estudio con los brazos cruzados.- Tampoco es seguro que serán como tú o yo.

-Hijos legítimos de sangre completamente pura. Ya casi no hay Akers de naturaleza tan pulcra como ustedes dos.-concluyó Virgilio, con un dolor oculto en sus facciones- como desearía que no fuera así…-se hizo el silencio entre los presentes, la habitación se llenó de un oscuro mutismo y respiraciones efusas- Pero en fin- continuó Virgilio- Tu ya has tomado tu decisión, y ya es mi deber entregarte mi herencia.

-¡¿QUÉ?!- chilló Alice enfurecida.

-Será inmaduro e idiota, pero sigue siendo el mayor- intervino Eneida con un suspiro. Al parecer, la pareja había discutido ese asunto con anterioridad.- No hay nada que hacer- Aart sonrió, lo mismo hicieron su madre y su padre con un suspiro aprobante.

-Como el ritual lo indica tienes que marcharte por el resto de la tarde Aart…-dijo su padre con severidad.

-Con la espada y el libro…-murmuraron los hermanos al unísono.

-Pero también…-intervino Eneida antes que su esposo volviera a abrir la boca- Como es tradición en Inglaterra, debes buscar una rosa blanca o roja para tu prometida…

-Roja-dijeron los tres al mismo tiempo con determinación.

La mujer puso los ojos en blanco y se retiró de la habitación llevándose a su hija consigo. Al verlas irse, Aart notó como un leve temblor se apoderaba de las manos de su madre, sin embargo, no pudo asegurarse de ello, ya que su padre le indicó que lo observara. Sin musitar palabra alguna, en sus manos comenzaron a formarse una serie de estelas doradas,  que las rodearon con gracia y rapidez. El hombre, con el ceño fruncido, extendió sus manos como si fuese a sostener algo grande y alargado, en menos de un parpadeo, las estelas brillantes giraron con más rapidez, al tiempo que una funda del color de la noche aparecía sobre sus manos, el cuero de la vaina brillaba con intensidad mientras las estelas doradas se unían en la empuñadura formando una media cruz de plata; sobre esta, justo en la base estaba grabada la cabeza de un cabrío de cuernos enroscados, que rodeaban la empuñadura y terminaban en dos serpientes entrelazadas sobre la cruz. Virgilio tomó la empuñadura con delicadeza y sacó la brillante espada con lentitud, la hoja deslumbraba con una intensidad alarmante que hizo vibrar la habitación…

…el ambiente se heló completamente cuando los ojos de ambos Akers, padre e hijo, se iluminaban con una luz ámbar y sus pupilas se alargaban hasta formar una delgada línea que parecía dividir sus iris en dos partes…

La espada paró de brillar y todo volvió a la normalidad. Virgilio, con parsimonia, enfundó la espada nuevamente y se la tendió a su hijo, éste hizo una honrosa reverencia y tomó la espada entre sus manos, el contacto era helado, mas Aart no produjo sonido alguno. Una vez que se colgó el arma a la cintura, su padre le tendió un libro viejo,  más pequeño que su propia mano. Aart colocó una mano sobre el libro, y éste comenzó a crecer conforme Virgilio y Aart hablaban…

*-Weapon sapientia- exclamó Virgilio con solemnidad.

-Et bene suscepti bene custoditur- respondió Aart

-...Sit amet,

-Tantum utilitatem generi.

-Honoris

-Akers testamentum.*

Para este momento, el libro necesitaba de ambas manos de Virgilio para sostenerlo. Sin más preámbulos, ni despedidas, Aart tomó el libro, se dio la vuelta y se marchó de la casa. ¿Pensaría alguna vez que aquél ritual había representado su salvación absoluta? ¿O que su padre, en realidad, lo protegía de un mal mayor al obligarlo a aceptar su madurez como Aker?



Aart, se imaginaba una y otra vez las cosas si no hubiesen pasado de aquella forma. Aunque, lo que más rondaba su mente era el hecho de imaginarse a su familia saliendo de la gran mansión…

Imaginaba a su padre con la determinación en sus facciones ordenándole a su madre y a su hermana que se quedaran en casa. Que él mismo iría con la familia Kendrick, lo imaginaba montándose en el carruaje con una expresión seria, como siempre se presentaba a los humanos…lo imaginaba frente a la puerta de aquella mansión, totalmente desarmado…lo imaginaba sentándose en la sala a esperar, con una falsa esperanza en el rostro, con el hechizo para pronunciar quemándole los labios…

…lo veía, sonriéndole amablemente a las mujeres de aquella casa oscura.

Mientras tanto, él estaba a kilómetros de allí con las armas de su padre en las manos. Iniciando un estúpido ritual y haciendo crecer rosas azules para su amada Erika…






En la noche


Aart sostenía la espada por el pomo con los ojos cerrados, al clavarla en el suelo, este pareció abrirse para darle paso; las espinas de las rosas recién hechizadas la envolvieron, los pequeños brotes azules comenzaron a abrirse y a girar sobre sí mismos, las rosas del brillante azul granate dejaban escapar un olor suave y dulce…

-…in sanguine amans daemoni
Producam etiam miraculum fieri terrae-susurró Aart, de alguna forma, había una especie de ternura oculta en su voz.

Rápidamente, blandió la espada y las rosas cayeron en sus manos al instante. El libro yacía en el suelo, envuelto en espinas, el chico se acercó a él con lentitud, para recogerlo e iniciar el camino de vuelta a casa, a los brazos de Erika...

Cuando se abrió repentinamente…

Las espinas comenzaron a consumirse ante la sorprendida vista de Aart. Los brotes a su alrededor fueron rodeados por una estela carmesí hasta tornarse de un color negro noche, se quebraron y se disolvieron en el aire suave que rodeaba la estancia, así como las rosas que tenía en sus manos, todo se sumió en un mar de cenizas.

-Erika…-susurró con voz ahogada.

Al darse la vuelta, sintió como una oleada de frío repentina recorría su espina dorsal, tenía que volver cuanto antes, él tenía que regresar. No sabía lo que sucedía pero debía volver…Tomó la espada y el libro, y se echó a correr, no fue más que una estela negruzca al avanzar, pero no se detuvo por nada, al llegar a la ciudad, se encontró con una visión completamente enrojecida de todo, el crepúsculo acentuaba la visión macabra de gente corriendo envuelta en llamas.

-¿qué demonios…?

Aart estaba rodeado de cenizas, humo y fuego. Fuego hasta donde alcanzaba la visión, la gente corría desesperada, más de una con partes de su cuerpo irreconocibles, todo era un revoltijo para el joven Aker. Hasta que reconoció el olor que opacaba el humo del fuego intenso: magia. El incendio desastroso era provocado, desenvainó la espada por instinto y corrió en busca del núcleo del olor.

Sus pies lo guiaron a un lugar en específico, un lugar al que él había ido tantas veces…La desesperación lo embriagó por completo… No, comenzó a repetirse una y otra vez, No, Erika… El Aker continuó avanzando con más determinación, sus ojos, a la expectativa de la desgracia prominente, brillaron y cambiaron de verde al ámbar con rapidez, sus pupilas se rasgaron mientras adquiría una expresión fúrica.

Llegó al lago jadeando, vio como el fuego rodeaba la estancia con fiereza. Los árboles que antes habían servido de refugio para Aart y Erika yacían en el suelo, consumidos por las llamas. En medio de todo, había una mujer en el centro, su larga melena rubia se extendía hasta la base de su espalda, el vestido estaba lleno de polvo y cenizas…Aart se acercó a ella despacio…

-Erika…-susurró.

Ella volteó lentamente, su hermoso perfil estaba manchado de cenizas y bajo su ojo enrojecido había una línea fina que detallaba el verdadero color de su pálida mejilla.

-Aart- gimió, su cabeza se echó para atrás, dejando ver a una mujer cuya cara estaba oculta bajo una capucha. Su esbelto cuerpo podía admirarse bajo la seda, a medida que Erika caía en el suelo. Sin vida…

Aart puso los ojos como platos, apuntó a la mujer con la espada y avanzó con decisión hacia ella, cuando el filo de la espada tuvo contacto con una especie de barrera y éste salió despedido hacia atrás. Sus pies levantaron polvo al retroceder, pero su cuerpo no cayó al suelo, se mantuvo de pie y con determinación. Tomó el mango de la espada con fuerza, y la alzó por encima de su cabeza, con un movimiento inmediato, cortó la barrera en dos…

….Una luz se extendió por toda la estancia, dejando escapar un viento que barrió con las llamas del lugar y avivó las lejanas, al alzar el rostro, los ojos de Aart eran aún más brillantes que antes, mas su rabia no se dejaba ver en sus facciones…

Su rostro siempre debía permanecer sereno, sin importar cuanto dolor sintiera, cuantas ganas tuviese de asesinar a esa bruja. Él jamás debía dejar que la emoción embriagara sus acciones, no dejaría que su enemigo se percatara de su debilidad.  La bruja, avanzó hacia él al mismo tiempo, sin musitar palabra alguna, sus ropas se movían con suavidad a pesar de la fiereza de la ventisca.

Aart no apartó la vista un segundo, agarró la espada con ambas manos y echó a correr nuevamente, al blandirla sobre la bruja, otro campo apareció; pero, con su tamaño, el cortarlo fue sencillo. Así como los que le siguieron…El ataque del Aker se veía desesperado y furioso, pese a la seriedad absoluta de su rostro. La bruja alzó una mano de uñas resplandecientemente negras y mandó a Aart al suelo solo con un movimiento, la espada voló lejos de él.

-Inexperto.-dijo una voz que atravesó la estancia, no parecía provenir de la bruja en sí. La mujer estiró la palma hacia Aart, juntando sus dedos al tiempo que pronunciaba…-De la sangre, que tanto evitabas, te llenarás a partir de ahora, joven Aker…

La camisa que ocultaba el torso herido del muchacho, se hizo pedazos. Una línea completamente carmesí recorrió su pecho desnudo, siguiendo la mano de la bruja, que trazaba estelas negruzcas en el aire a medida que su mano se movía. No faltó mucho para que Aart comenzara a sentir dolor…

…La sensación punzante ascendió desde su estómago a su garganta, la línea roja se propagó por todo su cuerpo, creando una especie de círculo carmesí, líneas curvas y rectas lo recorrieron entero, todas ellas, eran  arañazos y cortes profundos, que ardían como fuego sobre su piel. Todo su cuerpo ardía, todo su cuerpo sentía dolor, a medida que las líneas lo bañaban en su totalidad, creando, tras de sí, un charco creciente de delicada tintura roja, que brillaba con levedad ante la luz del crepúsculo.  Mas, a pesar de todo el dolor que sentía, Aart no emitía sonido alguno, soportaba todo con un mutismo extraordinario. Él no podía hacer nada, tampoco mostrar debilidad.

El dolor se detuvo por un instante, mientras, poco a poco, todas las sensaciones se trasladaban a un solo lugar de su cuerpo, las líneas, cual serpientes, reptaban por debajo de su piel, dejando tras de sí una fría sensación, dirigiéndose a su brazo izquierdo. Descendiendo desde el hombro, rodando por su  antebrazo y enroscándose de forma grotesca en su muñeca. Lo que antes parecían venas levantadas dada la tensión de su cuerpo, eran ahora pequeños gusanos que se incrustaban en sus huesos…

Aart, sin saberlo, había perdido la consciencia muchas veces. Ahora, en este estado de letargo incontrolado, se encontraba altamente aturdido, tanto así que no se percató hasta mucho después de la bruja colocada de forma enfermiza sobre su cuerpo…

Sus manos hundidas, literalmente, en sus hombros, era más de lo que podía soportar. No obstante, el Aker, era incapaz de pronunciar palabra alguna…

-Si quieres culpar a alguien…-susurró la bruja a su oído. Fue cuando, perdió la consciencia por última vez…



Aart despertó en el suelo frío y  pedregoso. Sobre sí, sentía un peso leve, como si alguien se estuviese recostando de él…

Todo fue un sueño, pensó con un suspiro. Mientras envolvía el cuerpo de Erika con sus brazos, en tanto lo hizo, sintió el líquido frío y húmedo sobre el cuerpo de ella. Se levantó en el acto sin dejar de sostenerla, la cabeza de Erika calló hacia atrás dejando ver su rostro, lleno de ceniza, salvo por aquellas dolorosas líneas verticales que dividían sus mejillas.

-Erika…-susurró Aart- Erika, mi amor…despierta…-comenzó a agitar sus delgados hombros con fuerza- ¡ERIKA! ¡ERIKA, DESPIERTA! ¡POR FAVOR…!-gritó con todas sus fuerzas, sin dejar de agitar el hermoso cadáver de la muchacha, hasta que su voz, ahogada por el dolor, se llenó de sollozos…

Hundió el rostro en el pecho de ella, sin dejar de sollozar, ni de abrazarla. Cuando un pensamiento llegó a su mente: Su familia. ¿Qué había pasado con su familia? ¿Por qué no detuvieron a la bruja…?. El terror y la incertidumbre lo inundaron por completo. Con el corazón en un puño, alzó en brazos el cuerpo de Erika, y lo colocó sobre la orilla del río. El agua se extendió hacia él para recibirla con orgullo, cual Ofelia, en su lamento interior y sus lágrimas ocultas… “Si muero, que el río me lleve por su cauce, así podré esperarte, Aart, no importa cómo, nos encontraremos en medio del Estigio. Engañaremos al Caronte y viviremos felices en una nueva orilla…” había dicho Erika una vez, ahora, esas palabras estaban grabadas en la memoria de Aart…como si de alguna forma, ése fuese el epitafio de su féretro.  

El chico, ahogando su duelo dentro de sí, se encaminó de nuevo a su “casa”. Recogió la huérfana espada en el suelo, y el libro apareció fiel bajo su brazo. Al llegar allí, se encontró con el más espantoso espectáculo nunca visto…

Su mansión estaba vuelta cenizas, los animales criados con esfuerzo y sacrificio, tanto de los sirvientes como ellos, yacían en el terreno carbonizado, con los ojos hundidos y los cuerpos consumidos por una sombra negruzca que parecía devorarlos desde adentro. Aart avanzó conteniendo las arcadas, atravesando el campo poblado de cadáveres, perros, ovejas, caballos, todos siendo consumidos despacio con un sonido similar al de jugar en tierra húmeda…Aart no conseguía a los sirvientes, no tenía voz para llamar a nadie, por lo que empezó a correr sin parar, en cuanto percibió el calor de las llamas a unos palmos de distancia…

El establo.

Se congeló ante la nueva visión de aquel lugar, reconoció a duras penas a quienes había amado toda la vida. Con quienes había pasado más de una eternidad de siglos, ellos, esas personas, representaban para él un mundo. Y ese mundo, esas tres personas tan apreciadas…tenían clavadas en sus cuerpos enormes estacas de madera, como si estuviesen preparados para ser devorados, o al menos, para Aart eso fue lo que le pareció la visión macabra.

Sus manos comenzaron a temblar con violencia.

Y una mierda..., pensó Aart. Al ver los cadáveres de su hermana, su padre y madre arder bajo el implacable fuego. "No permitiré que ninguna se me escape... no. Las mataré, las mataré a todas, no importa pacto alguno...no importa...esa mierda de bruja va a pagar por lo que hizo, va a pagar por todo..." 

En su interior, algo se quebró, ya no podía sentir nada más que odio, nada más que rabia. Nada más.... El odio concentrado consumió su ser y se lo tragó por completo. La furia pasó a ser su credo; sus manos, la espada y el libro de su padre: su santa trinidad. Las mataría a todas, sin importar cuan humanas pareciesen, de hecho, no le importaba. Una de ellas había acabado con todo su mundo y él acabaría con el de ellas. Cada bruja que se pasase por su camino terminaría ahogada en su propia sangre, destrozada hasta lo más mínimo, sufriendo hasta que la vida decidiese escaparse de sus dolientes ojos....

No habría asomo para piedad, para pensarlo dos veces, no habría siquiera un segundo de duda. Si tenían hijos o no, con familias humanas o sin ellas... Todas morirían bajo el filo de su espada...sobre todo aquella bruja que había acabado con todo aquello que apreciaba, “dentro de poco”, pensó, “dentro de poco recordaré su nombre...y cuando la encuentre...la haré pasar por mil infiernos distintos antes de tomar su corazón y devorarlo...seria mía, mía, no la dejaría siquiera descansar en paz... El infierno será cielo para ella...así que no permitiré que valla por motivo alguno...”



*Arma y sabiduría
Bien recibidas y bien guardadas
Serán utilizadas...
Sólo para el beneficio de nuestra raza.
Haciendo honor...
Al legado de los Akers.*

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