15 mar 2011

TBW Capitulo 1: Presentaciones


I
Presentaciones



La bruja Elly Kedwards, asesina de niños, tenia la apariencia de una anciana. Pero, en realidad, su verdadera forma es de una mujer joven y hermosa.
Se ha dicho que desciende de la organización de las Lamias, pero lo más factible es el rumor de ser descendiente directa de las Principales Brujas Traidoras originarias del Gran Desastre.
Es altamente peligrosa y puede cambiar de forma a placer, no se ha reconocido como asesina de nuestra especie, aun así, no seáis indulgentes con ella.



                                           Lista de Generaciones de Brujas, Virgilio AkerbeltZ



-¿Por qué es la única bruja que no tiene pintura? Podían haber puesto un símbolo aunque fuese- preguntó el muchacho, cuyos ojos verdes parecían amarillos a la luz de las velas.

-Porque, nunca se ha visto su verdadera figura. Se ha dicho que es una mujer joven, pero son sólo conjeturas...-dijo el otro joven, que estaba recostado de la pared. Con la tenue iluminación de la habitación, solo se le alcanzaba a ver la quijada y los brazos cruzados...

...Ataviado con una típica franela manga larga, le daba una apariencia mucho más común que el otro chico, que no apartaba la vista del enorme libro, con su larga y tersa túnica negra. Siendo las únicas personas en la estancia, daba una gran sensación antagónica

-Es astuta...- murmuró. Sin dirigirse a nadie en particular.

-Mucho- asintió para si mismo en la oscuridad- Ya es suficiente Aart. Mañana comenzaremos...- suspiró con desdén dejando la frase en el aire- y tienes que “parecer” descansado al menos...

Aart resopló con fastidio mientras cerraba el libro viejo, este produjo un ruido seco y áspero. Se bajó la capucha de la túnica, dejando ver un rostro hermosos y joven de piel nívea, unos penetrantes ojos verde esmeralda y una identificable (y perezosa), expresión de molestia.

La habitación estaba iluminada solo por velas, ubicadas alrededor del gigantesco ejemplar. En medio de un gran altar bajo un símbolo de oro; una cabeza de cabrio colocada sobre una estrella, con el vaivén de las llamas, hacia parecer como si de sus ojos rubíes salieran  finas líneas negras.

-Puedo preguntar... ¿por qué tenemos que hacer esto siempre?- se quejó Aart- Sé que te molesta tanto como a mi, Hefestio.

-No podemos dejar que los humanos sospechen.-dijo automáticamente-  y si, claro que me molesta. Pero me fastidia aun mas tener que mudarnos todo el tiempo por tu culpa- Siseó Hefestio deshaciendo el lazo de sus brazos y se dio la vuelta hundiéndose en la oscuridad que servia de puerta-Te estaremos esperando por la mañana, así que será mejor que te muevas...

Su voz resonó en la habitación a la vez que se escuchaban sus pasos alejándose. En un instante, cuando los pasos de Hefestio se dejaron de escuchar, las velas se apagaron al unísono con una fría ráfaga de viento. Dejando a Aart solo en la oscuridad, quien con un suspiro, rozó la portada del libro con la punta de los dedos...

-Siempre es lo mismo...-susurró con aire nostálgico y triste.
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-Y... ¿cómo piensas llamarte esta vez?- exclamó la mujer con una enorme sonrisa en el rostro, sus ojos azules brillaron intensamente.

Eso molestó a la niña que estaba sentada en el enorme sofá rojo. Así, pequeña como una muñeca de porcelana ataviada con un vestidito de la misma tonalidad del mueble, unos ojos azul cielo, mejillas sonrojadas y largos bucles dorados, no parecía tan peligrosa ni cruel como en realidad era. Y era consciente de ello, aprovechó ese lindo aspecto para ser un puchero.

-Qué tal Alice? –insistió la mujer. La niña suspiró- ¿Enrieta? ¿Catherine?

La  cría apoyó su pequeño puño en su mejilla dándole un aspecto mucho más maduro.

-Lucinda? Erika? Antonniete...?- siguió la mujer sin mucha suerte en convencer a la chiquilla-Elly?- la niña rió- Me estás escuchando?

-Ya has dicho el nombre que quería...-respondió sin dejar de sonreír, con una voz madura y adulta que no correspondía con su diminuta apariencia

-No!- sentenció la mujer mientras sus ojos relampagueaban de furia- No Elly! No otra vez!

-Por qué? Es mi nombre después de todo!- rechistó  la chiquilla al tiempo de que su cuerpo cambiaba, maduraba al de una mujer de piel sepia y el cabello color ceniza. El vestido se transformó a un top y una falda sin perder su color original.

-Qué no te basta con todo lo que ha pasado?! Cada ciudad a la que vamos siempre es lo mismo!- la mujer morena desvió la mirada a son altanero-siempre te reconocen! Los atraes a ellos!

-Por favor!- rugió Elly sarcástica a modo de defensa. Mientras su cuerpo volvía a cambiar al menudo y flacucho de una  hermosa adolescente asiática-Nunca nos han hecho nada!

-¡¿Es que no te basta ElyXzabeth Kedwards?! Te condenaron a mil años! Mil años-enfatizó- y no haz llegado ni a la mitad!

-No hay nadie vivo que reconozca mi nombre... – musitó renuente.

-¿AH NO? Qué hay de la película eh? “Bruja de Blair”

-Es muy vieja...

-Y el libro?! Y todas las estupideces del la tecnología! Si ella no hubiera colocado la página...

Elly detestaba tener siempre que cambiar de nombre cada vez que ingresaba a un nuevo trabajo, país o el detestable instituto y eso último justamente era lo que le tocaba...

No era para menos, si ya era conocido por las brujillas aprendices como la “Bruja Sangrienta”. Lo que no sabían esas tontas era que su condena era una tortura larga y horrible....Condenada a mil años confinada en la tierra de los humanos para expiar todos sus pecados, custodiada por la diablesa Nº 28 la Duquesa Berith. Quien era un incordio todo el tiempo, aunque podía considerarla como una amiga irritante, una compañía increíble que siempre trataba de subirle el ánimo de cualquier forma posible.

Lo que le molestaba de ella, era su constante recordatorio de sus reglas y ordenes que le habían dado, que normalmente enumeraba a la hora de elegir los nombres...como ahora. (¿cuándo se daría cuenta de que Elly no la estaba escuchando?)

-...Debo pasar contigo todos estos siglos para que no te metas en problemas, debo alejarte de los  posibles ataques Akers, debo conseguir que soportes a los humanos y...

-Tengo que conseguir esposo- Terminó Elly poniendo los ojos en blanco- y si es humano, completamente humano, mi condena termina. No te preocupes Berith, llevo dos siglos escuchándote repetir lo mismo...

-¡Pero sigues sin entender! –rugió la diablesa hechando humo...literalmente.

-¡sólo será esta vez!-suplicó la bruja- Esta vez y dentro de cien años ¿si?.-juntó sus manos bajando la cabeza- Onegai!

-Te aprovechas de mi debilidad por las asiáticas- refunfuñó, la muchacha subió la cabeza esperanzada- NO!

-¿Doscientos años?

-Elly!

-Trescientos...?- era su ultima oportunidad. 3...2...1...

-Está bien...-suspiró.

-Si!- se levantó del mueble y abrazó a la esbelta diablesa con fingido cariño--- Arigato Beri- Onee. chan

-No seas tan plástica, Elly..te dejaré por esta vez..pero no mas hasta que se cumplan trescientos...

-Está bien!-convino Elly a la mar de contenta, de pues de todo, no muy seguido conseguía lo que quería.

La bruja le sonrió a su diablesa hasta que esta se metió en su habitación y adquirió una aterrorizante expresión seria. Una vez que se quedó sola en la sala del pequeño departamento se miró en el espejo de cuerpo entero de la puerta.

-¿Cómo lucirás esta vez EllyXzabeth Kedwards? ¿Con qué nueva máscara te presentarás a esos estúpidos y jóvenes humanos?

En un instante, su rostro cambio a miles de caras distintas...hace tanto que no había visto la suya propia, que no le interesaba el aspecto que pudiese tener, pero si al menos podía  conservar su “prestigioso” nombre, conservaría  algo de lo que ella había dejado atrás hace doscientos años...

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