16 abr 2012

Segunda Sesión


Segunda Sesión: Amigo



La  seriedad de las facciones de Roxanna hacía contraste con la preocupación de su madre. Ella detestaba que estuviese allí, no quería que interrumpiera lo poco que habían logrado.  Pero aquella noche, Roxanna no había podido  concebir el sueño, había estado  tosiendo sin parar y sus signos vitales amenazaban con extinguirse de un momento a otro y la única conclusión posible de su madre era: el método no ha funcionado.
Roxanna pensaba todo lo contrario, ella sabía que sí lo había hecho, incluso se había sentido liberada en cuanto acabó la sesión. Su malestar nocturno no se debía a otra cosa que las preguntas excesivas de su madre al salir del consultorio, de las presiones que ejercía sobre ella y de, por supuesto, la pelea fúrica que había tenido con su padre. Su cuerpo no podía soportar la desesperación y la culpa que había sentido en esos instantes de pesadilla.
Leika intentaba calmar a su madre con suaves palabras, intentando que las cosas terminaran bien, pero Roxanna sabía que eso no era posible jamás.
―Mamá, es suficiente―  siseó Roxanna.
Su madre, una mujer avejentada por las situaciones que se  obligaba a afrontar mas no por los años de existencia, volteó sorprendida por la fortaleza en la voz de su hija.
―La sesión se hará con o sin tu consentimiento. ―sentenció Roxanna― Después de todo, yo misma firmé los papeles ayer, justo al cumplir los 18.
La madre de Roxanna calló bajando la mirada, incapaz de hacer replica alguna.
―Si no vas a colaborar, entonces te pido que te retires…
―Pe…―tartamudeó la interpelada. 
―Si no te vas ahora, solicitaré la hospitalización ya mismo. Mi seguro lo cubre y mi padre está de acuerdo conmigo. ―culminó la chica.
La mujer, completamente derrotada, asintió y a paso lento abandonó la habitación. Roxanna calló agotada en el sofá  descolorido  y  cerró los ojos con pesadez.
―Me disculparé luego― le dijo a Leika, quien se había quedado muda en la breve conversación. ―Iniciemos, ya, por favor…
― ¿Has descubierto algo? ―vaciló la psicóloga.
―No mucho―admitió la joven― Pero tengo el presentimiento de que vamos por buen camino…ayer  nació, hoy debe haber algo más…
―Recuerda no tomar esto como algo real, Roxa…todo esto es producto de tu imaginación. Nuestro deber es…
―Conectar las piezas, lo sé. ―abrió los ojos, miró a la cámara cuya luz roja comenzaba a parpadear hasta estabilizarse y luego a la doctora― Lo sé. ―reafirmó.
La psicóloga asintió.
Apagó la luz una vez…
…Dos…
…Tres…
Roxanna. Necesito  que te relajes  por completo, respira  profundamente, concéntrate en mi voz…

No existía nada en el mundo que me gustara más aparte de jugar en el jardín del castillo. Los lirios araña florecieron de  forma esplendorosa justo hoy, en el Equinoccio de Otoño, el día de nuestro cumpleaños. Mis hermanas y yo no parábamos de jugar y reír con alegría, al menos ellas estaban refugiadas de todo lo que ocurriría luego de un tiempo…
… Ese jamás sería mi caso.
De un momento a otro, me limité a imitarlas y reír jugando entre los tallos de las flores infernales, pero en mi interior sabía que ese estado de felicidad no se prolongaría demasiado. Observé con nostalgia  las hojas caídas en la tierra, mi padre me había contado la historia  de aquellos lirios...
…Una vez que las flores florecen, las hojas mueren, y una vez que las hojas  reviven, las flores se marchitan…
La historia de dos elfos enamorados quienes jamás podrán encontrarse nuevamente. La historia de alguien quien ha nacido para existir con brevedad una existencia vacía, efímera,  desastrosa. Mi historia.
Una mirada  me sacó de los  pensamientos oscuros.
Me di la vuelta,  intentando ver los ojos que me observaban. Sin embargo, los violetas de Alexa, los verdes de Charlotte, los negros de mi padre, ninguno de ellos estaban dirigidos a mí especialmente.
Con lentitud dirigí la vista al inmenso muro que rodeaba nuestro castillo.
«Ahora me doy cuenta que debí ver a mi padre antes de avanzar»
Me di la vuelta despacio y descendí hacia los límites del jardín, en el muro gigantesco había un pequeño agujero, perceptible sólo para quien se acercara lo suficiente. Me coloqué de rodillas y observé a través de él.
A los segundos, sentí un escalofrío. Un ojo color ámbar me observaba fijamente, por alguna razón, el miedo se disipó al ver ese iris peculiar…
¡Hola! Mi nombre es Ruxandra ¿El tuyo cuál es? farfullé con alegría.
Aquél ojo parpadeó por unos segundos repetidas veces.
No…no se supone que deberías verme…murmuró una voz  extraña, algo fina para ser la de un adulto pero rasposa como para tratarse de una niña No debería estar hablándote…tu…tu…
¿Yo? ladeé el rostro y me alejé por unos segundos del agujero, para luego inclinarme con mayor comodidad ¿Sabes? Mi padre dice que todo sucede por una razón y lo que tiene que pasar, siempre pasa…así que si no se supone que tenías que hablarme ya es muy tarde…
No podía evitar hablar tan rápido. Estaba extrañamente emocionada ¿Por qué? Ni idea.
Ummm… murmuró tras un suspiro de aceptación Supongo que tienes razón…
Me reí, satisfecha.
¿Me dices tu nombre?
Yo…no…no lo  sé…
¡Por favor! Ya te he dicho el mío…me tapé la boca con ambas manos. No se suponía que debía  hacerlo. No…no debí…
Suspiró otra vez.
Exactamente. No debe decir su nombre tan a la ligera, Princesa. Menos  personas que no conoce, podrían utilizarla…
Lo lamentosollocé Lo lamento, ahora mi padre…mi madre…yo…
¡No! ¡No! ¡Escuche!  dijo la voz repentinamente Escuche, todo está bien, Princesa…
¿Cómo puedes asegurarlo? gemí, un poco más y lloraría, era seguro.
Le diré mi nombre ¿Está bien? Mi nombre es Caleb, Caleb Abendroth.
En un segundo, sentí como su nombre se enganchaba en mi pecho y mis ojos brillaban con intensidad. En ese instante, ese extraño me pertenecía, sin duda, la revelación de su nombre me había dado un poder insólito sobre él. No obstante, al rebelarle el mío él también tenía un poder sobre mí que jamás podría entender
Caleb…repetí ensimismada ¿Qué estás haciendo en este lugar?
Escuché como tragaba en seco.
Lo siento, princesa, pero ya eso sería demasiado por mi parte…no se supone que…
Entiendo medité unos segundos ¿Sabes, Caleb?  Hoy es mi cumpleaños y me gustaría que vinieras con nosotras…
Su silencio, aunque suene extraño, me interrumpió y me hizo callar por completo. Esperé con paciencia mientras observaba el ojo desaparecer por segundos, esperaba poder observar el rostro de aquél niño extraño, pero por el agujero sólo se coló una luz intensa y cegadora. Al cabo de un momento,  el ojo  volvió a aparecer por la  abertura.
Lo  lamento, Princesa…murmuró, la pena se escuchaba en su   tono de vozPero eso  será  imposible…
Pero…
NosentencióNo voy  a poder  verla...directamente, al menos durante un tiempo. Pido paciencia por su parte  ¿Está bien?  Después de todo…hoy también es mi cumpleaños…
La sonrisa que se había escapado de mis facciones volvió con rapidez. El encontrar a alguien quien cumpliera el mismo día que yo, a parte de mis hermanas por supuesto, era para mí algo extraordinario.
¿Cuántos años tienes, Caleb? ¡Yo hoy he cumplido siete!
Su suspiro de cansancio me hizo reír.
Siete, igual, Su Majestad pero…
¿Y qué te han re…?
Escuche, escuche…interrumpió Ya tengo que irme…pero…volveré mañana ¿Sí? Lo prometo…
Oh…me quedé sin habla por unos instantes Está bien, Caleb… ¡No lo olvides, por favor!
En todo el rato, no lo había escuchado reír. Ahora, su risa me hizo acelerar el corazón inevitablemente, a pesar del cansancio y la culpa escondidos en ese sonido, me resultaba mágico.
No lo haré, Su Alteza…
Otra cosa antes de que te vayas…dije rápidamente.
Dígame…
Antes de que se acaben los adjetivos, llámame, Ruxa o Ruxandra ¿Bien? Odio que me llamen princesa…
Su risa esta vez fue mucho más sincera.
Como ordene…Prin…Ruxa…
Ambos reímos esta vez. Aunque, en mi caso, lo que quería era estallar en lágrimas. Las noticias que me habían dado aquella mañana hacían que mi encuentro con ese extraño, Caleb, me devolvieran la fe en la vida nuevamente.
…Siempre estaría agradecida por eso…
Nos vemos mañana, Caleb.
Nos vemos mañana, Ruxandra.

Una vez que me alejé del agujero, satisfecha, me encontré con la mirada intensa de mi padre. Traté de disimular mis miedos y angustias, traté con todas mis fuerzas, pero no pude evitarlo…
Lamento haberme alejadoanuncié con voz trémula.
Ruxa…murmuróVi lo que hiciste, también sentí cuando le rebelaste tu nombre a ese chico…
Puse los ojos como platos.
Papá…yo…
Negó con la cabeza.
Sólo no se lo digas a tu madre, cariño. asentí Tampoco rebeles el nombre de él ¿Bien?  asentí nuevamente          Dime, Ruxa, ¿estás así por lo que te dijo tu madre esta mañana?
Me mordí los labios y comencé a sollozar. Esperaba que mis hermanas estuvieran lejos…no, estaba segura. Mi padre no me abordaría de esa forma de estar ellas cerca.
Escucha, Ruxa mi padre se agachó y colocó sus grandes y cálidas manos en mis hombros…
…Sus ojos amables impactaron con los míos, de ese color tan extraño y cambiante, una combinación de las tonalidades de  mis hermanas y míos que se ensombrecían en un negro opaco cuando sus poderes estaban ocultos. Pero ahora, intentando calmarme, los liberaba otorgándome esa tranquilidad tan característica que emanaba su persona. Sólo que ahora, los ojos de mi padre eran eclipsados por ojeras leves y diminutas arrugas, telarañas, a los costados de esos bellos ojos. Me colocó una de sus manos en el rostro, acunándolo por completo. No pude controlar las lágrimas en mis ojos, él me las secó con el pulgar.
Las decisiones son las que nos hacen lo que somos, pequeña. Si tú decides luchar contra la maldición que tu madre lanzó sobre ti, entonces nada te dañará, podrás vivir tan prósperamente como tus hermanas…y no dejaré que nada les haga daño…
A excepción de mi madre. murmuré  con el ceño fruncido. Él contrajo la expresión.
Lamento eso…pero  no pude salvarlas a ellas. Te salvé a ti… porque eres la que tiene que ser la más fuerte de las tres ¿Entiendes? Tú tienes un peso mucho más grande sobre tus hombros…Y deberás cuidarlas cuando yo no  esté…
¡Me hubieses dejado morir! sollocé ¿Por qué no lo hiciste? ¡Tú podrías haberlas cuidado sin tenerme a mí matándote!
¿Por qué no, Ruxandra? ¿Por qué no darte la oportunidad? He vivido demasiado, Cariño…y tengo fe en                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  ti. Tengo fe en que lucharás contra los deseos de tus alas…tengo fe que lograrás que tus hermanas olviden todo lo que su madre les haga…de todas formas…su tiempo en esta vida también será breve…
No, no lo será murmuré Gracias a lo que haga con ellas logrará extender su vida, Papá ¿No lo entiendes?
Estuviste en la biblioteca ¿Cierto? ahora su tono era mucho más duro que el de hacía segundos. Poco a poco, su rostro se descompuso y me envolvió en sus brazos Lamento haberte hecho esto…lamento haberte hecho madurar tan pronto, cariño…Pero entiende algo…se separó de mí y me vio a los ojos Jamás me arrepentiré de haberte dado la oportunidad de seguir adelante.
…En ese instante acabé comprendiendo todo...
Él me había dado la oportunidad…porque era la única que podría acabar con toda la perversidad de mi madre.

―Es suficiente, Roxanna. Seguiremos mañana. 

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