12 jul 2012

Ladrón de Estrellas



Escucho a lo lejos   como infantes entonan nuestra historia, nuestras vivencias, nuestra desdicha.
Alegre el sonido de sus voces, triste la historia que cuenta ¿Por qué ha de ser nuestra tragedia motivo de fiesta y gozo? Los adultos alzan banderas de colores, actores y actrices se disfrazan como nosotros, todos gritan y elevan confeti por los aires, lastiman mis  oídos  tallados en piedra.
Te observo frío  como siempre, congelado frente a  mí en nuestra eterna condena ¡Cómo desearía que  nuestro aniversario fuera sinónimo de paz y no de anarquía! ¡Ignorantes! ¡Fieles ignorantes!
Te observo desde esta antipática distancia, tu hermoso rostro convertido en  pulida piedra. Tu por siempre siendo capaz de escucharme y yo siempre  capaz de observarte,  pero ninguno de los dos capaz de moverse, nuestro silencio impregna milenios, y lo seguirá haciendo mientras las fiestas desdichadas continúen.
No puedo hacer más que escuchar nuestra historia una vez más…
Once upon a time somebody ran
…Las voces inocentes cantan desvaríos…
Somebody ran away saying 'fast as I can
Mientras  nuestra  historia se desarrolla en lo profundo de mi anciana mente…
Hace mucho tiempo, alguien  corría, sí, corría sin mirar atrás. Huyendo de un error enorme, el error que no había tenido tiempo de enmendar antes de su partida. Habíamos crecido juntos como iguales, él era parte de mí y yo de  él. Él pensaba en  eso mientras apretaba fieramente la estrella de mi  corazón en su puño, él corría, desatando  todos los hilos de su memoria, rompiendo aquellos  que lo  ataban  a mí, a nuestro hogar. Él había visto el error…el error de aquél que asesiné.
Aquél que asesiné, aquél cuya sangre corrió por  mis manos al perder mi estrella, mi corazón, mi  raciocinio, aquello que podría convertirme  en princesa. Yo nunca lo vi correr, no vi más que sus huellas en la huida y su puñal en forma de  corazón donde se  supone se encontraba mi estrella.
Mi Estrella, el  corazón que me unía con toda la bondad de la  tierra que lideraba, que liderábamos, era  una niña cuando fui elegida para ser la diosa protectora de China. Él fue elegido  como  mi consorte,  como mi  protector,  como todo  lo que presentó hasta el final de  sus  días. Él me protegía de la maldad, de la perversidad y la oscuridad de la Tierra, yo debía ser pura, no había maldad en mi corazón gracias a La Estrella.
Pero  mi libre albedrío era indiscutible y la maldad llegó al Castillo a lo largo de los siglos. Mi  cuerpo había crecido,  así como  mi  Guardián, mi hermoso guardián...Mi hermoso guardián  cuya fidelidad entraría en mutuo acuerdo…
Faltaba tan poco, pude ser una princesa y tú mi rey…
Pero la maldad  apareció en nuestro entorno, aquél traidor se  abrió camino entre  los árboles de lirios y nuestra unión de  rosas  azuladas. Confundí su malicia con inocencia, pero  él, sabio como  su ser lo  caracteriza, supo  de  inmediato las intenciones del traidor.
¿Por qué no  me creíste?  Realmente me heriste…
Yo,  ilusa, ingenua, lo protegí,   dudé de mi Guardián, dude de su compostura. “El amor  nos confunde, el amor te hace arder en celos” decía yo,  la ingenua, la ilusa, aquella tonta  consumida por su inocencia. “Tu bondad te ciega o ¿Es acaso el amor?” decía él, su tristeza me dilapidaba, pero el fuego de nuestras peleas  ardía una y otra vez…
…Realmente me heriste…
La verdad,  era tarde  cuando abrí los ojos.  Cuando me di cuenta de la maldad  que manchaba mi pureza con lenta gravedad, ya era tarde…él se habías alejado demasiado.  Mi Guerrero ya me miraba con dolor,  me tocaba con desdicha, en su juramento, susurró a mi oído “Tienes en tus manos las dos partes de mi corazón” y se alejó de mi lecho esa noche, abriéndole camino  al traidor…que, al verme  desolada, invadió mi  espíritu y mi cuerpo  sin piedad.
…Realmente me heriste…
Fue en ese momento  cuando él volvió, y se ensordeció ante mis gritos de ayuda. Él estaba indignado, y yo humillada.
…Realmente me heriste…
Mi Estrella desapareció esa noche, y todo el castillo se  sumió en oscuridad. El  traidor, aquél que violó mi pureza yacía sobre mi mientras yo era incapaz de moverme…por  momentos lo recordé, recordé sus advertencias…Pero el odio en mi corazón vacío creció de inmediato.
Pude ser  una princesa  y tu mi rey, pudiste tener mi  castillo y usar un anillo…pero no…me dejaste ir…Tú robaste mi estrella.
El castillo ensombrecido tembló de agonía,  y en el cofre donde antaño la Estrella se refugiaba, estaba su puñal.  Su puñal de oro, la reliquia familiar…uno de sus mayores tesoros…
…Tienes en tus manos las dos partes de mi corazón…
Lágrimas caían  mientras  él huía, él huía lo más rápido que podía. Llevando mi estrella consigo. Mi odio creció en demasía, mis lágrimas adquirieron el color de mi alma, el ocre invadió por completo  el  líquido cristalino, mis ropas se tiñeron  del color de la noche, el  castillo puro se quebró en pedazos. Escuché la voz del traidor, del violador a mis espaldas…
¿Por qué te fuiste?
Su puñal penetró sin piedad en el estómago  de aquél traidor, mi mano dirigió el arma desde  ese lugar a su espalda…La sangre roja salía  y salpicaba mi cuerpo como  grandes llamaradas de fuego, el filo cortó  huesos y órganos. El rostro del violador me observaba con sorpresa hasta que dividí su garganta en dos mitades. La masa corporal ante mí fue incinerada  rápidamente por mis nuevos sirvientes,  oscuros ahora, como  el Castillo.
Hace mucho tiempo…ardíamos brillantes… ¿Por qué me dejaste y dejaste todo a mi flama?
Mi odio  se extendió por China, y de mi salió la maldición, el miedo, la guerra y la furia. Ahora era una Diosa Cruel, temida por todos, alabada  por muchos. Mi  ser se bañaba en la sangre de los bondadosos, mi ser se bañaba y luchaba contra quienes se asemejaban a mí hacía ya siglos.
Robaste mi estrella.
Fue entonces cuando él apareció de nuevo, cuando decidió volver a la devastación que había provocado. Él, el ladrón de mi estrella, él, el forastero, el mendigo que mis sirvientes apresaban. Su deterioro me sorprendió, mi Guardián era irreconocible  en su desdicha, pero la estrella en su pecho lo desenmascaró.  En la soledad de mi habitación me acerqué a él “Yo pude ser una princesa, y tú un rey…pudimos tener un castillo y usar un anillo… pero no…me dejaste ir” susurré a su oído. Su sonrisa me sorprendió “Tienes en tus manos las dos partes de mi corazón”.  En mi pecho apretaba su puñal con fuerza, lágrimas negras recorrieron mi rostro en el instante que observé Mi Estrella en sus manos “Robaste mi estrella” susurré.
Él retrocedió y se sumergió en el lago que recorría mi aposento, el agua  color ónice se aclaró al instante, a pesar de la suciedad que cubría a mi guerrero. Mi estrella se elevó por los aires, junto con seis luces que salían de su andrajoso cuerpo. Me sumergí con él, a mí alrededor, el agua  se ensombrecía, poco a poco, el elemento se elevó a nuestro alrededor, las estrellas giraban con él.
Él, Mi Guardián, ahora, el ladrón de Estrellas, se ponía de pie frente a mí: “Realmente me heriste” susurramos al unísono, nuestras voces susurraban en mil lenguas distintas “Realmente me heriste”, repetimos. Mi mano  recorrió su cuerpo y las suyas el mío “Realmente me heriste” susurré mientras el agua descendía a nuestro alrededor y él caía de rodillas sobre mí. El puñal en su pecho debía haber acabado con él…
“Tienes las dos mitades de mi corazón”
Su rostro se colocó frente al mío, mis manos fueron al suyo. Las Estrellas robadas atravesaron mi cuerpo…Mi ser ardió con el suyo por un breve suspiro, hasta que la piedra secó mi cuerpo por completo, frente a mí, él se endurecía y se agrietaba con los ojos cerrados.  No pude dejar de mirarlo, y a través de su contacto fluían los recuerdos de Mi Guardián, las memorias ocultas de aquél ladrón de estrellas que buscó desesperadamente las partes de un Todo capaz de purificar el corazón de aquella mitad del suyo que había dejado atrás…de aquella persona a la que había amado sin dudar…
You stole my star La-la-la-la-la-la-la
'Cos you really hurt me, no you really hurt me
Si la piedra, en su frialdad pudiese derramar lágrimas, estoy segura que ambos derrocharíamos líquido cada instante en el que nuestra unión se fuera proclamada ¿Acaso  jamás tendríamos descanso?  ¿Acaso jamás dejarían de recordarnos el error cometido?
'Cos you really hurt me, no you really hurt me
'Cos you really hurt me, oh-oh you really hurt me,
Oh-ooh-ooh'
Cos you really hurt me, oh-oh you really hurt me







7 jul 2012

VII: Conversacion Casual


VII: Conversacion Casual


~K~


― Bromeas― aseveré.

― ¿Tu demonio no te lo dijo? ―farfullaron Elyk y Nadia al mismo tiempo.

En cuanto sintió mi mirada, a pesar de estar de espaldas, Jack dio un escalofrío.

― ¿Jack? ―rugí.

Suspiró lentamente y se dio la vuelta.

―No sabía que su demonio era Nadia― se justificó― Por eso no creí que debiera preocuparnos  y dudaba que Nadia nos siguiera para presumir…

Ladeé el rostro con rabia, todas las piezas comenzaron a encajar.

― ¡Eso era lo que te tenía tan maniático! ―rugí― ¡¿Y por qué demonios no me dijiste que habría un Contratista en el instituto?¡ ¡Tú mismo me dijiste que me cuidara de ellos! ¡¿Cómo demonios me voy a cuidar si no puedo sentirlos, Jack?¡

―Oh oh…―se burló Elyk.

―Mierda…es verdad…―murmuró― Pero es que no…

― ¡Ahg! ―gruñí― Olvídalo, ya hablaremos luego. Ahora ¡Tú! ―rugí en dirección al ángel. ― ¿En qué sección estás?

«Kate, recuerda lo que te he dicho sobre...» murmuró el demonio en mi cabeza

¿Es que ahora pretendía sermonearme?

« ¡A la mierda la paciencia!» respondí fúrica.

―Ummm…― murmuró el ángel por unos momentos― A decir verdad, no recuerdo bien…―sonrió vilmente― ¿En cuál estás tú, Gatita Arisca?

Puse los ojos como platos, al tiempo que alzaba las cejas. Con que quieres jugar ¿eh?

«Te lo advertí» suspiró.

«Cállate»

―No creo que importe mucho, Bardiel― escupí, imitando su sonrisa, que poco a poco se esfumó tras un ceño fruncido. ― Ya lo averiguaremos el lunes. Vamos, Jack.

Era una orden. En ese mismo instante mi demonio me tomó en brazos y alzó vuelo de inmediato, no tenía ánimos para despedidas largas o cortas. Prefería dejarlos con la misma frialdad con la que habían aparecido. Jack se detuvo en el techo de un edificio en las lejanías. Me bajé de sus brazos hecha una furia y lo fulminé con la mirada mientras cruzaba los brazos.

―Antes de que me grites…―murmuró― ¿Te puedo hacer una pregunta?

Alcé una ceja y me encogí de hombros.

―Tienes una gran cuota de preguntas por mi parte― (el Pacto que habíamos realizado el día de las serpientes le obligaba a responder) ― Así que adelante.

Asintió un tanto abrumado.

―  ¿Por qué le has llamado Bardiel?

Fruncí el ceño.

― ¿No sabes de ángeles? ―pregunté a mi vez.

―Aún no mucho, al parecer…―admitió. ― Pero si me das un día te consigo lo que necesites…ahora...Responde mi pregunta.

―Bardiel es el ángel conocido como “El Hijo Humillado de Dios”. No es tan talentoso ni valeroso como Tabris.

Comenzó a reírse.

―Esto de insultar con cultura…― estalló en carcajadas. ― Eres especial, Kate.

Puse los ojos en blanco. Mi molestia no tuvo más opción que marcharse.

―Lo tomaré como un cumplido. ―suspiré― Ahora… Tengo una pregunta para ti…―no esperé respuesta― ¿Quieres que te deje algunas noches libres para que visites a tu querida Nadia? ― reí.

Él paró en seco y puso los ojos como platos.

―Ni se te ocurra. ―dijo aterrado.

Comencé a reírme con más fuerza, su expresión me había causado demasiada gracia como para dejarla pasar. Sin duda, expresiones así sólo se veían una vez en la vida.

―Tal parece que no te  gusta tanto como ella lo quiere― reí

Dio un escalofrío.

―Por supuesto que no― hizo una mueca de disgusto― Nadia es una molestia, una chiquilla protestona y una especie de garrapata demoniaca…

― ¡Garrapata! ¡Oh vamos, Jack! No debe ser tan malo…― no podía evitar dejar de reírme. Incluso, una pequeña sensación de alivio se extendió por mi pecho ¿A qué se debía? Ni idea.

―No te lo imaginas. ―suspiró. Al final, sonrió condescendientemente. ― Por cierto ¿Por qué te has molestado tanto porque ese contratista esté en tu instituto?

Paré de reír, sorprendida.

―Pues, primero porque tú me dijiste que no era bueno relacionarme con otros asesinos. Y porque…―fruncí el ceño― Ese chico me da un mal presentimiento, siento como si su llegada al instituto cambiaría muchas cosas allí. Eso es un problema con todo lo que he planeado, siempre la llegada de alguien nuevo requiere el uso de una nueva personalidad, pero con este…es difícil mantenerla. Lo acabas de ver.

― ¿Por qué?

Ladeé el rostro.

―Ahora que lo preguntas…No lo sé. Simplemente no pude contenerme.

―Eso no es bueno…―pensó en voz alta, dubitativo― Tendremos que hacer algo con eso…

Asentí.

―Te lo encargo…Ahora, mientras vamos con nuestra siguiente víctima…Necesito que sigas con lo de ayer. ¿Decías que las hadas son mensajeras…?

Aspiró una cantidad impresionante de aire y puso los ojos en blanco a modo “Aquí vamos otra vez”

―Sí, Kate, mensajeras de los magos…







Esa noche acabó como todas las demás. Ya eran 10 víctimas, de características diferentes y en mi cabeza tenía el equivalente a 100 búsquedas de google sobre hadas emisarias dedicadas, duendes trabajadores al estilo Harry Potter pero un poco menos grotescos, hombres lobos caníbales aterradores aunque enamoradizos empedernidos y vampiros amenazadores, dedicados y “normales”. Me encantaba escuchar la realidad de todas mis curiosidades malsanas.

No obstante, esa alegría se esfumó por completo al día siguiente.

El domingo inició con peleas mínimas y desesperantes reclamos. Parecía que la luna llena les había afectado a mi madrastra y hermanastra (y por Luna Llena entiéndase ciclo menstrual) y no paraban de pelear conmigo por cosas insignificantes como levantarme muy temprano, romper un vaso, no ayudar con los quehaceres de la casa y ¡Cómo no! Me recordaron que tenía que ir al cementerio la próxima semana por el aniversario de muerte de mi madre y hermano mayor. Pero claro, al ignorarlas no podían quedarse satisfechas, descubrieron un examen que tenía escondido  cuidadosamente entre mis cosas: Un pequeño Siete (Sí, señoras y señores un inocente 7). Sólo eso bastó para que mi padre enfureciera y me gritara que pasaba mucho tiempo jugando con el perro en vez de preocuparme por mis estudios, gritaba que era una mediocre y que de ahora en adelante no me permitiría salir si no era para estudiar (cosa que, francamente, no me molestó en lo absoluto. Ya era así de todas formas) traté de ignorarlo y me fui con Kuro por unos instantes.

Cállense, cállense, cállense…

Mi padre enfureció aún más y mi madrastra comenzó a hacerle coro, como siempre, diciendo que debía esforzarme más y alejarme de mi cachorro; quien, molesto, comenzó a ladrar y a gruñir enojado.

Cállense, cállense, cállense

Hice acopio de paciencia para fingir que no escuchaba nada  intentando calmar a mi fiel compañero mientras ellos susurraban que debían ponerlo a dormir. No hice más que mirarlos con cara de póker cuando seguían sus réplicas, sólo eso bastaba para que sus ánimos se bajaran por si solos, y pusieran palabras de amor y compromiso en mi boca que jamás había pronunciado. Me limité a asentir con la cabeza las veces que lo requería y a negar otras veces más.

Cállense, cállense, cállense...

Como siempre, mis problemas se solucionaban por si solos con mi silencio inquebrantable. Mientras mis manos temblaban levemente y mis ojos ideaban diferentes maneras de cortar sus gargantas. En momentos así, recordaba la frase típica de Jack: “La paciencia no es una virtud, sino la clave del ingenio” y la repetía en mi cabeza con su voz a modo de mantra. De alguna forma, esa frase complicada e irónica lograba calmarme y devolverme a la realidad que perdía lucidez por segundos.

Mi interior rugía, debajo de la frase de mi demonio: Cállense, cállense, cállense… Una y otra vez, sin parar. Respiré profundamente y me dediqué a esperar por algún tipo de alivio, cuando al fin dijeron que se iban todos al cine y, claro, yo estaba incluida ¿Irónico, no? Pero, naturalmente, me negué con amabilidad. Ya estaba acostumbrada a que sus pensamientos y acciones se eliminaran de sus mentes con el paso de las horas.

Una vez que se fueron, aspiré la soledad con alivio. Estaba encerrada, completamente sola,  en el despacho de mi madre. No podía arriesgarme subiendo a Kuro de nuevo (Sí, parte de las discusiones comenzaron porque él había estado conmigo allí ayer), así que tenía los cuadernos regados por el suelo mientras garabateaba, arrodillada,  las últimas líneas de una tarea a la cual no le prestaba ni la más mínima atención. Jamás podía pensar claramente luego de días como aquél. Era duro de admitir, pero sus palabras bailaban en mi mente como molestos espíritus susurrantes.

¿De verdad yo era todo lo que ellos decían? ¿Sería cierto que no me esfuerzo lo suficiente? ¿Seré una mediocre toda mi vida? Nada de lo que hago lo hago bien…

Patético ¿No? Pero así era mi mente todo el tiempo, un caos interminable de patetismo y desdicha. Suspiré dejándome caer sobre el suelo y clavando la vista en el techo, ya había terminado con todo, después me ocuparía de recoger, cavilé. Cuando un par de ojos rojos se atravesó en mi campo visual.

―Hey…―murmuró.

―Hey―respondí con un suspiro sin moverme demasiado.

― ¿Estás cómoda? ― preguntó con, por extraño que parezca, naturalidad y sinceridad. Nada de sarcasmo.

―Sí, es mucho más cómodo de lo que parece― sonreí.

Se encogió de hombros y se acostó a mi lado, sólo que a la posición inversa de como yo me encontraba, de modo que nuestros torsos estaban distantes y nuestras cabezas a la misma altura, ambos miramos el techo. Por alguna razón, a mi cabeza vino el Ying y el Yang, aunque nuestras cabezas estaban demasiado cercanas como para ser los círculos. Sonreí al reflexionar tontamente sobre el asunto, era irónico que yo como mujer y humana representara el Yang: la feminidad y la oscuridad, mientras que Jack como hombre y demonio representara el Ying: la masculinidad y la luz.

― ¿Demonio?

― ¿Si?

― ¿Qué es  oscuridad y qué es luz?

Rió.

― ¿A qué viene eso?

Me encogí de hombros.

―Estar en el suelo frío te hace pensar.

Suspiró una sonrisa.

―Supongo que es verdad― vi de reojo como se encogía de hombros. ― Pues, Pequeña Kate, no sabría decirte qué es en realidad la luz ni mucho menos qué es oscuridad, ya que eso depende del modo en que lo veas…Si lo dices científicamente la oscuridad se define como la usencia total de luz en un…

― Lo digo desde el punto del bien y el mal― lo interrumpí sofocando una carcajada. Él sabía a qué me refería pero parecía querer relajar el ambiente un poco.

―Bien…― sonrió otra vez, no lo vi, pero lo presentí―  Aunque no lo creas, eso también depende del modo en que lo veas…― su voz se tornó más seria. ―Ya que para algunos la oscuridad puede representar la maldad, los deseos contenidos, la soledad. Y la luz, pues, todo lo contrario. Pero hay quienes encuentran en la oscuridad la paz que tanto buscan en la luz…

Fruncí el ceño.

―No necesariamente son personas malas― razoné identificando su tono― No son asesinos, no son pecadores, simplemente son…

―Diferentes. ―dijimos al unísono, sin mirarnos mutuamente.

―Así es― farfulló aclarándose la garganta. ― Pero en mi mundo, por así decirlo, se aplica la teoría del Ying y el Yang. En la oscuridad siempre habrá luz y en la luz siempre habrá oscuridad, ya que sin una la otra no podría existir.

―Como el hombre y la mujer, el día y la noche…

―El rencor y el odio…―murmuró― Ambos parten del llamado “Yang” pero, crean un nuevo  Ying Yang a su vez…y aunque uno parezca luz, o tenga que parecerlo, ambos parten de la oscuridad.

Volteamos a vernos.

―Dos partes oscuras pueden juntarse y formar un nuevo ciclo, dices― susurré. ― Entonces yo… ¿A qué ciclo pertenezco?

No respondió, sino que se quedó mirándome fijamente. Nuestros  ojos, aunque invertidos, no paraban de observarse. Él me detallaba con profundidad y yo a él, delineé su cicatriz con los ojos, hasta que se deslizaron con lentitud a sus finos labios que se encontraban mucho más arriba de mi frente. Entrecerré los ojos con pesadez  mientras me lamía los labios. Me senté en seguida, dudosa.  Él me imitó.

―Olvida lo que dije…―farfullé sin dirigirle la mirada.

―Kate…―llamó. Me di la vuelta con lentitud― ¿Quieres llorar? ―puse los ojos como platos. Me miró con seriedad y suspirando― Si quieres llorar hazlo…No hay nadie ¿No es así? No te contengas…

Las lágrimas salieron de mis ojos una vez que terminó de pronunciar las palabras. Sin pensarlo demasiado, alargué las manos hacia su pecho y enterré mi rostro en él mientras lloraba pesadamente. Él no se movió.

Habían pasado cinco años esperando que alguien, quien fuera, pronunciara las palabras que él había pronunciado. ¿Por qué ahora él lo hacía? ¿Por qué ahora un demonio que no me conocía de nada me decía lo que tanto quería escuchar? Él no pensaba en consolarme, no me preguntó por qué quería llorar, sólo me permitió hacerlo. No buscaba motivos, cómo lo había hecho mi padre el día de la muerte de mi madre y mi hermano, “Lloremos juntos”, había dicho, lo recordaba muy bien, mientras me abrazaba. Pero yo realmente no quería hacerlo, no lloraba porque quisiera, lloraba porque eso era lo que todos esperaban que hiciera…

¿A caso este demonio sabía eso? No, tenía que haber algo más…algo que lo beneficiara en esto…Tres palabras vinieron a mi mente: Marcas de Suicida. Pero por cómo habían venido las dejé pasar, no pasaba nada si por una vez me dejaba caer en su juego, no pasaba nada si por una vez dejaba que sus encantos demoniacos me envolvieran, no pasaba nada si por una vez me permitía llorar aferrada a su pecho…




Esa noche mi Demonio, condescendientemente, me dejó descansar. Para que mis sueños sólo fueran asediados por la presencia del ángel condenado que había conocido la noche anterior. Fuera de todo lo sucedido, tal parece que mi inconsciente no podía olvidar esos grandes ojos azules.

5 jul 2012

Cuarta Sesión: Sentimientos


Cuarta Sesión: Sentimientos


Roxanna vacilaba delante de la puerta del consultorio.
Por primera vez sus dudas comenzaban a acrecentarse ¿Qué pasaría cuando llegara al final del sueño? ¿Realmente podría llegar a la verdad? ¿Existiría una verdad realmente?  ¿O sólo sería una ilusión de libertad…una búsqueda infructuosa…una…pérdida de tiempo?
La chica sacudió la cabeza varias veces.  No se permitiría morir sin saber todo acerca de Ruxandra.
Aunque era duro aceptar que sus fuerzas menguaban, que su ser se debatía en permanecer de pie siquiera unos cuantos  segundos. Gracias a los sueños había dejado de disfrutar la vida a lo largo de los años, no había amigos que estuviesen para ella, o personas cercanas a los que le pudiese dar valor, a excepción de Leika...y quizás un gramo de su familia. Todo ello inundó su mente en tanto escuchó un pitido proveniente de su bolsillo, un pitido extraño y atípico que la sobresaltó: incluso había olvidado el sonido de su celular.
Tenía un mensaje nuevo, en cuanto lo leyó, toda la fuerza  y animo perdido volvió a su ser entero. Quizá encontraría esperanzas en aquél extraño que había conocido hacía  ya algunas horas…quizás por él si valía la pena encontrar la salida de su tormento…

Espero que no me hallas engañado, Roxannabuenojejej si es así lo siento por el que esté leyendo este mensaje. En todo casopues, espero verte y hablar de nuevo con más  calma un día de estos. Confieso que no me gusta  mucho el hospital pero si no hay otra manera puescreo que haré el intento. ¡Espero respondas pronto!
Roxanna sonreía mientras mecanografiaba la respuesta torpemente.

Creo que habría sido muy cruel haberte engañado xD Y me encantaría vernos de nuevo en cualquier lugarmenos en el hospital,  tampoco me agrada mucho jajaja  Procuraré terminar con todo pronto ¡Hablamos!

En cuanto el mensaje se envió, Roxanna leyó las últimas líneas  con detenimiento, sin duda todo acabaría pronto. Sin duda podría  ver a ese extraño…a Kain, de nuevo…aunque por su aspecto podría decirse que su enfermedad lo afectaba tanto como  los sueños a ella. Roxanna sonrió ¿Qué habría pensado él al verla? ¿Qué  enfermedad pudiese tener él que albergaba esperanzas de seguir con vida para un próximo encuentro?
Eran tan diferentes, y sus aspectos tan idénticos.
La chica suspiró y decidió apartarse  los pensamientos pesimistas  de la mente. Dedicó los pocos segundos que le quedaban antes de apoyar su mano en la perilla de la puerta a divagar acerca del físico de aquél extraño: curiosos ojos violeta, cabello ceniciento y una sonrisa encantadora, era alto, y aunque consumido por su enfermedad, no parecía tener  una mala complexión. 
Deslizó  su  manos a  través de la puerta  con sus dedos rozó  el picaporte, el metal helado le hizo dar  un escalofrío, más allá de todo, aquél chico había despertado en  ella una especie de instinto perdido, ella sintió  como si sus ojos atravesasen su alma…como si fueran la llave de una puerta oculta en su interior…como si…
― ¡Roxanna! ¿Estás ahí?  ¡Pasa!
La voz de Leika sobresaltó a  la chica por segundos, los colores se le subieron  al  rostro automáticamente. Abrió la puerta aún avergonzada, y su doctora acudió a ella tan rápido que no le  dio tiempo de dar explicaciones.
La chica se puso cada vez más roja mientras Leika la tocaba con preocupación y le preguntaba una y otra vez cómo se encontraba, al final, la sonrisa de Roxanna le hizo  parar y sonreír de forma cálida y espectacular.
― Es un chico  ¿No es así? ―dijo la doctora emocionada.
Roxanna se  mordió el labio inferior con levedad. 
― ¿Es tan evidente? ―preguntó la joven consumiéndose por la vergüenza.
― ¡Bastante! ―rió a modo de respuesta― ¡Cuéntamelo! ¿Cómo has podido conocer a alguien en tan poco tiempo?
La psicóloga la rodeó con el brazo y la sentó en el mueble con ella, como si se tratara de  una conversación natural madre e hija.
―Pues…―tartamudeó Roxanna con la sonrisa sostenida en sus  delgadas facciones― Recién lo conocí hoy…fue tan…extraño…no lo sé. Pasó demasiado rápido y acabo de recibir un  mensaje de él…pero…
Su rostro se ensombreció y se lamió los labios antes de continuar.
―Pero…creo que te contaré luego de la sesión de hoy…creo que…
Leika le apartó un mechón  de cabello de la cara. Sus ojos se abrieron por completo al notar las lágrimas saliendo de los de la chica.
― ¿Qué ocurre, Cariño? ―preguntó Leika con voz dulce.
―Tengo miedo…―confesó―Siento que…tengo que comenzar la sesión cuanto antes había olvidado que… ―negó con la cabeza.
El rostro de la doctora se enserió, adoptando una postura profesional.
― ¿Roxanna? Dime qué ocurre. ―demandó.
―La verdad es…que…es…―aspiró profundamente― Había olvidado a Caleb… y   siento que debo terminar las cosas con los sueños antes de…
El ceño de Leika se frunció en demasía, Roxanna quiso desaparecer, hundirse dentro de  las profundidades de aquél desteñido sofá, deseando nunca haber pronunciado aquellas palabras.
Caleb, aquél chico de los sueños a quien nunca le había  visto el rostro…aquél chico que representaba todo para Ruxandra, aquél chico que…cada noche, con cada recuerdo de aquella mente inexistente…la enamoraba cada vez más. ¡Pero ella nunca tendría que desarrollar esos sentimientos! ¡Esos sentimientos eran de Ruxandra! ¡Tenían que ser de Ruxandra! ¡Nunca de ella!
―Roxanna…Caleb no existe.
Las frías palabras de la doctora la paralizaron.
―Lo…lo..lo sé…a lo que me refería era…a acabar con esto de los sueños― mintió, en parte― A terminar con esto para que pueda sanar finalmente…yo…creo que podré ir con ese chico luego de esto…― Aunque él también se veía mal…, pensó, mas no musitó palabra alguna.
―Roxanna…―  la doctora  se enfrentó a la chica y la tomó de las manos, obligándola a mirarla de frente― Espero entiendas que el mundo que has visto estas noches, estos recuerdos, esta magia y ese chico, Caleb, en especial, no existen…nunca existieron y nunca podrán existir― el corazón de Roxanna latió debatiente― Pero este chico que has conocido hoy sí lo es, al igual que yo y  todo lo que te rodea en este momento…no debes huir de nosotros.
Las lágrimas de Roxanna eran silenciosas y dolorosas.
―Y Roxanna, si no entiendes esto…me temo que tendremos que acabar las sesiones en este pun…
― ¡NO! ― la voz de Roxanna fue contundente. Leika dio un escalofrío― Entiendo, eso que veo…―aspiró una buena cantidad de aire― No. Es. Real.
―Ven acá…
La doctora abrazó a su paciente con un nudo en la garganta, mientras en su mente rememoraba la conversación con Julius aquella tarde…
…Él había encontrado finalmente los registros de aquél soñador común, sin embargo, reunirlos a él y a Roxanna era un riesgo demasiado grande; no sólo por el hecho de que el choque de emociones podría acabar con ambos en un descuido, sino porque él pertenecía a una sociedad mucho más elevada y complicada, donde, por supuesto, una chica como Roxanna no sería bienvenida. A pesar de ello, Leika estaba dispuesta a aceptar el riesgo, tendría que ver a aquél chico para organizar todo de un momento a otro…pero tendría que asegurarse de algo primero: no debían establecer conexión por medio de los sueños.
Ya que, no cabía duda, una vez que alguno de ellos se saliera de su cuerpo en busca del otro el coma subsiguiente sería imposible de solventar. Ambos habían sido despertados demasiadas veces durante el REM y eso era lo que había deteriorado sus cuerpos a un nivel atroz.
Leika suspiraba mientras colocaba la cámara en marcha ¿Qué podría significar para ellos el encuentro  directo? Con suerte, los liberaría…, pensaba Leika, o simplemente los mataría más rápido.
La doctora dio un escalofrío. Sería bueno terminar con las sesiones primero antes de recurrir a eso, concluyó.
Después de todo, Roxanna, poco a poco, volvía a adquirir un color radiante y parecía  haber aumentado de peso…
―Bien Roxanna, necesito que te relajes por  completo…

Mi corazón no dejaba de latir rápidamente, golpeando mis costillas.
No había podido dormir en toda la noche, todo este tiempo esperando, todos estos años rezando y llorando, todos estos años buscando una manera de poder solventar nuestra distancia y ya  era hora; finalmente Caleb estaría frente a mí, sentiría su cuerpo, su calor, su aroma…
Finalmente, sus verdaderos brazos estarían alrededor de los míos, finalmente…finalmente…
Mi alegría era infinita, no esperé mas allá del amanecer para darme un baño largo y placentero  ¿Cómo sería él? ¿Cómo sería su cuerpo? ¿Era alto? ¿Bajo? Lo que había podido ver durante todos estos años era sólo el color ámbar de sus ojos y su voz…su voz que había pasado de leve y fina, a gruesa y fuerte, segura…soñaba on su voz cada noche, amaba su tono…amaba…
Puse los ojos como platos mientras me recostaba de la tina.
Lo amo a él…suspiré.
En cuanto suspiré aquellas palabras sentí un vacío en el estómago, un dolor en el pecho creciente y una angustia que me hizo levantar de repente.
¡Caleb! ¡Caleb! sollocé inexplicablemente.
Comencé a temblar. Algo le había pasado, lo presentía, mi cuerpo reaccionaba a su sufrimiento…a su… ¿Miedo? ¿Por qué Caleb iba a tener miedo? 
Lo busqué con el pensamiento, uní los lazos que el conocimiento de nuestros nombres habían unido, pero no pude encontrarlo, no pude hacer nada. Salí de la bañera con rapidez y permití que la magia me rodeara para vestirme, corrí fuera de mi habitación vociferando por mi padre…
…cuando un olor extraño se cruzó por mis sentidos.
“Madre” suspiré angustiada  y giré sobre mis talones…cuando di de lleno con los brazos de mi hermana Charlotte. Su  alegría me hizo reprimir un sollozo, aunque tuviéramos la misma edad, era infinitamente más delgada y pequeña que yo…incluso parecía mucho más niña que yo, como si su inocencia no se viera corrompida por nada en el mundo.
¡Hermana! ¡Feliz cumpleaños!   graznó  alegremente.
Sonreí.
¡SÍ! ¡Feliz  cumpleaños para ti también, mia princia! exclamé devolviéndole el abrazo.
Repentinamente, los brazos de Alexa me rodearon por detrás.
¡Miren que comportarse como niñas pequeñas! ¿Cuándo madurarán? rió  con alegría.
Salté y reí con mis hermanas abrazadas  con una alegría  gigantesca, con frecuencia, olvidaba lo bien que era estar  con aquellas extensiones de mi sangre. En cuanto las tuve frente a mi, las detallé como nunca en todos estos  años…

Alexa, un tanto mas alta,  con el cabello color fuego corto  hasta la barbilla, fuerte  y decidida, sus ojos violeta siempre atentos y arrogantes. Sabios en cierta medida. Eran el símbolo de  la astucia y sabiduría que mi madre había estado mermando a lo largo de  los años, y que ahora le sería más difícil corromper. Su complexión era  increíble, a pesar de ser gemelas, ella  era unos milímetros  mas alta que yo y, a pesar de  los maltratos, su figura  era esbelta,  toda una gama de curvas y belleza  que mi madre idolatraba y envidiaba con  todo su  ser.
Charlotte, en   cambio, la más bajita  y  menuda de las tres, siempre con el cabello fuego preso en cualquier tipo de trenza, tonta y acomplejada de  los bucles de  los que carecía; sin embargo, el día de hoy gozaba de tener  su lacio cabello rojo recorriendo sus hombros. Orgullosa al fin. Sus  ojos verdes, esmeraldas de inocencia, simbolizaban la belleza pura y absoluta que mi madre le había  estado succionando a lo largo de los años, junto con su altura. Sin embargo, su delgadez  no invadía el orgullo de su cuerpo, unos pechos “sobresalientes” como mi madre decía de vez en cuando.
Suspiré  una sonrisa antes de besarlas a ambas en la frente.
A  partir de ahora, cuando las tres ya habíamos cumplido 16,  la fortaleza de nuestra estirpe dificultaba a nuestra madre, a la Reina, continuar con la constante privación de sus virtudes.  Para mí, eso significaba el descanso  momentáneo, ya no tendría que  correr  por ellas, que  estar preocupada cada  segundo  porque algunas de mis hermanas conservara algún aliento  que escapar.
A demás, mi padre  podría dormir un poco más, por igual.
Mi padre…
  ¿Han visto a nuestro padre? pregunté sonriente, intentando no  pensar en el miedo por Caleb que recién había  resucitado.
Ummm…creo que está en su habitación…murmuró Alexa.
No sé  si se ha levantado…completó Charlotte. 
Pues…iré a buscarlo, ¡ustedes vayan alistándose! ordené riéndome.
¡Mandona! bufaron ambas  mientras me alejaba  por el pasillo.
Estaba a  punto de entrar a la habitación de mi padre, cuando la voz de la Reina en el interior me  paralizó por completo.
¡DIGISTE QUE TENDRÍA MI PAGO!
Pero no hoy…suspiró mi padre, a mi parecer, excesivamente calmado.
   ¡NECESITO CARNE JOVEN!
Puse los ojos  como  platos.
En nada  te afectará esperar un poco…hasta que  termine el  homúnculo que te tengo preparado…una niña jo…
¡NIÑA! exclamó con furia  ¡YO  QUIERO UN  ADOLESCENTE, UN JOVEN! ¡ESTOY CANSADA DE ABSORVER MUJERES!
La voz de mi padre sufrió un cambio radical.
¿Hombres? su  voz   era un hilo fino No…
Pude sentir la sonrisa de mi madre a pesar de no verla directamente.
Sabía que este día llegaría…y tú amor… escuché el sonido húmedo de un beso Ya no puedes complacerme…tráeme un chico,  uno joven, decidido y fuerte…o mis hermanas acabarán con todo en este lugar…
¿Un hombre joven?
Mi madre abrió la  puerta repentinamente. Y me rebasó con rapidez, mi padre estaba enviando   una hada justo en el momento en el que lo observé, en el espejo del centro  vi mis ojos, mi rostro…Estaba llorando  y tenía los ojos como platos.
Un hombre joven…susurré.
Mi niña…inició mi padre. Ya lo debiste haber olido…deseaba haberme equivocado…pero…
Está en celo gruñí a través de mi garganta entrecortada.
Así es…
Sentí  una puñalada. Las lágrimas cayeron silenciosas.
Caleb…murmuré a duras penas.
No le pasará nada, cielo, te lo  prometo.
Negué con la cabeza y sonreí.
Confío en ti, eso lo sé…mi voz temblaba y procuré arrancarme las lágrimas. Pero… ¿Cuándo lo veré? He sentido…
Su castigo, amor.  Lo verás esta noche. sonreí y abracé a mi padre con el corazón en un puño  Feliz Cumpleaños, hija.
Procuré no seguir chillando mientras me arreglaba y me daba un segundo baño (no negaré jamás que mi nerviosismo me ahogaba por completo…y quería hacer tiempo  para que anocheciera). En el castillo no había sirvientes para mi, ni para mi padre, por lo tanto, debía arreglarme, maquillarme y peinarme por mi misma ¡Mejor! Así tendría tiempo que perder mientras esperaba la caída de la noche…
A diferencia de mis hermanas, comer para mí no era una necesidad absoluta, fingía frente a ellas para que no sospecharan, pero ahora, gradualmente, ellas dejarían de hacerlo. Sonreí con autosuficiencia.
A pesar de todo, iba a ser un gran cumpleaños.
 Me demoré en arreglarme hasta el mediodía, cuando mis hermanas casi derriban la puerta buscándome desesperadamente, almorzamos juntas, asistimos  a nuestra fiesta (con trescientas personas que no conocíamos, sin exagerar ni un mínimo), recibimos nuestros regalos…
…Pero las horas pasaban para mi, sin ton ni son, la gente no tenía rostro, las conversaciones eran mudas a mis oídos, deseaba que todo terminara rápido. Perder el tiempo sin pensar en Caleb era para mi una auténtica prueba de resistencia, incluso me había escapado a nuestro muro, esperando, como una ilusa, encontrarlo allí…pero no, sabía que él no estaba bien…
 “Pecado mortal el del hombre que ama sin motivo a un hada asesina” las palabras  dentro del Juramento del Guerrero, reventaban en mi cabeza como las olas que  había visto dentro de los libros mágicos de mi hogar: la biblioteca.
…Sí en realidad, ocupaba mi mente en cosas tan insulsas como lo anterior para olvidar el hecho de que Caleb estaba sufriendo por mi causa y no podría verle hasta dentro de…viendo el reloj del salón, dos horas más.
…Una hora y media…
Los invitados comienzan a desaparecer, pronto sonaran las campanas de la media noche.
…media hora…
Sólo unos cuantos, mis hermanas siguen bailando. Yo he estado paseándome entre las columnas, me he detenido por enésima vez a ver el reloj.
…Veinte minutos…
Mis hermanas dejaron de bailar. Se acercan a mí con sonrisas en los rostros “Nuestro padre nos dará un regalo” exclaman ambas, mi corazón se acelera.
…Cinco minutos…
Camino hacia la entrada con el corazón en un puño. No veo la cara de mi padre, cierro mis ojos, las campanadas comienzan a sonar a mis espaldas, siento un frío que eriza cada tramo de mi piel, mi madre está cerca.
La puerta se abre y mi corazón protesta: “velo, velo, velo”
No permito que mi razón y mis sentimientos me confundan, un olor inconfundible se cuela en la habitación, pero, como me temía, él está escondido tras un hechizo poderoso. Aprieto mis manos y comienzo a temblar: si llego a romper el hechizo de Josh… mi madre vería a Caleb.
Abro los ojos despacio, unos ojos color ámbar me observan con recelo.
La mirada de Josh me atemoriza, aunque esté sobre su rodilla, aunque su mano esté sobre su corazón, aunque a su lado sienta la invisible presencia de su hermano, más allá de eso, su dolor me quiebra el pecho, sabe que yo soy la culpable…pero su sonrisa comprensiva le prohíbe odiarme.
Bajo la cabeza.
“¿Lo entiendes, cierto?” Su voz, es como su complexión y físico,   delgada y dulce.
Detallo su rostro, sus ojos grandes, su nariz perfilada, sus labios finos, su barbilla cuadrada y hoyuelos singulares, el cabello corto, color ámbar, está muy bien peinado sobre su cabeza ¿Así será Caleb? Sonreí negando con la cabeza, él no sería tan cuidado y delicado.
“Sí” susurro, mi sonrisa compensa la suya, una mínima expresión en ese rostro tan serio.
¡Qué serio era Joshua! Sus palabras y sus expresiones me hicieron salir de ese estado de letargo temporal.
Tuve que reprimir una carcajada, ¡Con razón Caleb se quejaba tanto de él!

~

―Amo Kain…no es seguro..
―Sólo comienza otra vez, esta noche no ha terminado…
― Pero…
―Quiero verla. ― declaró el chico. Ahora podía sentarse sin problemas, su rostro había adquirido color. ―Tengo que verla…no estaré tranquilo hasta verla. 
―Ella no…
― ¡LO SÉ! ― gritó bajando la mirada, su respiración se había acelerado. Sus puños temblaban como el resto de su cuerpo― Lo sé…― susurró. ― Pero…
Kain dirigió la vista hacia el celular, recién había leído el mensaje de Roxanna. Él también debía “procurar” terminar con todo, para verla…en realidad, eso era lo que lo mantenía con energías…y si quería verla a ella, debía terminar todo lo concerniente con Ruxandra…a quien…
― Caleb la ama…― susurró, de alguna forma, mintiéndose a sí mismo― Y  siento que…si la veo hoy…todo esto será más rápido…por favor…
―Amo…
― Por favor…― se tapó la cara con las manos― Tengo que acabar con esto…ya he tenido suficiente…
El silencio apremió. Kain suspiró a son de derrota.
―Está bien…― susurró el anciano.

No podía dejar de mirarla.
Aunque a través del agujero siempre me parecía hermosa, ahora tenerla frente a mí era como si le rindiera pleitesía a una Diosa poderosa. Su sonrisa era mágica aunque sus ojos lucían tristes, sentí como su mirada me evitaba y deseé arrancar la cabeza de su madre, quien, aunque también hermosa, no dejaba de olfatear sin cesar, buscándome.
Mi hermano murmuraba cosas, pero mis ojos estaban clavados en Ruxandra.
En cuanto sus ojos zafiro le sonrieron a mi hermano lo supe: todo el dolor había valido la pena. Cada parte de mi cuerpo se estremecía de alivio y desesperación al verla. Todos estos años queriendo estrecharla en mis brazos, y ahora tan cerca y no podía ni rozarla…
No lo soportaría, era un hecho.
Joshua había estado hablando todo este tiempo, diciendo nosequé pendejadas sobre mi compromiso, el de él y mi familia. Pero yo estaba cansado y ¡Vamos! No habían pasado tantos años para la misma mierda de siempre: ella incapaz de verme y yo viéndola desde lejos.
Lo miré de soslayo: acelera, musité impaciente.
Jamás había visto sonreír a mi hermano  con tanta frecuencia. Era obvio que se divertía con nues…
“¿Dónde le digo que te encuentre?”
Mis ojos  se abrieron de par en par ¿Era en serio? Observé a Ruxandra, parecía estar esperando lo mismo que yo, mordía sus rojos labios con impaciencia, mientras movía la cabeza hacia el suelo y hacia mi hermano levemente, provocando que uno de los delgados rizos rojizos que se escapaban del moño alto que adornaba su cabeza se balanceaba lentamente, sus manos enguantabas de negro estrujaban la falda de su vestido color esmeralda negruzca que se ceñía sobre su cuerpo…
“Donde siempre” susurré sonriendo “Donde todo comenzó…”
~
“Se reunirá contigo…más tarde…él te estará esperando donde siempre”
Casi me quedo sin aliento. Asentí y procuré no empezar a hiperventilar, traté de no mirar a Caleb…
“Aguanta, Ruxa” me susurró Josh. “Una vez que me levante debes actuar como tu reputación lo amerita”
Cerré los ojos y aspiré una buena cantidad de aire. Josh se levantó y yo fui la primera que hablé…aunque no había escuchado nada de lo que él había dicho, claro está…
Es para mí un honor, como hada, como princesa y como hechicera, contar con tan buenos dotes. Espero que sus servicios sean fructíferos y que cada gota de sudor gastada en nuestra protección sea compensada de la mejor forma posible. Ya que ustedes a partir de ahora no son nuestros sirvientes, mucho menos nuestros títeres de guerra… miré a mi madre de soslayo Son nuestra familia y pueden venir al castillo cuando gusten…
Joshua tomó mi mano y la apretó.
Y para mi hermano será un honor protegerte, a ti y a tu familia, ya que estos años ha desarrollado el más puro sentimiento protector por aquella  persona a la que ansía proteger… alzó mi mano hacia sus labios y mi dorso impactó con ellos…
…Cerré los ojos inmediatamente. Era un tramposo, aunque bastante inteligente, si me  aprovechaba de la ruptura del hechizo y veía a su hermano, sin duda Josh me mataría frente a todos…su hermano había sufrido  demasiado, y si yo me atrevía a exponerlo, por el deseo egoísta de verle, él sabría que todos sus esfuerzos habían sido producto de un mísero capricho.
Persona…cuya inteligencia supera al sentir, al parecer susurró. Abrí los ojos, él me guiñó un ojo.
“Tonta…te iba a dejar hacerlo” murmuró Josh.
“Mejor prevenir que lamentar”
Una sonrisa fue despedida suficiente para ambos. La confianza era mutua.

Hija…
Lo sé…lo siento…
¿Estás segura?
Asentí.
Lo amo. dije con solemnidad. Jamás lo he visto, jamás he sentido su calor lo suficiente, pero lo amo…es indiscutible.
Un príncipe no te dará lo que tu plebeyo…pero eliminará las burlas de la sociedad…
Que la sociedad se burle entonces, peor es hacerle burla al amor puro con bienes aristocráticos sonreí.
Mi padre había intentado  convencerme a lo largo de los años de reinar en Ankathya, pero sabía que ese deber no era mío…sino de mis hermanas. Yo no estaría por mucho tiempo, y si lo estaba, deseaba estar con la persona a la cual vería dentro de muy, muy poco tiempo…
Déjame ir… supliqué.
Ve hija, después de todo lo mereces me abrazó Mucho cuidado…
En cuanto me deslicé fuera de sus brazos corrí sin parar…
…más allá del jardín de flores infernales, bajando hacia el lago, guiándome por aquél muro gigantesco,  donde ahora no estaba un pequeño agujero…estaba una especie de puerta abierta, el pasto estaba muy bajo…como una especie de escalón…miré alrededor…
No había nadie.
El sauce llorón extendió sus hojas hacia mi, me acerqué a él conservando la esperanza para sopesar la decepción  ¿Caleb no estaba? ¿No había llegado a pesar de todo?
Una figura se asomó entre las ramas, estaba de espaldas, muy cercano al lago, la luna iluminaba su silueta…
Era alto, su espalda ancha, el cabello, dorado en la luz tenue estaba recojido en una fina coleta, el hombre frente a mi parecía estar tenso y firme, sus hombros eran robustos y perfectos, su ropa consistía en un chaleco complicado, la espalda estaba semicubierta por tela entrecruzada, presentí que su cuerpo estaría por completo al descubierto, sus pantalones  llegaban al suelo…estaban mojados en los pies…no me había dado cuenta…estaba en el lago…
¿Caleb...? susurré.
Dio un respingo y se dio la vuelta despacio, algunos mechones dorados cubrían su rostro, pero su ojo color ámbar apareció entre ellos, agradecí a la Luna por iluminarlo lo suficiente…cuando me di cuenta que aquello no era posible.
Los reflejos azulados de la luna contrastaban contra algo que, gracias a mi embelesamiento  no había distinguido…
Espíritus de fuego amables se cernían sobre el lago haciendo figuras cambiantes, se ocultaban de la luna y la dejaban brillar a su suerte, los reflejos del lago en la piel de…
¿Caleb? repetí.
Sonrió.
¿Quién más va a ser, Mi querida Ruxa?
 Ambos recuperamos la movilidad.
Simplemente no pude  más, comencé a correr hasta él, y salté hacia sus brazos. Él me apretó con fuerza y dulzura. Sus brazos eran tan cálidos, tan fuertes, tan acogedores, su cuello olía tan bien, su cabello golpeaba mis brazos con suavidad…era tan sedoso y liso…
No es un sueño susurramos al unísono.
Él me bajó a duras penas, mis pies entraron en contacto con el agua helada del lago. Sin separarme mucho de él colocó una de mis manos en mi rostro, y la deslizó detrás de mi cuello, cerré los ojos. Su contacto era delicioso…era adictivo, era especial, era mágico era…simplemente irreal.
Abrí los ojos, pensando que desaparecería. Pero  no…ese rostro seguía allí, era casi igual que el de su hermano, sólo que mucho más duro, y tenía pequeños cortes en la frente y la barbilla, deslicé la vista a su cuello, también lleno de cicatrices…mis manos bajaron de su cuello  a su pecho (como lo presentía, descubierto); pequeñas líneas lo adornaban, aunque firme, amplio y delineado, estaba cubierto por cicatrices infinitas…
shh… susurró deslizando sus pulgares debajo de mis ojos Ya no duelen…ni me molestan…
Pero dolieron…por mi causa…todo esto…y…lo que sufriste hoy…mis manos fueron a su rostro, era tan hermoso, tan especial, deslicé mi mano por sus mejillas y jugué con los mechones sueltos de su cabello Te amo, Caleb. susurré. Y sé que…
Sonrió con ahínco, su sonrisa me cortó la respiración. La pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos y en la comisura de sus labios eran simplemente encantadores, me enamoré de su sonrisa, mordí mis labios.
Sabes que te  amo…dijo. El sonido de su voz…esa voz tan grave y dulce a la vez, esa voz, estaba enamorada de esa voz…lo sabía, mis ojos miraban sus labios sin disimulo. Sentí como mi cabello se extendía por mi espalda Pero te amo mucho más…cuando te sueltas el cabello…
Me reí.
Idiota. dije…
…antes de que él acercara su rostro al mío y nuestros labios se rozaran por primera vez, mis manos se dirigieron a su cuello y él colocó las suyas en mi espalda. Nos miramos un instante y sonreímos antes de volver a chocar nuestros labios, esta vez con mayor decisión, intercalando nuestros rostros, nuestras narices rozándose, su lengua tímida buscando la mía…

Roxanna abrió los ojos y se sentó en el sofá repentinamente. Se tapó la boca con una mano y comenzó a llorar silenciosamente…aquella sensación…era como un cáncer para su corazón.
~

No podría jamás ocultar mi sonrisa, el besar a Ruxandra…escucharla susurrar “Feliz Cumpleaños” en mis oídos estar acostados hasta el amanecer, acurrucados uno junto al otro intercambiando besos “vírgenes” hasta el amanecer habían sido el mejor regalo del mundo.
La había llevado a su habitación y ahora regresaba a casa a dormir un poco…
Que error más grande había sido el de no despertarla en nuestro lecho bajo el árbol…o arriesgándome llevándola a casa ¿Por qué había sido tan imbécil?
Quizás así la bruja maldita, la reina, no me habría visto, no habría organizado el infierno antes de retirarse…no habría hecho lo impensable…yo no habría tenido que participar en aquella masacre…
Caleb…dijo mi padre una vez que entré a  mi hogar. Por su voz supe que las cosas que iban tan momentáneamente bien…Le han declarado la guerra al reino.
…iban a ponerse cada vez peor.