Cuarta
Sesión: Sentimientos
Roxanna vacilaba delante de la puerta del consultorio.
Por primera vez sus dudas comenzaban a acrecentarse
¿Qué pasaría cuando llegara al final del sueño? ¿Realmente podría llegar a la
verdad? ¿Existiría una verdad realmente?
¿O sólo sería una ilusión de libertad…una búsqueda infructuosa…una…pérdida
de tiempo?
La chica sacudió la cabeza varias veces. No se permitiría morir sin saber todo acerca
de Ruxandra.
Aunque era duro aceptar que sus fuerzas menguaban, que
su ser se debatía en permanecer de pie siquiera unos cuantos segundos. Gracias a los sueños había dejado
de disfrutar la vida a lo largo de los años, no había amigos que estuviesen
para ella, o personas cercanas a los que le pudiese dar valor, a excepción de
Leika...y quizás un gramo de su familia. Todo ello inundó su mente en tanto
escuchó un pitido proveniente de su bolsillo, un pitido extraño y atípico que
la sobresaltó: incluso había olvidado el sonido de su celular.
Tenía un mensaje nuevo, en cuanto lo leyó, toda la
fuerza y animo perdido volvió a su ser
entero. Quizá encontraría esperanzas en aquél extraño que había conocido hacía ya algunas horas…quizás por él si valía la
pena encontrar la salida de su tormento…
…Espero que no me hallas
engañado, Roxanna…bueno…jejej
si es así lo siento por el
que esté leyendo este mensaje. En todo caso…pues,
espero verte y hablar de nuevo con más
calma un día de estos. Confieso que no me gusta mucho el hospital pero si no hay otra manera
pues…creo
que haré el intento. ¡Espero
respondas pronto!
Roxanna
sonreía mientras mecanografiaba la respuesta torpemente.
Creo
que habría sido muy cruel haberte engañado xD Y me encantaría vernos de nuevo
en cualquier lugar…menos
en el hospital, tampoco me agrada mucho
jajaja Procuraré terminar con todo pronto ¡Hablamos!
En cuanto el mensaje se
envió, Roxanna leyó las últimas líneas
con detenimiento, sin duda todo acabaría pronto. Sin duda podría ver a ese extraño…a Kain, de nuevo…aunque por
su aspecto podría decirse que su enfermedad lo afectaba tanto como los sueños a ella. Roxanna sonrió ¿Qué habría
pensado él al verla? ¿Qué enfermedad
pudiese tener él que albergaba esperanzas de seguir con vida para un próximo
encuentro?
Eran tan diferentes, y sus
aspectos tan idénticos.
La chica suspiró y decidió
apartarse los pensamientos
pesimistas de la mente. Dedicó los pocos
segundos que le quedaban antes de apoyar su mano en la perilla de la puerta a
divagar acerca del físico de aquél extraño: curiosos ojos violeta, cabello
ceniciento y una sonrisa encantadora, era alto, y aunque consumido por su
enfermedad, no parecía tener una mala
complexión.
Deslizó su
manos a través de la puerta con sus dedos rozó el picaporte, el metal helado le hizo
dar un escalofrío, más allá de todo,
aquél chico había despertado en ella una
especie de instinto perdido, ella sintió
como si sus ojos atravesasen su alma…como si fueran la llave de una
puerta oculta en su interior…como si…
― ¡Roxanna! ¿Estás
ahí? ¡Pasa!
La voz de Leika sobresaltó
a la chica por segundos, los colores se
le subieron al rostro automáticamente. Abrió la puerta aún
avergonzada, y su doctora acudió a ella tan rápido que no le dio tiempo de dar explicaciones.
La chica se puso cada vez
más roja mientras Leika la tocaba con preocupación y le preguntaba una y otra
vez cómo se encontraba, al final, la sonrisa de Roxanna le hizo parar y sonreír de forma cálida y
espectacular.
― Es un chico ¿No es así? ―dijo la doctora emocionada.
Roxanna se mordió el labio inferior con levedad.
― ¿Es tan evidente? ―preguntó
la joven consumiéndose por la vergüenza.
― ¡Bastante! ―rió a modo
de respuesta― ¡Cuéntamelo! ¿Cómo has podido conocer a alguien en tan
poco tiempo?
La psicóloga la rodeó con
el brazo y la sentó en el mueble con ella, como si se tratara de una conversación natural madre e hija.
―Pues…―tartamudeó Roxanna
con la sonrisa sostenida en sus delgadas
facciones― Recién lo conocí hoy…fue tan…extraño…no lo sé. Pasó demasiado rápido
y acabo de recibir un mensaje de
él…pero…
Su rostro se ensombreció y
se lamió los labios antes de continuar.
―Pero…creo que te contaré
luego de la sesión de hoy…creo que…
Leika le apartó un
mechón de cabello de la cara. Sus ojos
se abrieron por completo al notar las lágrimas saliendo de los de la chica.
― ¿Qué ocurre, Cariño? ―preguntó
Leika con voz dulce.
―Tengo miedo…―confesó―Siento
que…tengo que comenzar la sesión cuanto antes había olvidado que… ―negó con la
cabeza.
El rostro de la doctora se
enserió, adoptando una postura profesional.
― ¿Roxanna? Dime qué
ocurre. ―demandó.
―La verdad es…que…es…―aspiró
profundamente― Había olvidado a Caleb… y
siento que debo terminar las cosas con los sueños antes de…
El ceño de Leika se
frunció en demasía, Roxanna quiso desaparecer, hundirse dentro de las profundidades de aquél desteñido sofá,
deseando nunca haber pronunciado aquellas palabras.
Caleb, aquél chico de los
sueños a quien nunca le había visto el
rostro…aquél chico que representaba todo para Ruxandra, aquél chico que…cada
noche, con cada recuerdo de aquella mente inexistente…la enamoraba cada vez
más. ¡Pero ella nunca tendría que desarrollar esos sentimientos! ¡Esos
sentimientos eran de Ruxandra! ¡Tenían que ser de Ruxandra! ¡Nunca de ella!
―Roxanna…Caleb no existe.
Las frías palabras de la
doctora la paralizaron.
―Lo…lo..lo sé…a lo que me
refería era…a acabar con esto de los sueños― mintió, en parte― A terminar con
esto para que pueda sanar finalmente…yo…creo que podré ir con ese chico luego
de esto…― Aunque él también se veía mal…,
pensó, mas no musitó palabra alguna.
―Roxanna…― la doctora
se enfrentó a la chica y la tomó de las manos, obligándola a mirarla de
frente― Espero entiendas que el mundo que has visto estas noches, estos
recuerdos, esta magia y ese chico, Caleb, en especial, no existen…nunca
existieron y nunca podrán existir― el corazón de Roxanna latió debatiente― Pero
este chico que has conocido hoy sí lo es, al igual que yo y todo lo que te rodea en este momento…no debes
huir de nosotros.
Las lágrimas de Roxanna
eran silenciosas y dolorosas.
―Y Roxanna, si no
entiendes esto…me temo que tendremos que acabar las sesiones en este pun…
― ¡NO! ― la voz de Roxanna
fue contundente. Leika dio un escalofrío― Entiendo, eso que veo…―aspiró una
buena cantidad de aire― No. Es. Real.
―Ven acá…
La doctora abrazó a su
paciente con un nudo en la garganta, mientras en su mente rememoraba la
conversación con Julius aquella tarde…
…Él había encontrado
finalmente los registros de aquél soñador común, sin embargo, reunirlos a él y a
Roxanna era un riesgo demasiado grande; no sólo por el hecho de que el choque
de emociones podría acabar con ambos en un descuido, sino porque él pertenecía
a una sociedad mucho más elevada y complicada, donde, por supuesto, una chica
como Roxanna no sería bienvenida. A pesar de ello, Leika estaba dispuesta a
aceptar el riesgo, tendría que ver a aquél chico para organizar todo de un
momento a otro…pero tendría que asegurarse de algo primero: no debían
establecer conexión por medio de los sueños.
Ya que, no cabía duda, una
vez que alguno de ellos se saliera de su cuerpo en busca del otro el coma
subsiguiente sería imposible de solventar. Ambos habían sido despertados
demasiadas veces durante el REM y eso era lo que había deteriorado sus cuerpos
a un nivel atroz.
Leika suspiraba mientras
colocaba la cámara en marcha ¿Qué podría significar para ellos el
encuentro directo? Con suerte, los liberaría…, pensaba Leika, o simplemente los mataría más rápido.
La doctora dio un
escalofrío. Sería bueno terminar con las
sesiones primero antes de recurrir a eso, concluyó.
Después de todo, Roxanna,
poco a poco, volvía a adquirir un color radiante y parecía haber aumentado de peso…
―Bien Roxanna, necesito
que te relajes por completo…
Mi
corazón no dejaba de latir rápidamente, golpeando mis costillas.
No
había podido dormir en toda la noche, todo este tiempo esperando, todos estos
años rezando y llorando, todos estos años buscando una manera de poder
solventar nuestra distancia y ya era
hora; finalmente Caleb estaría frente a mí, sentiría su cuerpo, su calor, su
aroma…
Finalmente,
sus verdaderos brazos estarían alrededor de los míos, finalmente…finalmente…
Mi
alegría era infinita, no esperé mas allá del amanecer para darme un baño largo
y placentero ¿Cómo sería él? ¿Cómo sería
su cuerpo? ¿Era alto? ¿Bajo? Lo que había podido ver durante todos estos años
era sólo el color ámbar de sus ojos y su voz…su voz que había pasado de leve y
fina, a gruesa y fuerte, segura…soñaba on su voz cada noche, amaba su
tono…amaba…
Puse
los ojos como platos mientras me recostaba de la tina.
―Lo
amo a él…―suspiré.
En cuanto suspiré aquellas palabras sentí un vacío
en el estómago, un dolor en el pecho creciente y una angustia que me hizo
levantar de repente.
―
¡Caleb! ¡Caleb! ―
sollocé inexplicablemente.
Comencé a temblar. Algo le había pasado, lo
presentía, mi cuerpo reaccionaba a su sufrimiento…a su… ¿Miedo? ¿Por qué Caleb
iba a tener miedo?
Lo busqué con el pensamiento, uní los lazos que el
conocimiento de nuestros nombres habían unido, pero no pude encontrarlo, no
pude hacer nada. Salí de la bañera con rapidez y permití que la magia me
rodeara para vestirme, corrí fuera de mi habitación vociferando por mi padre…
…cuando un olor extraño se cruzó por mis sentidos.
“Madre” suspiré angustiada y giré sobre mis talones…cuando di de lleno
con los brazos de mi hermana Charlotte. Su
alegría me hizo reprimir un sollozo, aunque tuviéramos la misma edad,
era infinitamente más delgada y pequeña que yo…incluso parecía mucho más niña
que yo, como si su inocencia no se viera corrompida por nada en el mundo.
―
¡Hermana! ¡Feliz cumpleaños! ― graznó
alegremente.
Sonreí.
―
¡SÍ! ¡Feliz cumpleaños para ti también,
mia princia! ―
exclamé devolviéndole el abrazo.
Repentinamente, los brazos de Alexa me rodearon por
detrás.
―
¡Miren que comportarse como niñas pequeñas! ¿Cuándo madurarán? ―rió con
alegría.
Salté y reí con mis hermanas abrazadas con una alegría gigantesca, con frecuencia, olvidaba lo bien
que era estar con aquellas extensiones
de mi sangre. En cuanto las tuve frente a mi, las detallé como nunca en todos
estos años…
Alexa, un tanto mas alta, con el cabello color fuego corto hasta la barbilla, fuerte y decidida, sus ojos violeta siempre atentos
y arrogantes. Sabios en cierta medida. Eran el símbolo de la astucia y sabiduría que mi madre había
estado mermando a lo largo de los años,
y que ahora le sería más difícil corromper. Su complexión era increíble, a pesar de ser gemelas, ella era unos milímetros mas alta que yo y, a pesar de los maltratos, su figura era esbelta,
toda una gama de curvas y belleza
que mi madre idolatraba y envidiaba con
todo su ser.
Charlotte, en
cambio, la más bajita y menuda de las tres, siempre con el cabello
fuego preso en cualquier tipo de trenza, tonta y acomplejada de los bucles de
los que carecía; sin embargo, el día de hoy gozaba de tener su lacio cabello rojo recorriendo sus
hombros. Orgullosa al fin. Sus ojos
verdes, esmeraldas de inocencia, simbolizaban la belleza pura y absoluta que mi
madre le había estado succionando a lo
largo de los años, junto con su altura. Sin embargo, su delgadez no invadía el orgullo de su cuerpo, unos
pechos “sobresalientes” como mi madre decía de vez en cuando.
Suspiré una
sonrisa antes de besarlas a ambas en la frente.
A partir de
ahora, cuando las tres ya habíamos cumplido 16,
la fortaleza de nuestra estirpe dificultaba a nuestra madre, a la Reina,
continuar con la constante privación de sus virtudes. Para mí, eso significaba el descanso momentáneo, ya no tendría que correr
por ellas, que estar preocupada
cada segundo porque algunas de mis hermanas conservara
algún aliento que escapar.
A demás, mi padre
podría dormir un poco más, por igual.
Mi padre…
― ¿Han visto a nuestro padre? ― pregunté sonriente, intentando no pensar en el miedo por Caleb que recién
había resucitado.
―Ummm…creo
que está en su habitación…―murmuró
Alexa.
―No
sé si se ha levantado…―completó Charlotte.
―Pues…iré
a buscarlo, ¡ustedes vayan alistándose! ―ordené
riéndome.
―
¡Mandona! ―bufaron
ambas mientras me alejaba por el pasillo.
…
Estaba a
punto de entrar a la habitación de mi padre, cuando la voz de la Reina
en el interior me paralizó por completo.
―
¡DIGISTE QUE TENDRÍA MI PAGO!
―Pero
no hoy…―suspiró
mi padre, a mi parecer, excesivamente calmado.
― ¡NECESITO CARNE JOVEN!
Puse los ojos
como platos.
―En
nada te afectará esperar un poco…hasta
que termine el homúnculo que te tengo preparado…una niña jo…
―
¡NIÑA! ―exclamó
con furia― ¡YO
QUIERO UN ADOLESCENTE, UN JOVEN!
¡ESTOY CANSADA DE ABSORVER MUJERES!
La voz de mi padre sufrió un cambio radical.
―
¿Hombres? ―
su voz
era un hilo fino― No…
Pude sentir la sonrisa de mi madre a pesar de no
verla directamente.
―Sabía
que este día llegaría…y tú amor…―
escuché el sonido húmedo de un beso― Ya
no puedes complacerme…tráeme un chico,
uno joven, decidido y fuerte…o mis hermanas acabarán con todo en este
lugar…
¿Un hombre joven?
Mi madre abrió la
puerta repentinamente. Y me rebasó con rapidez, mi padre estaba
enviando una hada justo en el momento
en el que lo observé, en el espejo del centro
vi mis ojos, mi rostro…Estaba llorando
y tenía los ojos como platos.
―Un
hombre joven…―susurré.
―Mi
niña…―inició
mi padre. ―Ya
lo debiste haber olido…deseaba haberme equivocado…pero…
―Está
en celo―
gruñí a través de mi garganta entrecortada.
―Así
es…
Sentí una
puñalada. Las lágrimas cayeron silenciosas.
―Caleb…―murmuré a duras penas.
―No
le pasará nada, cielo, te lo prometo.
Negué con la cabeza y sonreí.
―Confío
en ti, eso lo sé…―mi
voz temblaba y procuré arrancarme las lágrimas. ―Pero…
¿Cuándo lo veré? He sentido…
―Su
castigo, amor. Lo verás esta noche. ―sonreí y abracé a mi padre con el corazón en un
puño― Feliz Cumpleaños, hija.
…
Procuré no seguir chillando mientras me arreglaba y
me daba un segundo baño (no negaré jamás que mi nerviosismo me ahogaba por
completo…y quería hacer tiempo para que
anocheciera). En el castillo no había sirvientes para mi, ni para mi padre, por
lo tanto, debía arreglarme, maquillarme y peinarme por mi misma ¡Mejor! Así
tendría tiempo que perder mientras esperaba la caída de la noche…
A diferencia de mis hermanas, comer para mí no era
una necesidad absoluta, fingía frente a ellas para que no sospecharan, pero
ahora, gradualmente, ellas dejarían de hacerlo. Sonreí con autosuficiencia.
A pesar de todo, iba a ser un gran cumpleaños.
Me demoré en
arreglarme hasta el mediodía, cuando mis hermanas casi derriban la puerta
buscándome desesperadamente, almorzamos juntas, asistimos a nuestra fiesta (con trescientas personas
que no conocíamos, sin exagerar ni un mínimo), recibimos nuestros regalos…
…Pero las horas pasaban para mi, sin ton ni son, la
gente no tenía rostro, las conversaciones eran mudas a mis oídos, deseaba que
todo terminara rápido. Perder el tiempo sin pensar en Caleb era para mi una
auténtica prueba de resistencia, incluso me había escapado a nuestro muro,
esperando, como una ilusa, encontrarlo allí…pero no, sabía que él no estaba
bien…
“Pecado
mortal el del hombre que ama sin motivo a un hada asesina” las palabras dentro del Juramento del Guerrero, reventaban
en mi cabeza como las olas que había
visto dentro de los libros mágicos de mi hogar: la biblioteca.
…Sí en realidad, ocupaba mi mente en cosas tan
insulsas como lo anterior para olvidar el hecho de que Caleb estaba sufriendo
por mi causa y no podría verle hasta dentro de…viendo el reloj del salón, dos
horas más.
…Una hora y media…
Los invitados comienzan a desaparecer, pronto
sonaran las campanas de la media noche.
…media hora…
Sólo unos cuantos, mis hermanas siguen bailando. Yo
he estado paseándome entre las columnas, me he detenido por enésima vez a ver
el reloj.
…Veinte minutos…
Mis hermanas dejaron de bailar. Se acercan a mí con
sonrisas en los rostros “Nuestro padre nos dará un regalo” exclaman ambas, mi
corazón se acelera.
…Cinco minutos…
Camino hacia la entrada con el corazón en un puño.
No veo la cara de mi padre, cierro mis ojos, las campanadas comienzan a sonar a
mis espaldas, siento un frío que eriza cada tramo de mi piel, mi madre está
cerca.
La puerta se abre y mi corazón protesta: “velo,
velo, velo”
No permito que mi razón y mis sentimientos me
confundan, un olor inconfundible se cuela en la habitación, pero, como me
temía, él está escondido tras un hechizo poderoso. Aprieto mis manos y comienzo
a temblar: si llego a romper el hechizo de Josh… mi madre vería a Caleb.
Abro los ojos despacio, unos ojos color ámbar me
observan con recelo.
La mirada de Josh me atemoriza, aunque esté sobre
su rodilla, aunque su mano esté sobre su corazón, aunque a su lado sienta la
invisible presencia de su hermano, más allá de eso, su dolor me quiebra el
pecho, sabe que yo soy la culpable…pero su sonrisa comprensiva le prohíbe
odiarme.
Bajo la cabeza.
“¿Lo entiendes, cierto?” Su voz, es como su
complexión y físico, delgada y dulce.
Detallo su rostro, sus ojos grandes, su nariz
perfilada, sus labios finos, su barbilla cuadrada y hoyuelos singulares, el
cabello corto, color ámbar, está muy bien peinado sobre su cabeza ¿Así será
Caleb? Sonreí negando con la cabeza, él no sería tan cuidado y delicado.
“Sí” susurro, mi sonrisa compensa la suya, una
mínima expresión en ese rostro tan serio.
¡Qué serio era Joshua! Sus palabras y sus
expresiones me hicieron salir de ese estado de letargo temporal.
Tuve que reprimir una carcajada, ¡Con razón Caleb
se quejaba tanto de él!
~
―Amo Kain…no es seguro..
―Sólo comienza otra vez, esta noche no ha terminado…
― Pero…
―Quiero verla. ― declaró el chico. Ahora podía sentarse
sin problemas, su rostro había adquirido color. ―Tengo que verla…no estaré
tranquilo hasta verla.
―Ella no…
― ¡LO SÉ! ― gritó bajando la mirada, su respiración se
había acelerado. Sus puños temblaban como el resto de su cuerpo― Lo sé…―
susurró. ― Pero…
Kain dirigió la vista hacia el celular, recién había
leído el mensaje de Roxanna. Él también debía “procurar” terminar con todo, para
verla…en realidad, eso era lo que lo mantenía con energías…y si quería verla a
ella, debía terminar todo lo concerniente con Ruxandra…a quien…
― Caleb la ama…― susurró, de alguna forma, mintiéndose
a sí mismo― Y siento que…si la veo
hoy…todo esto será más rápido…por favor…
―Amo…
― Por favor…― se tapó la cara con las manos― Tengo que
acabar con esto…ya he tenido suficiente…
El silencio apremió. Kain suspiró a son de derrota.
―Está bien…― susurró el anciano.
No podía dejar de mirarla.
Aunque a través del agujero siempre me parecía
hermosa, ahora tenerla frente a mí era como si le rindiera pleitesía a una
Diosa poderosa. Su sonrisa era mágica aunque sus ojos lucían tristes, sentí
como su mirada me evitaba y deseé arrancar la cabeza de su madre, quien, aunque
también hermosa, no dejaba de olfatear sin cesar, buscándome.
Mi hermano murmuraba cosas, pero mis ojos estaban
clavados en Ruxandra.
En cuanto sus ojos zafiro le sonrieron a mi hermano
lo supe: todo el dolor había valido la pena. Cada parte de mi cuerpo se
estremecía de alivio y desesperación al verla. Todos estos años queriendo
estrecharla en mis brazos, y ahora tan cerca y no podía ni rozarla…
No lo soportaría, era un hecho.
Joshua había estado hablando todo este tiempo,
diciendo nosequé pendejadas sobre mi compromiso, el de él y mi familia. Pero yo
estaba cansado y ¡Vamos! No habían pasado tantos años para la misma mierda de
siempre: ella incapaz de verme y yo viéndola desde lejos.
Lo miré de soslayo: acelera, musité impaciente.
Jamás había visto sonreír a mi hermano con tanta frecuencia. Era obvio que se
divertía con nues…
“¿Dónde le digo que te encuentre?”
Mis ojos se
abrieron de par en par ¿Era en serio? Observé a Ruxandra, parecía estar
esperando lo mismo que yo, mordía sus rojos labios con impaciencia, mientras
movía la cabeza hacia el suelo y hacia mi hermano levemente, provocando que uno
de los delgados rizos rojizos que se escapaban del moño alto que adornaba su
cabeza se balanceaba lentamente, sus manos enguantabas de negro estrujaban la
falda de su vestido color esmeralda negruzca que se ceñía sobre su cuerpo…
“Donde siempre” susurré sonriendo “Donde todo
comenzó…”
~
“Se reunirá contigo…más tarde…él te estará
esperando donde siempre”
Casi me quedo sin aliento. Asentí y procuré no empezar
a hiperventilar, traté de no mirar a Caleb…
“Aguanta, Ruxa” me susurró Josh. “Una vez que me
levante debes actuar como tu reputación lo amerita”
Cerré los ojos y aspiré una buena cantidad de aire.
Josh se levantó y yo fui la primera que hablé…aunque no había escuchado nada de
lo que él había dicho, claro está…
― Es
para mí un honor, como hada, como princesa y como hechicera, contar con tan
buenos dotes. Espero que sus servicios sean fructíferos y que cada gota de
sudor gastada en nuestra protección sea compensada de la mejor forma posible.
Ya que ustedes a partir de ahora no son nuestros sirvientes, mucho menos
nuestros títeres de guerra…―
miré a mi madre de soslayo― Son
nuestra familia y pueden venir al castillo cuando gusten…
Joshua tomó mi mano y la apretó.
―Y
para mi hermano será un honor protegerte, a ti y a tu familia, ya que estos
años ha desarrollado el más puro sentimiento protector por aquella persona a la que ansía proteger…― alzó mi mano hacia sus labios y mi dorso impactó
con ellos…
…Cerré los ojos inmediatamente. Era un tramposo,
aunque bastante inteligente, si me
aprovechaba de la ruptura del hechizo y veía a su hermano, sin duda Josh
me mataría frente a todos…su hermano había sufrido demasiado, y si yo me atrevía a exponerlo,
por el deseo egoísta de verle, él sabría que todos sus esfuerzos habían sido
producto de un mísero capricho.
―Persona…cuya
inteligencia supera al sentir, al parecer―
susurró. Abrí los ojos, él me guiñó un ojo.
“Tonta…te iba a dejar hacerlo” murmuró Josh.
“Mejor prevenir que lamentar”
Una sonrisa fue despedida suficiente para ambos. La
confianza era mutua.
…
―Hija…
―Lo
sé…lo siento…
―
¿Estás segura?
Asentí.
―Lo
amo. ―dije
con solemnidad. ―
Jamás lo he visto, jamás he sentido su calor lo suficiente, pero lo amo…es
indiscutible.
―Un
príncipe no te dará lo que tu plebeyo…pero eliminará las burlas de la sociedad…
―Que
la sociedad se burle entonces, peor es hacerle burla al amor puro con bienes
aristocráticos―
sonreí.
Mi padre había intentado convencerme a lo largo de los años de reinar
en Ankathya, pero sabía que ese deber no era mío…sino de mis hermanas. Yo no
estaría por mucho tiempo, y si lo estaba, deseaba estar con la persona a la
cual vería dentro de muy, muy poco tiempo…
―Déjame
ir…―
supliqué.
―Ve
hija, después de todo lo mereces― me
abrazó―
Mucho cuidado…
En cuanto me deslicé fuera de sus brazos corrí sin
parar…
…más allá del jardín de flores infernales, bajando
hacia el lago, guiándome por aquél muro gigantesco, donde ahora no estaba un pequeño agujero…estaba
una especie de puerta abierta, el pasto estaba muy bajo…como una especie de
escalón…miré alrededor…
No había nadie.
El sauce llorón extendió sus hojas hacia mi, me
acerqué a él conservando la esperanza para sopesar la decepción ¿Caleb no estaba? ¿No había llegado a pesar
de todo?
Una figura se asomó entre las ramas, estaba de
espaldas, muy cercano al lago, la luna iluminaba su silueta…
Era alto, su espalda ancha, el cabello, dorado en
la luz tenue estaba recojido en una fina coleta, el hombre frente a mi parecía
estar tenso y firme, sus hombros eran robustos y perfectos, su ropa consistía
en un chaleco complicado, la espalda estaba semicubierta por tela entrecruzada,
presentí que su cuerpo estaría por completo al descubierto, sus pantalones llegaban al suelo…estaban mojados en los
pies…no me había dado cuenta…estaba en el lago…
―
¿Caleb...? ―
susurré.
Dio un respingo y se dio la vuelta despacio,
algunos mechones dorados cubrían su rostro, pero su ojo color ámbar apareció
entre ellos, agradecí a la Luna por iluminarlo lo suficiente…cuando me di
cuenta que aquello no era posible.
Los reflejos azulados de la luna contrastaban
contra algo que, gracias a mi embelesamiento
no había distinguido…
Espíritus de fuego amables se cernían sobre el lago
haciendo figuras cambiantes, se ocultaban de la luna y la dejaban brillar a su
suerte, los reflejos del lago en la piel de…
―
¿Caleb? ―
repetí.
Sonrió.
―
¿Quién más va a ser, Mi querida Ruxa?
Ambos
recuperamos la movilidad.
Simplemente no pude
más, comencé a correr hasta él, y salté hacia sus brazos. Él me apretó
con fuerza y dulzura. Sus brazos eran tan cálidos, tan fuertes, tan acogedores,
su cuello olía tan bien, su cabello golpeaba mis brazos con suavidad…era tan
sedoso y liso…
―No
es un sueño― susurramos
al unísono.
Él me bajó a duras penas, mis pies entraron en
contacto con el agua helada del lago. Sin separarme mucho de él colocó una de
mis manos en mi rostro, y la deslizó detrás de mi cuello, cerré los ojos. Su
contacto era delicioso…era adictivo, era especial, era mágico era…simplemente
irreal.
Abrí los ojos, pensando que desaparecería.
Pero no…ese rostro seguía allí, era casi
igual que el de su hermano, sólo que mucho más duro, y tenía pequeños cortes en
la frente y la barbilla, deslicé la vista a su cuello, también lleno de
cicatrices…mis manos bajaron de su cuello
a su pecho (como lo presentía, descubierto); pequeñas líneas lo
adornaban, aunque firme, amplio y delineado, estaba cubierto por cicatrices
infinitas…
―shh…― susurró deslizando sus pulgares debajo de mis ojos― Ya no duelen…ni me molestan…
―
Pero dolieron…por mi causa…todo esto…y…lo que sufriste hoy…―mis manos fueron a su rostro, era tan hermoso, tan
especial, deslicé mi mano por sus mejillas y jugué con los mechones sueltos de
su cabello― Te
amo, Caleb. ―
susurré. ― Y
sé que…
Sonrió con ahínco, su sonrisa me cortó la
respiración. La pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos y en la
comisura de sus labios eran simplemente encantadores, me enamoré de su sonrisa,
mordí mis labios.
―Sabes
que te amo…―dijo. El sonido de su voz…esa voz tan grave y dulce
a la vez, esa voz, estaba enamorada de esa voz…lo sabía, mis ojos miraban sus
labios sin disimulo. Sentí como mi cabello se extendía por mi espalda― Pero te amo mucho más…cuando te sueltas el
cabello…
Me reí.
―Idiota.
―dije…
…antes de que él acercara su rostro al mío y
nuestros labios se rozaran por primera vez, mis manos se dirigieron a su cuello
y él colocó las suyas en mi espalda. Nos miramos un instante y sonreímos antes
de volver a chocar nuestros labios, esta vez con mayor decisión, intercalando
nuestros rostros, nuestras narices rozándose, su lengua tímida buscando la mía…
Roxanna abrió los ojos y se sentó en el sofá
repentinamente. Se tapó la boca con una mano y comenzó a llorar
silenciosamente…aquella sensación…era como un cáncer para su corazón.
~
No podría jamás ocultar mi sonrisa, el besar a
Ruxandra…escucharla susurrar “Feliz Cumpleaños” en mis oídos estar acostados
hasta el amanecer, acurrucados uno junto al otro intercambiando besos
“vírgenes” hasta el amanecer habían sido el mejor regalo del mundo.
La había llevado a su habitación y ahora regresaba
a casa a dormir un poco…
Que error más grande había sido el de no
despertarla en nuestro lecho bajo el árbol…o arriesgándome llevándola a casa
¿Por qué había sido tan imbécil?
Quizás así la bruja maldita, la reina, no me habría
visto, no habría organizado el infierno antes de retirarse…no habría hecho lo
impensable…yo no habría tenido que participar en aquella masacre…
…
―Caleb…―dijo mi padre una vez que entré a mi hogar. Por su voz supe que las cosas que
iban tan momentáneamente bien…―Le
han declarado la guerra al reino.
…iban a ponerse cada vez peor.