24 abr 2011

TBW Capitulo 8: Un sueño envuelto en pesadillas


VIII
            Un sueño envuelto en pesadillas 

Quizás, una historia pueda dar comienzo al momento del nacimiento. Pero, para él, su historia comienza en cuanto aprendió a tener consciencia real sobre las cosas, Aart no recuerda mucho de su pasado, o quizás, lo hace. Pero todo se borró totalmente en cuanto su mundo cayó dentro del abismo infinito color de la sangre... 

En la mañana 

Todo comenzó como siempre, no había nada de raro en el pueblo...la monotonía total que rodeaba a Aart al abrir los ojos cada mañana.

Pero, esa mañana en particular tenía un detalle realmente distinto. El joven giró sobre si, y envolvió en sus fuertes brazos a la mujer quien lo acompañaba...las sábanas cubrían parcialmente su cuerpo desnudo, el muchacho sonrió para sí mismo en tanto entrelazaba los dedos en su rubia cabellera.

-Será mejor que te vayas antes de que nuestros padres nos descubran, cariño.- susurró el chico sin perder la sonrisa en el rostro. 

La muchacha abrió de pronto sus hermosos ojos azules, y miro de frente a Aart, luego así misma. Sus mejillas adquirieron una tonalidad rojiza mientras tomaba las sábanas y se cubría los pechos...

-Por el amor de Jesucristo...- exclamó sonrojándose cada vez más.

-Amén...- suspiró Aart y se levantó para apoyar sus labios sobre los de ella.

-Aart...-jadeó la chica en cuanto este pasó su mano sobre su cintura. 

-Dime que nos veremos mañana, Erika...- suplicó el chico antes de envolverla nuevamente en sus brazos. 

-A la misma hora de siempre, mi amor...- dijo ella, apoyando sus carnosos labios sobre el cuello del muchacho. 

Se sonrieron el uno al otro con una sinceridad eterna. Para Aart aquella chica era una hermosa diosa, con esa espesa cabellera rubia cayéndole en su espalda, esa nariz perfilada y rojos labios delicados, una belleza singular, prohibida y horrorosamente amada. Pero su amor era oculto por una máscara Noble de indiferencia, dada la posición adinerada de cada uno, tener una relación guiada por el corazón era una blasfemia...más aun con la procedencia tan "especial" del chico. 

-Helena, déjame llevarte a Troya...- susurró Aart al oído de Erika mientras esta se arreglaba el apretado corsé de su vestido.- Allá no tendrás que preocuparte por nada...

Erika negó con la cabeza al tiempo que una lágrima cristalina surcaba su mejilla. 

-Aart...

-No.-rugió el muchacho quitando la lágrima con suavidad inesperada- Cálmate, cariño, todo está bien...

La chica asintió, abrazó al muchacho y se envolvió en una gigantesca túnica negra, cubriendo su rostro de forma deliberada. Aart, con delicadeza tomó la capucha y le descubrió la cara. La muchacha continuaba llorando desconsolada, en un silencio sepulcral. 

-Erika.- susurró Aart apoyando su mano en la mejilla de ella.- Le diré a mi padre...pediré tu mano esta misma tarde...

-Aart, quisiera, con todo mi corazón. Pero...

-Shh... ¿Me amas?- la voz del muchacho era solo un borrón dentro de su garganta. 

-Si.-respondió decidida- Lo hago y siempre lo haré...estoy dispuesta a hacer de todo, Aart... 

-¿Te irás conmigo?- dijo éste rápidamente- en caso de que tus padres se nieguen... ¿Urías conmigo?

Erika bajó la mirada, pensativa. Pero aunque la duda la embriagó en ese momento, sus ojos y su voz se mostraron firmes al exclamar: 

-Iría hasta el fin del mundo, contigo, Aart AkerbeltZ.

Aart tomó el rostro de la chica entre sus manos. Tan frágil, pensó con una sonrisa inconsciente en su rostro. Apoyó sus labios con dulzura en los de ella mientras recorría con delicadeza su esbelto cuello con una mano, pasó por su hombro y llegó con lentitud a su espalda, la empujó hacia sí con un rápido movimiento…Una tabla del suelo crujió a sus pies…

-¿Hermano?-dijo una voz aniñada- ¿Sigues en el establo?

Como acción inmediata, los jóvenes cubrieron la boca uno del otro aguantando la risa. Aart tuvo que tomar varias bocanadas de aire para responderle a su hermana, mientras Erika reprimía sus risas apoyando un dedo sobre sus finos labios.

-S…sí.-respondió Aart tartamudo mientras le articulaba a Erika para que caminaran despacio- Voy enseguida, Alice…

Estaban en lo alto del establo de la familia de Aart, en un pequeño pero muy alto desván rodeado de grandes paquetes de paja. Esa noche los caballos fueron oyentes del primer idilio de los jóvenes sobre un lecho de sábana y paja, no era un buen lugar que digamos…pero fue el momento y la belleza de la noche los que marcaron la gran diferencia…El muchacho pensaba eso una y otra vez cuando la tabla terminó de  ceder y cayeron de espaldas rodando por una gigantesca montaña de paja. Como efecto inmediato, Erika y Aart comenzaron a reír escandalosamente.

-¡¿Hermano?!-gritó Alice asustada y entró a voladas dentro del establo. Sus profundos ojos negros se abrieron de par en par al observar a la muchacha que reía pegada al costado de su hermano- ¡ERIKA KENDRICK! ¡Aart! ¡Mamá te va a asesinar!

-Shh!!! Alice, por favor…-suplicó Erika, hacia la joven quinceañera.- No grites…

La chica, incrédula, miró a su hermano. “Estas demente”, articuló mientras avanzaba con gigantescas zancadas hacia él mirándolo con ojos desafiantes. Erika se hizo a un lado sin muchos  preámbulos, se apartó unos pasos y dejó a Aart enfrentarse a la ira de su pequeña hermana.

-Alice…-tartamudeó el muchacho con una gran sonrisa en el rostro

-¡Quita esa expresión idiotizada de tu cara, hermano!- No sabes en qué te estas metiendo sabes que…-se detuvo y miró a Erika de reojo- Lo que significa- añadió con absoluta seriedad en la voz.

-Alice- la mirada de Aart se tornó burlona- Ella ya lo sabe…

-¿Qué acabas…?-Alice puso los ojos como platos y dirigió la vista a Erika quien sonrió tímidamente mientras asentía.-¿Ah?- dejó la boca abierta durante la exclamación- ¿Ah…? ¿Eh…?

Aart miró a Erika y articuló: “Tres, dos, uno…”

-¡ESTÁS DEMENTE! ¡DEMENTE, AART AKERBELTZ!- soltó Alice con un rugido- Mamá te va a asesinar, te va a hacer pedacitos…te va a freír…y…y…

-Tranquilízate ¿Si? Planeaba decírselo a nuestro padre ahora mismo… -dijo el chico con un suspiro  mientras caminaba hacia su amante e ignoraba descaradamente las quejas y refunfuños que su hermana soltaba.- Vete, yo arreglaré todo por aquí…-susurró y acarició el hermoso rostro de la muchacha, quien, inesperadamente comenzó a enseriarse cada vez más…

-Aart…-musitó con voz queda- Aart yo…

-Hey…-sonrió el chico alzando el rostro de ella mientras dejaba escapar una sonrisa.- No te preocupes…todo irá bien…

-Pero…

-No pasa nada, terminaremos con esto de una vez. Es algo triste el hecho de ser ambos nobles y no poder formalizarnos…

-Es triste que mi familia odie a la tuya, Romeo- siseó ella con aspereza.

-Pero tú no serás Julieta, Bella Helena…

Se despidieron luego de un corto momento de intimidad. Aart tenía unas cuantas cosas que arreglar durante la mañana (además de buscar las miles de maneras posibles para contentar a su hermana) por lo que no habló con su padre hasta al cabo de unas cuantas horas…





En la tarde

Helo allí, frente a su padre. Tratando de explicarle todo el “asunto de Erika” de la forma más práctica y sería posible. Sus ojos eran tan verdes como los de él, y la severidad de su rostro era abrumante, sin embargo, no perdía esa madera de niño juguetón que bailaba en sus ojos, después de todo, parecía encantado que su hijo estuviese en medio de una aventura.

-Entonces…-su padre lo interrumpió con la mano puesta en la barbilla, pensativo.- ¿Cómo es la pequeña, Kendrick  en la cama?

Aart reprimió la sonrisa.

-Pues…-empezó a decir, cuando una voz histérica irrumpió en el estudio.

-¡VIRGILIO!- chilló una mujer de alta estatura ataviada con un corsé azul oscuro, el vestido parecía estorbarle hoy más que nunca- ¡¿Cómo puedes preguntarle esas cosas?! ¡¿No deberías reprenderlo?! ¡Es tu culpa que esté así!-rugió afianzando su ira con sus ojos brillantes y oscuros, los bucles color azabache de su delicado peinado rebotaban con cada palabra exclamada.

-Vamos, amor. No me niegues que tú también tenías algo de curiosidad- sonrió Virgilio- Admítelo, Eneida.

La madre de Aart se sonrojó completamente, pero, con un suspiro se situó al lado de su marido entrelazando su mano con la de él.

-Aart.-dijo ella con voz solemne- Le contaste a la chica de nuestra naturaleza- Aart asintió una vez- y la chica es completamente humana, ¿estás realmente seguro de esto?

-Sí- dijo el interpelado con voz firme.

-Sabes a lo que te arriesgas.-continuó su padre mientras se levantaba de su silla de terciopelo rojo sangre y pasaba un brazo por la cintura de su mujer- Ella no es como nosotros, no será lo mismo como tu madre y yo. No tendrán hijos, y si los llegan a tener…

-No serán humanos- culminó su hermana quien entraba en el estudio con los brazos cruzados.- Tampoco es seguro que serán como tú o yo.

-Hijos legítimos de sangre completamente pura. Ya casi no hay Akers de naturaleza tan pulcra como ustedes dos.-concluyó Virgilio, con un dolor oculto en sus facciones- como desearía que no fuera así…-se hizo el silencio entre los presentes, la habitación se llenó de un oscuro mutismo y respiraciones efusas- Pero en fin- continuó Virgilio- Tu ya has tomado tu decisión, y ya es mi deber entregarte mi herencia.

-¡¿QUÉ?!- chilló Alice enfurecida.

-Será inmaduro e idiota, pero sigue siendo el mayor- intervino Eneida con un suspiro. Al parecer, la pareja había discutido ese asunto con anterioridad.- No hay nada que hacer- Aart sonrió, lo mismo hicieron su madre y su padre con un suspiro aprobante.

-Como el ritual lo indica tienes que marcharte por el resto de la tarde Aart…-dijo su padre con severidad.

-Con la espada y el libro…-murmuraron los hermanos al unísono.

-Pero también…-intervino Eneida antes que su esposo volviera a abrir la boca- Como es tradición en Inglaterra, debes buscar una rosa blanca o roja para tu prometida…

-Roja-dijeron los tres al mismo tiempo con determinación.

La mujer puso los ojos en blanco y se retiró de la habitación llevándose a su hija consigo. Al verlas irse, Aart notó como un leve temblor se apoderaba de las manos de su madre, sin embargo, no pudo asegurarse de ello, ya que su padre le indicó que lo observara. Sin musitar palabra alguna, en sus manos comenzaron a formarse una serie de estelas doradas,  que las rodearon con gracia y rapidez. El hombre, con el ceño fruncido, extendió sus manos como si fuese a sostener algo grande y alargado, en menos de un parpadeo, las estelas brillantes giraron con más rapidez, al tiempo que una funda del color de la noche aparecía sobre sus manos, el cuero de la vaina brillaba con intensidad mientras las estelas doradas se unían en la empuñadura formando una media cruz de plata; sobre esta, justo en la base estaba grabada la cabeza de un cabrío de cuernos enroscados, que rodeaban la empuñadura y terminaban en dos serpientes entrelazadas sobre la cruz. Virgilio tomó la empuñadura con delicadeza y sacó la brillante espada con lentitud, la hoja deslumbraba con una intensidad alarmante que hizo vibrar la habitación…

…el ambiente se heló completamente cuando los ojos de ambos Akers, padre e hijo, se iluminaban con una luz ámbar y sus pupilas se alargaban hasta formar una delgada línea que parecía dividir sus iris en dos partes…

La espada paró de brillar y todo volvió a la normalidad. Virgilio, con parsimonia, enfundó la espada nuevamente y se la tendió a su hijo, éste hizo una honrosa reverencia y tomó la espada entre sus manos, el contacto era helado, mas Aart no produjo sonido alguno. Una vez que se colgó el arma a la cintura, su padre le tendió un libro viejo,  más pequeño que su propia mano. Aart colocó una mano sobre el libro, y éste comenzó a crecer conforme Virgilio y Aart hablaban…

*-Weapon sapientia- exclamó Virgilio con solemnidad.

-Et bene suscepti bene custoditur- respondió Aart

-...Sit amet,

-Tantum utilitatem generi.

-Honoris

-Akers testamentum.*

Para este momento, el libro necesitaba de ambas manos de Virgilio para sostenerlo. Sin más preámbulos, ni despedidas, Aart tomó el libro, se dio la vuelta y se marchó de la casa. ¿Pensaría alguna vez que aquél ritual había representado su salvación absoluta? ¿O que su padre, en realidad, lo protegía de un mal mayor al obligarlo a aceptar su madurez como Aker?



Aart, se imaginaba una y otra vez las cosas si no hubiesen pasado de aquella forma. Aunque, lo que más rondaba su mente era el hecho de imaginarse a su familia saliendo de la gran mansión…

Imaginaba a su padre con la determinación en sus facciones ordenándole a su madre y a su hermana que se quedaran en casa. Que él mismo iría con la familia Kendrick, lo imaginaba montándose en el carruaje con una expresión seria, como siempre se presentaba a los humanos…lo imaginaba frente a la puerta de aquella mansión, totalmente desarmado…lo imaginaba sentándose en la sala a esperar, con una falsa esperanza en el rostro, con el hechizo para pronunciar quemándole los labios…

…lo veía, sonriéndole amablemente a las mujeres de aquella casa oscura.

Mientras tanto, él estaba a kilómetros de allí con las armas de su padre en las manos. Iniciando un estúpido ritual y haciendo crecer rosas azules para su amada Erika…






En la noche


Aart sostenía la espada por el pomo con los ojos cerrados, al clavarla en el suelo, este pareció abrirse para darle paso; las espinas de las rosas recién hechizadas la envolvieron, los pequeños brotes azules comenzaron a abrirse y a girar sobre sí mismos, las rosas del brillante azul granate dejaban escapar un olor suave y dulce…

-…in sanguine amans daemoni
Producam etiam miraculum fieri terrae-susurró Aart, de alguna forma, había una especie de ternura oculta en su voz.

Rápidamente, blandió la espada y las rosas cayeron en sus manos al instante. El libro yacía en el suelo, envuelto en espinas, el chico se acercó a él con lentitud, para recogerlo e iniciar el camino de vuelta a casa, a los brazos de Erika...

Cuando se abrió repentinamente…

Las espinas comenzaron a consumirse ante la sorprendida vista de Aart. Los brotes a su alrededor fueron rodeados por una estela carmesí hasta tornarse de un color negro noche, se quebraron y se disolvieron en el aire suave que rodeaba la estancia, así como las rosas que tenía en sus manos, todo se sumió en un mar de cenizas.

-Erika…-susurró con voz ahogada.

Al darse la vuelta, sintió como una oleada de frío repentina recorría su espina dorsal, tenía que volver cuanto antes, él tenía que regresar. No sabía lo que sucedía pero debía volver…Tomó la espada y el libro, y se echó a correr, no fue más que una estela negruzca al avanzar, pero no se detuvo por nada, al llegar a la ciudad, se encontró con una visión completamente enrojecida de todo, el crepúsculo acentuaba la visión macabra de gente corriendo envuelta en llamas.

-¿qué demonios…?

Aart estaba rodeado de cenizas, humo y fuego. Fuego hasta donde alcanzaba la visión, la gente corría desesperada, más de una con partes de su cuerpo irreconocibles, todo era un revoltijo para el joven Aker. Hasta que reconoció el olor que opacaba el humo del fuego intenso: magia. El incendio desastroso era provocado, desenvainó la espada por instinto y corrió en busca del núcleo del olor.

Sus pies lo guiaron a un lugar en específico, un lugar al que él había ido tantas veces…La desesperación lo embriagó por completo… No, comenzó a repetirse una y otra vez, No, Erika… El Aker continuó avanzando con más determinación, sus ojos, a la expectativa de la desgracia prominente, brillaron y cambiaron de verde al ámbar con rapidez, sus pupilas se rasgaron mientras adquiría una expresión fúrica.

Llegó al lago jadeando, vio como el fuego rodeaba la estancia con fiereza. Los árboles que antes habían servido de refugio para Aart y Erika yacían en el suelo, consumidos por las llamas. En medio de todo, había una mujer en el centro, su larga melena rubia se extendía hasta la base de su espalda, el vestido estaba lleno de polvo y cenizas…Aart se acercó a ella despacio…

-Erika…-susurró.

Ella volteó lentamente, su hermoso perfil estaba manchado de cenizas y bajo su ojo enrojecido había una línea fina que detallaba el verdadero color de su pálida mejilla.

-Aart- gimió, su cabeza se echó para atrás, dejando ver a una mujer cuya cara estaba oculta bajo una capucha. Su esbelto cuerpo podía admirarse bajo la seda, a medida que Erika caía en el suelo. Sin vida…

Aart puso los ojos como platos, apuntó a la mujer con la espada y avanzó con decisión hacia ella, cuando el filo de la espada tuvo contacto con una especie de barrera y éste salió despedido hacia atrás. Sus pies levantaron polvo al retroceder, pero su cuerpo no cayó al suelo, se mantuvo de pie y con determinación. Tomó el mango de la espada con fuerza, y la alzó por encima de su cabeza, con un movimiento inmediato, cortó la barrera en dos…

….Una luz se extendió por toda la estancia, dejando escapar un viento que barrió con las llamas del lugar y avivó las lejanas, al alzar el rostro, los ojos de Aart eran aún más brillantes que antes, mas su rabia no se dejaba ver en sus facciones…

Su rostro siempre debía permanecer sereno, sin importar cuanto dolor sintiera, cuantas ganas tuviese de asesinar a esa bruja. Él jamás debía dejar que la emoción embriagara sus acciones, no dejaría que su enemigo se percatara de su debilidad.  La bruja, avanzó hacia él al mismo tiempo, sin musitar palabra alguna, sus ropas se movían con suavidad a pesar de la fiereza de la ventisca.

Aart no apartó la vista un segundo, agarró la espada con ambas manos y echó a correr nuevamente, al blandirla sobre la bruja, otro campo apareció; pero, con su tamaño, el cortarlo fue sencillo. Así como los que le siguieron…El ataque del Aker se veía desesperado y furioso, pese a la seriedad absoluta de su rostro. La bruja alzó una mano de uñas resplandecientemente negras y mandó a Aart al suelo solo con un movimiento, la espada voló lejos de él.

-Inexperto.-dijo una voz que atravesó la estancia, no parecía provenir de la bruja en sí. La mujer estiró la palma hacia Aart, juntando sus dedos al tiempo que pronunciaba…-De la sangre, que tanto evitabas, te llenarás a partir de ahora, joven Aker…

La camisa que ocultaba el torso herido del muchacho, se hizo pedazos. Una línea completamente carmesí recorrió su pecho desnudo, siguiendo la mano de la bruja, que trazaba estelas negruzcas en el aire a medida que su mano se movía. No faltó mucho para que Aart comenzara a sentir dolor…

…La sensación punzante ascendió desde su estómago a su garganta, la línea roja se propagó por todo su cuerpo, creando una especie de círculo carmesí, líneas curvas y rectas lo recorrieron entero, todas ellas, eran  arañazos y cortes profundos, que ardían como fuego sobre su piel. Todo su cuerpo ardía, todo su cuerpo sentía dolor, a medida que las líneas lo bañaban en su totalidad, creando, tras de sí, un charco creciente de delicada tintura roja, que brillaba con levedad ante la luz del crepúsculo.  Mas, a pesar de todo el dolor que sentía, Aart no emitía sonido alguno, soportaba todo con un mutismo extraordinario. Él no podía hacer nada, tampoco mostrar debilidad.

El dolor se detuvo por un instante, mientras, poco a poco, todas las sensaciones se trasladaban a un solo lugar de su cuerpo, las líneas, cual serpientes, reptaban por debajo de su piel, dejando tras de sí una fría sensación, dirigiéndose a su brazo izquierdo. Descendiendo desde el hombro, rodando por su  antebrazo y enroscándose de forma grotesca en su muñeca. Lo que antes parecían venas levantadas dada la tensión de su cuerpo, eran ahora pequeños gusanos que se incrustaban en sus huesos…

Aart, sin saberlo, había perdido la consciencia muchas veces. Ahora, en este estado de letargo incontrolado, se encontraba altamente aturdido, tanto así que no se percató hasta mucho después de la bruja colocada de forma enfermiza sobre su cuerpo…

Sus manos hundidas, literalmente, en sus hombros, era más de lo que podía soportar. No obstante, el Aker, era incapaz de pronunciar palabra alguna…

-Si quieres culpar a alguien…-susurró la bruja a su oído. Fue cuando, perdió la consciencia por última vez…



Aart despertó en el suelo frío y  pedregoso. Sobre sí, sentía un peso leve, como si alguien se estuviese recostando de él…

Todo fue un sueño, pensó con un suspiro. Mientras envolvía el cuerpo de Erika con sus brazos, en tanto lo hizo, sintió el líquido frío y húmedo sobre el cuerpo de ella. Se levantó en el acto sin dejar de sostenerla, la cabeza de Erika calló hacia atrás dejando ver su rostro, lleno de ceniza, salvo por aquellas dolorosas líneas verticales que dividían sus mejillas.

-Erika…-susurró Aart- Erika, mi amor…despierta…-comenzó a agitar sus delgados hombros con fuerza- ¡ERIKA! ¡ERIKA, DESPIERTA! ¡POR FAVOR…!-gritó con todas sus fuerzas, sin dejar de agitar el hermoso cadáver de la muchacha, hasta que su voz, ahogada por el dolor, se llenó de sollozos…

Hundió el rostro en el pecho de ella, sin dejar de sollozar, ni de abrazarla. Cuando un pensamiento llegó a su mente: Su familia. ¿Qué había pasado con su familia? ¿Por qué no detuvieron a la bruja…?. El terror y la incertidumbre lo inundaron por completo. Con el corazón en un puño, alzó en brazos el cuerpo de Erika, y lo colocó sobre la orilla del río. El agua se extendió hacia él para recibirla con orgullo, cual Ofelia, en su lamento interior y sus lágrimas ocultas… “Si muero, que el río me lleve por su cauce, así podré esperarte, Aart, no importa cómo, nos encontraremos en medio del Estigio. Engañaremos al Caronte y viviremos felices en una nueva orilla…” había dicho Erika una vez, ahora, esas palabras estaban grabadas en la memoria de Aart…como si de alguna forma, ése fuese el epitafio de su féretro.  

El chico, ahogando su duelo dentro de sí, se encaminó de nuevo a su “casa”. Recogió la huérfana espada en el suelo, y el libro apareció fiel bajo su brazo. Al llegar allí, se encontró con el más espantoso espectáculo nunca visto…

Su mansión estaba vuelta cenizas, los animales criados con esfuerzo y sacrificio, tanto de los sirvientes como ellos, yacían en el terreno carbonizado, con los ojos hundidos y los cuerpos consumidos por una sombra negruzca que parecía devorarlos desde adentro. Aart avanzó conteniendo las arcadas, atravesando el campo poblado de cadáveres, perros, ovejas, caballos, todos siendo consumidos despacio con un sonido similar al de jugar en tierra húmeda…Aart no conseguía a los sirvientes, no tenía voz para llamar a nadie, por lo que empezó a correr sin parar, en cuanto percibió el calor de las llamas a unos palmos de distancia…

El establo.

Se congeló ante la nueva visión de aquel lugar, reconoció a duras penas a quienes había amado toda la vida. Con quienes había pasado más de una eternidad de siglos, ellos, esas personas, representaban para él un mundo. Y ese mundo, esas tres personas tan apreciadas…tenían clavadas en sus cuerpos enormes estacas de madera, como si estuviesen preparados para ser devorados, o al menos, para Aart eso fue lo que le pareció la visión macabra.

Sus manos comenzaron a temblar con violencia.

Y una mierda..., pensó Aart. Al ver los cadáveres de su hermana, su padre y madre arder bajo el implacable fuego. "No permitiré que ninguna se me escape... no. Las mataré, las mataré a todas, no importa pacto alguno...no importa...esa mierda de bruja va a pagar por lo que hizo, va a pagar por todo..." 

En su interior, algo se quebró, ya no podía sentir nada más que odio, nada más que rabia. Nada más.... El odio concentrado consumió su ser y se lo tragó por completo. La furia pasó a ser su credo; sus manos, la espada y el libro de su padre: su santa trinidad. Las mataría a todas, sin importar cuan humanas pareciesen, de hecho, no le importaba. Una de ellas había acabado con todo su mundo y él acabaría con el de ellas. Cada bruja que se pasase por su camino terminaría ahogada en su propia sangre, destrozada hasta lo más mínimo, sufriendo hasta que la vida decidiese escaparse de sus dolientes ojos....

No habría asomo para piedad, para pensarlo dos veces, no habría siquiera un segundo de duda. Si tenían hijos o no, con familias humanas o sin ellas... Todas morirían bajo el filo de su espada...sobre todo aquella bruja que había acabado con todo aquello que apreciaba, “dentro de poco”, pensó, “dentro de poco recordaré su nombre...y cuando la encuentre...la haré pasar por mil infiernos distintos antes de tomar su corazón y devorarlo...seria mía, mía, no la dejaría siquiera descansar en paz... El infierno será cielo para ella...así que no permitiré que valla por motivo alguno...”



*Arma y sabiduría
Bien recibidas y bien guardadas
Serán utilizadas...
Sólo para el beneficio de nuestra raza.
Haciendo honor...
Al legado de los Akers.*

TBW Capitulo 7: Suicidio


VII
Suicidio



Los profesores daban órdenes dentro de todo el bullicio. La mayoría de los alumnos corría por los pasillos en dirección a patio principal. Mientras que Elly y Aart corrían en diferentes direcciones, sin embargo ambos se dirigían al mismo punto: el patio trasero. Donde, muchos metros más arriba, se desataba la guerra…

                             
El fuego y el viento chocaban con rapidez, ocasionando miles de explosiones. Sabían que habían desatado el pánico entre los humanos…pero nada de eso les importaba. Cada uno se enfocaba en el flaqueo del otro, ante la menor distracción, uno acabaría reducido en cenizas y el otro totalmente desfigurado por las ráfagas de viento. La concentración era máxima, pero la debilidad evidente…

Hefestio no podía retener la sangre de su herida, poco a poco su fuerza física disminuía al igual que su visión. Enio no contenía los mareos, el “beso venenoso” comenzaba a carcomerle las entrañas, y a consumirle los labios con rapidez. Sin embargo, la fortaleza mágica de la Graya superaba con creces al Guerrero Antiguo, poco a poco, con paso imperceptible, se aproximaba a él. Lenta y segura, calculadora cual serpiente, la bruja se movía con cautela hacia su objetivo. Enfrentaba sus golpes con fiereza…

Fue cuando Hefestio por fin se entregó a la realidad: no había ataque mutuo. Él atacaba con desesperación y ella se defendía, eso era todo. Era el peor error de un guerrero, y la bandera que identificaba al derrotado…la impotencia en la batalla. 

-Aun insistes…-susurró la bruja, cuya voz se acercaba más a la de una niña- ¿de verdad piensas salir vivo de ésta?

-Por supuesto que no…-rió Hefestio con un suspiro. Sus ataques no cesaban y la defensa de la niña ya no era tan difícil de perceptir.- Pero sería cobarde no dar algo de pelea…

-Cobarde ¿eh?- para éste momento, de forma imprevista, la bruja se encontraba cara a cara con su enemigo- Yo lo llamaría desesperación…o quizás…estupidez.

El Aker dejó de invocar el viento, al mismo tiempo que la bruja lo hizo con el fuego. Enio tomó rápidamente al muchacho por el cuello, alzándolo. Dolorosamente, las cuchillas penetraban en éste, quien arrugaba la expresión pero no lanzaba quejido alguno, por lo que cuando Enio sacó la cruz de su cuerpo con telequinesia, de sus labios sólo salió un “tsk”.

-Pronto tu hermano te hará compañía, admirable fauno…




Aart corría con desesperación. Tomó la decisión de no llamar a su hermano, no quería involucrarlo en nada de lo que haría. Si las brujas seguían con esto, más vale que él mismo fuera el que se metiera en líos. No su molesto “hermano”…cuando llegó jadeando al patio trasero, que no era más que un terreno baldío en donde se planeaba construir una especie de parque para los más jóvenes, se quedó totalmente congelado al alzar la vista…



Ж

Elly sentía el aura mágica proveniente del techo. Pero se convenció de no ir directamente hacia la fuente, era mejor irse por detrás del instituto, sólo necesitaba un salto y ya…un movimiento imprevisto…

En cuanto llegó al patio, vio como un humano se quedaba paralizado en medio de éste. Genial, pensó en tono sarcástico. Cuando alargó la vista hacia el techo, allí, aunque oculta por el cuerpo del muchacho que alzaba, estaba Enio. Cómo no habría de reconocerla, con esas cuchillas resplandeciendo a lo lejos…

En un parpadeo, Enio soltó al chico. Éste cayó de  inmediato, pero a pesar de la larga distancia, la caída no fue retrasada en lo más mínimo. El cuerpo de aquel chico impactó directamente contra el suelo, ocasionando un crujido espantoso y algo parecido al sonido de algo derramándose, como si su contenido viscoso se esparciera por el suelo polvoriento. Elly vio como el cráneo de aquel chico se abría con un nudo en el estómago…pero un grito doloroso, desgarrador y grueso la sacó de la impresión…

-¡HEEEEEEF!


Ж

Aart, lleno de ira incontrolable y un dolor desgarrador corrió hacia el cuerpo de su hermano, cuando alguien lo tomó por detrás. Unos brazos se ceñían alrededor de su cintura…

-¡No!- dijo una voz femenina- ¡Detente! ¡No lo mires!

El Aker, lleno de ira se dio la vuelta tratando de zafarse, reconoció a la chica de inmediato. Aquella hermosa humana de espesa cabellera negra, pero en seguida, la ira terminó con cualquier otro sentimiento…

-¡Suéltame!- rugió Aart sacudiéndose- ¡Suéltame! ¡Hef! ¡Hef!- las palabras se atragantaron en su garganta y se volvieron un nudo, había sido la bruja. Había sido la bruja quien lo había matado…- ¡Hef!... ¡Suéltame, demonios! ¡Déjame! ¡Hef…Hefestio, mi hermano está…!

-¡Escúchame!-rugió la muchacha rodeando a Aart rápidamente y tomándole la cara entre sus manos.- ¡Mírame! –Gritó en cuanto vio como Aart no apartaba la mirada del cadáver- ¡él está muerto! ¡No puedes hacer más nada!- Sus miradas se encontraron, las rodillas de ambos flaquearon…

…Cayeron en el suelo de rodillas, temblando. Aart no podía controlarse, hacía mucho tiempo que había perdido a alguien, no podía hacer más que temblar, tiritar con violencia, para él…todo volvía atrás.

-Shhh…Todo está bien…-susurró la muchacha acariciando sus mejillas. Él no se había percatado de las lágrimas de dolor y rabia que surcaban su rostro.- Tenemos que irnos…

- ¡No!-dijo Aart.- No puedo…Tengo que…-alzó la vista por medio segundo, arriba no había nadie.

Su mente descubrió algo más, ya no había humo ni gritos. La alarma había parado de sonar…

-No otra vez…-susurró el Aker en voz baja.

-Escucha…no podemos seguir aquí…- dijo ella con voz suave.- ¡Los profesores…!-exclamó sorprendida.- ¡¿qué paso con todo?!
 


Ж

Elly se percató muy tarde de la torpeza en sus palabras. No obstante, el muchacho parecía tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta de ello, o al menos, parecía estarlo; ya que a pesar de las lágrimas que recorrían sus pálidas mejillas, no había más que una intensa ira ciega enmarcada en sus ojos verdes. Nunca había estado tan cerca de aquél humano, pero la proximidad de su cuerpo no le molestaba en absoluto.

Sin embargo, a pesar de todo, la bruja no dejaba de temblar. Enio estaba allí, no muy lejos debían estar sus hermanas, asechando, riéndose a carcajadas de la muerte de ese inocente. Sin duda alguna la terminarían culpando de eso…o al menos eso pensaba cuando se escuchó un grito estrangulado…

-¿Qué fue lo que pasó?- aulló un profesor de mediana estatura, canoso, que brillaba de la enorme cantidad de sudor en su rostro. Estaba más pálido que su camisa- ¿Qué hacen ustedes dos…?- se acercó poco a poco a los jóvenes.- ¿Ustedes vieron…?

Elly y Aart se miraron unos instantes antes de asentir. El chico había dejado de derramar lágrimas y se aferraba a la bruja, sosteniéndola, más que todo. Elly se sentía mareada y aturdida, pero no como para desplomarse sobre aquel chico (aun así no quería que la soltara por nada del mundo).

-Bueno…-suspiró el profesor- No les preguntaré nada…por ahora, sólo… ¿Saben quién…?

-Mi hermano- respondió el muchacho con firmeza.

Al profesor se le suavizó la expresión, acabó por asentir y mandar a ambos a retirarse lo antes posible. Luego desapareció en busca de ayuda…

-Tenemos que irnos…-dijo el muchacho al cabo de unos segundos- ¿Tu eres…?

A Elly le tomó unos segundos recordar su nombre falso.

-E…Eryn-tartamudeó a modo de respuesta- ¿y tú?

-Aart- respondió con los ojos entornados- ¿Puedes levantarte? Estas muy pálida…

-También tu…-observó la bruja de inmediato.

Ambos temblaban con levedad, pero al final lograron ponerse de pie sin apartarse mucho el uno del otro.



 Ж
Aart sostenía firmemente a la chica por los codos, hasta que decidió rodear su cintura con un brazo. Lo mismo hizo ella, acomodándose en sus costillas. Ninguno de los dos parecía poder sostenerse en pie por si mismos…

Una profesora al parecer estaba buscándolos, en cuanto los vio, los guió rápidamente a la enfermería. Allí estaba Amanda, quien casi se cae de sorpresa al ver a Aart  en el estado en que se encontraba, más aún a la chica bajo su brazo. Los sentó a ambos en una camilla, mientras comenzaba a ir de aquí para allá preparando manzanilla y buscando un tensiómetro.

Los muchachos se quedaron allí en la camilla, ocultos por las blancas cortinas.

-¿Estás bien?-preguntó “Eryn” en susurros.

-Algo…-confesó Aart, pensativo.- ¿tu…?

-Estoy bien…esto para ti debe ser…- la chica arrugó la expresión y bajó la mirada. Fue cuando se dio cuenta que estaba aferrada a Aart completamente- Oh! Lo siento…-tartamudeó separándose poco a poco.

El Aker torció una sonrisa que, aunque sincera, no llegaba a sus ojos vacíos.

-No te preocupes…Fue algo muy fuerte lo que vimos…-suspiró cansado- ¿Cómo es que…?

-¿Me creerías si te dijera que fue pura casualidad…?- el tono en que lo dijo sirvió como respuesta tácita para el muchacho, sin embargo, abrió la boca para decir:

-En este mundo no existen las casualidades…

-Tienes razón…-suspiró. Luego aspiró profundamente antes de agregar:- La verdad es que yo…

-¿Aart?- interrumpió la voz de Amanda, quien entraba al cubículo con dos pequeñas tazas de manzanilla en una bandeja- Cariño, el director quiere hablar contigo. Han llamado a los padres de ambos, el suceso fue lamentable…-apuntó con sinceridad- Así que será mejor para ambos, que se queden en sus casas…

Asintieron al mismo tiempo.

-¿No saben por qué…?- exclamaron al unísono para sorpresa de los dos. Pero callaron ante el suspiro de tristeza de la anciana.

-No, mis niños…No sabemos nada. Tomen esto…los hará sentir mejor, o al menos un poco…-a la mujer se le quebró la voz con la última palabra.

Aart, a pesar de la poca sensibilidad que lo abrumaba, dijo con voz tenue:

-No se preocupe, Abuelita.

La mujer soltó una sonrisa débil y salió del cubículo.


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Aart y Elly se quedaron solos una vez más. Tomaron sus tés en silencio, decidieron no formular palabra alguna hasta que el director llegó y comenzó a explicarles cada detalle: no habría clases al día siguiente, y ellos dos en especial estaban absueltos de cualquier examen o tarea por los próximos 3 días. Pero no fue hasta que el director pronunció las siguientes palabras, que ambos reaccionaron con alarma…

-Lamentamos mucho el suicidio de tu hermano…Mi más sentido pésame…

-¡¿Suicidio?!- soltaron ambos al mismo tiempo, Aart con un rugido y Elly con un fiero susurro.

La indignación se hizo presente en las facciones de los jóvenes, mientras que el director los miraba con pena.

-¡Eso no fue un suicidio!- chilló Elly pasándose las manos por el cabello y sosteniéndolo con desesperación.

-¡Hefestio jamás se suicidaría! ¡Eso no es…!- gruñó el muchacho pero se detuvo al ver la expresión del director.

-Sé que es difícil aceptarlo…pero tendrán que hacerlo tarde o temprano…

Elly apretó los labios, vio de reojo como Aart bajaba la mirada y hacía las manos puños. Ahora temblaban de rabia sin lugar a dudas…

Dentro de una media hora, llegaron los familiares respectivos a llevarse a los “especiales” adolescentes…


Una vez en el carro, Berith comenzó el interrogatorio:

-¿Cómo murió el chico, Elly?

-Enio lo tiró del techo.-respondió de forma automática, robótica.

-Enio…-asintió Berith, aunque su tono parecía más bien una pregunta.

-Sí.

-La Graya…Enio…

-Sí.

-Dices que ella mató al chico…

-Sí.

-Um…

-¡¿UM?! ¡¿CÓMO QUE “UM”?! ¡UN SIMPLE “UM” NO SOLUCIONA LAS COSAS BERITH! ¡EL CHICO ESTÁ MUERTO! ¡Y SIN DUDA ME CULPARÁN DE SU MUERTE! –gritó Elly consumida por la ira e histeria, sus ojos resplandecían ardientes pero al mismo tiempo parecían oscurecerse más y más. Su cuerpo comenzó a emitir chispas y su cabello parecía ser azotado por una suave brisa, de no haber estado un demonio al volante, seguro hubiesen chocado.

-Cálmate, Elly. Se vio como un simple suicidio… No habrá investigación. –pronunció la diablesa con total tranquilidad.

-¡BERITH, DEMONIA, NO LO ENTIENDES! ELLAS ESTÁN…

-No te pueden tocar, Elly.

Elly bufó de rabia y se alegró de haber llegado ya al edificio. Se bajó del carro y lanzó un fuerte portazo que destrozó por completo la puerta del pequeño (y caro) automóvil.



Ж

Aart aguantaba la respiración conteniendo la ira. Es mejor desmayarse que explotar, se repetía una y otra vez, mientras el jefe hablaba con el director. Decidían algo sobre el cuerpo de Hefestio, decidían qué hacer con el despojo desmembrado que se supone, había sido su hermano… Pero lo que más lo ahogaba en sí mismo era el hecho  que repitieran la palabra “suicidio” con una frecuencia atroz.

Aart no era, ni sería, escuchado por nadie, eso lo tenía más que claro. Le dolía la cabeza con tan solo escuchar las palabras que intercambiaban aquellas personas, incluso hablaban de él, suponían de su debilidad y, de alguna forma, lo denigraban. Sólo una cortina los separaba de ellos, veía sus sombras por debajo de ésta mientras yacía recostado en aquella camilla.  Él sabía quién era, él sabía lo que había visto…había visto como una brillante mano sostenía en alto a su hermano, lo había visto caer con una rapidez inhumana…pero eso nada importaba. Sus palabras jamás serían escuchadas por nadie…

Él estaba acostumbrado a eso, a ser señalado por alguien que no era en realidad, escuchaba cada palabra y le hacía hervir la sangre. Las palabras se inyectaban en sus venas, recorriendo su cuerpo, sembrando el pútrido odio y desgarrante ira que lo consumía poco a poco. Y sólo había una culpable, aquella bruja que había destruido todo hasta resumirlo en un borroso y oscuro recuerdo clavado en su mente como una dolorosa y gigantesca estaca…


-¿Aart? Hijo…tenemos que irnos…-la voz del jefe se escuchó de pronto, mientras Aart, quien estaba inmerso en un lago de pensamientos, sentía que le movían el hombro.- Vamos a casa, podrás descansar lo que quieras…

El muchacho observó al hombre que ahora interpretaba el papel de su “padre”. Sus ojos eran profundamente negros al igual que su cabello tan corto que dejaba la frente bien descubierta. De alguna forma, para el joven, todo en él le parecía una farsa: las marcas de sus líneas de expresión, sus ojos “amables” y su trabajada barba negra…parecía sólo otro de sus disfraces para el papel que debía interpretar para los humanos.

-Está bien- asintió el joven Aker sin dejar de entornar los ojos. Una mujer, poco más joven que su “padre” con la piel sumamente pálida, ojos azul cielo y larga melena negra,  lo sostuvo por sus hombros con amabilidad y lo guió por el pasillo- Así que tú vas a ser mi madre esta vez, Amy- susurró Aart por lo bajo con voz ronca.

-Cállate- siseó ella a modo de respuesta- Vincent pensó que era lo mejor… Cree que me tienes más confianza…

-¿Por lo de la otra noche?- ¡bah!, pensó el muchacho.- ¿Me estás lanzando una indirecta?- pues no pienso repetirlo otra vez. Amy se quedó en silencio.- No necesito que me consuelen otra vez, gracias- rugió y se zafó del agarre de la mujer…

…Aart corrió directo a la camioneta de Hefestio. No planeaba ser llevado a casa por aquellos “actores”. Aunque, ahora que lo pensaba bien, Hefestio le dio las llaves esa misma mañana deliberadamente…lo encomendó a que las “sostuviera por un momento” pero luego, jamás se las pidió.

El chico, ya con el motor activo, se aferró fuertemente al volante. Su respiración se entrecortó y examinó las nulas posibilidades  de haber imaginado todo, de que…Hefestio en verdad quisiera suicidarse… Pero las descartó de inmediato al recordar la reacción de la chica al escuchar la palabra “suicidio”, cabía la posibilidad…ella…pudo haber visto algo. Aspiró profundamente y puso la camioneta en marcha, eso lo tenía que arreglar lo más pronto posible. Por ahora, tenía que enfrentar unas cuantas reprimendas…



Ya dentro de la gran mansión a la que podría llamar “hogar”. Aart se hundió en su gruesa chaqueta de cuero y metió las manos en los bolsillos. Se recostó de la pared más cercana y esperó…Oyó el ronroneo del Mercedes al apagarse, más tarde, los pasos en el pasillo. Cerró los ojos y contó hasta tres…

-Aart. Necesito hablar contigo…-dijo el primer actor, su supuesto padre: Vincent.

-Dime algo que no sepa- repuso el chico con voz cansada y abrió los ojos. Al encontrarse con los de Vincent se sorprendió, estaban visiblemente dolidos. Sin embargo, no musitó palabra alguna.

-Aart, hermano- continuó Vincent- necesito que veas algo…-sacó una nota de papel de su bolsillo. Perfectamente lisa y doblada- Sé que es difícil de creer…pero...Es lo más común en estos días, recuerda, a veces la soledad de los de nuestra especie no es visible hasta que sea demasiado tarde…

-¿Qué estás…?- Aart frunció el ceño y puso los ojos como platos mientras se enderezaba.

-Encontramos esto en su habitación. Es para ti… - musitó mientras extendía la hoja hacia Aart, quien la tomó incrédulo…

En el dorso ponía “Aart” mientras que, al abrirla, las palabras prácticamente se expulsaban al exterior…o al menos eso fue lo que le pareció al muchacho al leerlas…

Aart, hermano si estás leyendo esto ahora es porque estoy muerto. Lo siento, no pude con esto. Fue más de lo que podía soportar, quizás si…no lo sé…hubiera utilizado la fortaleza que tienes, sólo quizás, no hubiese acabado de esta forma.

No pude seguir cargando más con éste peso tan grande, lamento haberte dejado solo. No quisiera, pero debo hacerlo. No quiero que te involucres en nada de esto, quiero que vivas Aart, te suplico, no te ciegues por el odio. Te confunde, consume y debilita… ¡te mata!

Ve las cosas con más profundidad, hermano, no te dejes llevar por las apariencias. No confíes en nadie, puede que parezca que te hace un bien, puede que te alivie el dolor…pero nunca se sabe que hay detrás. Hermano, piensa las cosas con calma, si morí es porque tenía que pasar y ya…

Por favor, cumple lo que te pido y no dejes de escuchar a tu instinto. Yo no lo hice, y mira como he acabado…

Hefestio.

Al muchacho comienzan a temblarle las manos mientras lee la nota una y otra vez. No sabía cómo interpretar esa nota, la confusión lo abrumaba… Hefestio no podía haberse suicidado, acaso… ¿había algo más? Si era así… ¿entonces…?

-Aart…-dijo Vincent de pronto, apoyando una mano en el hombro del chico- Esto no ha sido fácil para ti lo sé…

Aart tragó en seco.

-Ne…necesito descansar un rato, mañana terminaré de aclarar las ideas…-tartamudeó luego de un minuto de silencio. Su expresión delataba dolor, pero su mente era agobiada por el cálculo, la percepción y el análisis.

-Entiendo…pero…-Vincent tomó una gran bocanada de aire antes de seguir- Necesito que me digas si continuaras yendo a ese instituto, si lo deseas haré los tramites ya mis…

-No.- la voz del chico era oscura al pronunciar sus palabras con lentitud- Terminaré lo que comencé allí…-luego, añadió con un tono de amabilidad y dulzura cortante- Eso es lo que él hubiese querido…

-Tienes razón- asintió el Aker tras un suspiro- Que descanses, hermano.

En un símbolo de respeto, Vincent se inclinó hacia Aart deliberadamente. El joven lo observó inmutable en tanto sus miradas volvieron a encontrarse, en ese instante, el muchacho se dio la vuelta y corrió directo a su habitación.  Al llegar, tiró la nota de Hefestio al suelo, junto con su chaqueta y su camisa. Se lanzó a la cama boca abajo con el torso desnudo y un mar de pensamientos invadiendo su mente...

Hizo las manos puños en cuanto la imagen del cadáver de Hefestio acudió a su mente como una ráfaga de viento, pero así…con esa difusa visión horrible, cayó rendido dentro del más profundo sueño, reviviendo el dolor de sus oscuros recuerdos…