15 mar 2011

TBW Capitulo 2: Encuentro


II
Encuentro

Aart miraba a los humanos con desgana, aburrido totalmente y enfrascado en sus pensamientos. De cuando en cuando aspiraba la esencia de una que otra muchacha, esperando (en vano) encontrar alguna que otra bruja. Estaba sentado en uno de los bancos pegados a la pared y con la cara apoyada en una mano.

-Déjate de esas tonterías- susurró Hefestio que se encontraba de pie junto a él- Debes tener presente que no encontraremos a ninguna de ellas aquí...

El aludido se encogió de hombros molesto, realmente molesto. Hefestio sabía el porqué de su personalidad, el por qué de su obsesión macabra con las brujas y aun así  insistía en apresarlo, era tan molesto...

-Puedes ser realmente irritante cuando te lo propones...-murmuró Aart, mientras pasaba la vista hacia su “hermano”...

...Un muchacho en apariencia menudo con sus 17 rodeándole por todas partes, (sobre todo en su elegante uniforme escolar de partó gris y corbata roja), sus ojos azul cristalino ocultos bajo unas gafas de poco aumento (En cristiano: falsas) y su típica sonrisa cínica. Su cabello era de un negro tinta como el de todos los Akers, aunque él, con su personalidad enigmática y calculadora se lo había dejado crecer de tal forma que ocultara su rostro cuando le fuera conveniente. Su apariencia era de adolescente, pero su vejez databa de por lo menos varios milenios de la de Aart, después de todo, fue llegado a reconocer en las generaciones “actuales” como un amante de Alejandro Magno. Y eso era algo, como Hefestio se quejaba muchas veces, de lo que él nunca se enorgulleció. Por eso fingió su muerte en cuanto la de su fiel amigo Alejandro se hizo inminente.

Aart, en cambio, era mucho más práctico. No le gustaba que el cabello le creciera demasiado, se mostraba callado y apacible cuando le convenía. Era un ser realmente fuerte que no dudaba un segundo en enfrentar a cualquier bruja o “ser” que lograra tocarle la poca paciencia que tenia, y por lo general, siempre ganaba. Su apariencia daba la sensación de un joven serio y trabajador, pero era un flojo sin remedio que solo se lograba poner alerta si se trataba de peleas con brujas, sus hermanos siempre lo molestaban por eso, aunque...siempre los ignoraba. Le llamaban todo el tiempo “Aart corazón de piedra” por su infinita indiferencia hacia el mundo que lo rodeaba...y por su manera de matar brujas. Él era uno de los pocos Akers que se oponía rotundamente a que las brujas siguieran con vida y tranquilas, haciendo lo que se les diera la gana todo el tiempo, después de todo, él nunca podría perdonar lo que le hicieron...

-Aart... ¿me estás escuchando?- farfulló Hefestio mientras agitaba su mano frente a la del joven- ¡No vayas a buscar pelea!

-¿Viste a alguna?-dijo inmediatamente.

-¡No! ¡Pero ya te dije! ¡Déjate de eso! ¡Somos casi los únicos solteros!

-¿Tú no tienes a tu arpía? ¿Y la sirena? ¿Y la vampiresa? ¿Y la licántropa? –Enumeró Aart con desgana- La poligamia pasó de moda hace años por si no lo sabias...-refunfuñó.

-Me siguen gustando las humanas...-se encogió de hombros.

-¿Por qué siempre me traes cuando quieres ligar...?

-¡Porque me ataron a ti! Se supone que debo darte una vida normal...

-Me aburre...-bostezó- y sabes que este tipo de cosas no me interesan...además eso te ganas por andar flirteando con la mujer del jefe...

-No me lo recuerdes...-dio un escalofrío.

A veces agradezco que no seamos hermanos de  sangre..., pensó Aart.

-¿Hoy que se supone que soy?-preguntó Aart- ¿Profesor o alumno? –o jardinero...

-¿Tu no escuchas a nadie verdad? ¡Amy te lo repitió como mil veces! A- lum-no!

-¿Seguro que no dijo jardinero?- refutó.

-¿Te parece que estas vestido como jardinero? – Aart se tapó los oídos, normalmente, a Hefestio le tomaba 5 segundos comprender sus intenciones-¡No te vas a escapar esta vez Aart! ¡Esta vez no vas a conseguir que nos expulsen!

-uh hum...-murmuró con un gruñido.

-Hablo en serio Aart- ahora el tono de Hefestio sonaba totalmente serio, mas que la noche anterior- No vallas a hacer nada...

Aart reconocía ese tono, le costó trabajo no contener la sonrisa  en la comisura de sus labios. Había una bruja cerca.

-Dónde está, Hef?-susurró el Aker de ojos verdes casi sin mover los labios.

-No estoy seguro de que sea una...pero ha estado mirando para acá... ¿La ves?

Aart se enderezó y pasó lentamente la vista por el patio atiborrado de alumnos, pasando de las faldas rojas, las corbatas y los tacones negros se encontraban unos ojos hermosos, muy abiertos...sorprendidos...



Ж

Elly se bajó del carro dando saltitos contenta.

-¿Me inscribiste como Dios manda?- exclamó sonriente.

-Déjate de tonterías EllyXzabeth-rechistó Berith en susurros- ¡Ya te coloqué el nombre que querías! No pidas más...

-Está bien... ¿mamá?- ladeó el rostro buscando afirmación, Berith asintió- Sabes, es mejor llamarte hermana...

-En esta era las madres son por lo general jóvenes...

-Los humanos se han perdido cada vez mas con el paso de los años...-murmuró Elly con la expresión seria.

-Vete de una vez...-gruñó la duquesa con rapidez- deja de pensar en esas cosas.

Elly se encogió de hombros y se adentró en el gran portal enrejado. Se sentía incómoda con ese uniforme, aunque no tardó en ver como las demás alumnas lo llevaban puesto: con las faldas a cuadros arremangadas, las camisas desabotonadas, dejando ver sus cuellos,  muchas con el saco abierto y sin sus corbatas. La bruja podía adaptarse al lugar con una facilidad indescriptible, se puso mas cómoda copiando la vestimenta de las demás. El gran colegio tenia similitud con una antigua iglesia, o al menos eso le parecía, el patio era sumamente amplio y estaba atiborrado de alumnos, los de grados bajos corrían, jugaban. Mientras que los mayores se juntaban en grupos y hablaban entre ellos, monótono, como en todos los colegios en los que había estado antes.

Decidió darse su tiempo para “socializar”, después de todo, siempre había unos grupos marcados en cada instituto sin importar el país y Londres no era la excepción.  Recorrió el patio con la mirada, con una enorme indiferencia. Nadie la miraba entre tanta gente...pero hubo algo que le llamó la atención...

Unos ojos, unos ojos que miraban a la multitud sin fijarse en nadie. Una expresión aburrida y realmente molesta, un rostro apoyado con fastidio en una mano...hablaba con alguien, pero parecía fastidiado incluso de abrir la boca...justo en el momento en que su mirada se encontró con esos ojos...justo antes de que nadie se percatara de ella en realidad estaba allí...su cuerpo empezó a cambiar...

Su peinado tan elaborado, que le había tomado tanto tiempo hacer para recoger los hermosos bucles cafés, cayó flojo por el peso del abundante y liso cabello negro, que le bajó por la espalda con una lentitud anormal. Sus ojos, antes de un verde acuoso y casi cristalino, se volvieron de una tonalidad marrón rojiza, lobuna, sus labios se volvieron mas carnosos que antes y su tonalidad de piel se tornó de un bronceado hermoso, claro y natural. Su cuerpo dejó de ser el de una pequeña de primaria y pasó al de una desarrollada adolescente.

Le tomó tiempo apartar su mirada de la del chico, aquel muchacho de esmeraldas verdes. Había algo en él que le gustaba y le aterraba al mismo tiempo, una especie de escalofrío que la recorría de la cabeza a los pies, no faltó mucho para que se mostrara sorprendida, que su seriedad desapareciera, dejar de ser desafiante, en cuanto detalló el color negro y brillante de sus uñas, al bajar por medio segundo la mirada.

Volvió las manos puños por instinto, por alguna razón,  no quería que él viera eso de ella. Como su cuerpo cambiaba, como nunca era ella misma, como siempre adoptaba un rostro diferente cada vez que quería. Dudó, se sintió totalmente extrañada...el chico era un humano, o eso pensaba, porque...aunque a las brujas guerreras se le coloreaban las uñas de ese mismo color cuando avistaban a sus enemigos, los tan temibles Akers...a ella también le habían cambiado cuando conoció a esa persona...a quien ocupaba todo su tiempo en borrar y olvidar totalmente.

No logró apartar la vista luego de que lo vio sonreír, cuando por fin el se dignaba a devolverle la mirada. Sus ojos se debatían unos a los otros, ella sorprendida y él totalmente serio, enigmático...o al menos eso le pareció...

El tiempo pasó mas lentamente, la brisa se detuvo, su respiración también. El muchacho se levantó repentinamente cerrando los ojos, rompiendo toda conexión con ella. Elly se  sintió decepcionada, por alguna razón quería seguir viendo a ese chico, a ese hermoso niño humano de ojos verdes...
Repentinamente...se dio cuenta de que el timbre estaba sonando. Y que prácticamente se había quedado embobada en medio del patio.


Ж

-Seguro que no es una bruja, Aart?-cuchicheó Hefestio

-Ya te dije que no lo es...-murmuró el aludido, levantando la muñeca para afirmarlo-¿por qué insistes tanto?

-Porque creo que a nuestro pequeño hermanito le ha gustado la morenita humana...-rió con una mirada picara.

Aart puso los ojos en blanco, pisándole con fuerza un pie a su compañero. Que contuvo una queja.

-Nunca dije que fuera humana tampoco...es extraño...-pensó en voz alta.

-¡¿Entonces de verdad te gusta?!-exclamó Hefestio asombrado, tan alto que provocó que muchas de las cabezas del auditorio voltearan.

Los alumnos estaban reunidos, esperando a que terminaran de darle el típico  (y largo) discurso de bienvenida, que fue interrumpido con la gran exclamación de Hefestio. Aart desvió la mirada, fingiendo no conocerlo. Unas cuantas muchachas produjeron una risita, las monjas y los profesores suspiraron de forma audible.

-¿Hay algo que quiera decirnos, joven? –dijo el director con voz solemne.

-Ehm...no, lo siento...-sonrió Hefestio en voz alta. Su tono de voz hizo que rompieran a reír casi todos los alumnos...

...Aart aprovechó la conmoción para escaparse del auditorio, no le importaba mucho la clase a la que iba a asistir. De todas formas podía “tentar” a las profesoras para que subieran las notas lo suficiente, sobornar a los profesores o simplemente hechizarlos, cualquier opción era factible, aunque bastante molesta. No quería malgastar sus poderes en tonterías humanas, mucho menos con la expectativa de un aquelarre cerca.

Buscó a la extraña muchacha por toda la multitud, pero no logró encontrarla. Ella debía ser un demonio o un vampiro, dada la forma en que lo miraba, en lo dulce de su olor. Pero nunca podría ser una bruja, no, porque no le dio la sensación de querer asesinarla, ese encanto y sadismo que le recorría cada célula de su piel al verlas, al olerlas o sentirlas, no, esa era una sensación extraña, diferente y, por sobre todo, intrigante...

Llegó a salir de la gran institución, sin verla. No la encontraba por ninguna parte, sabia que no se había ido. Los ojos de un búho la habían visto entrar en el enorme colegio. Pero ahora ¿dónde estaba?, ¿dónde se había metido?... Preso de un extraño sentimiento al que pudo denominar “decepción”, acabó por resignarse y meterse de nuevo al auditorio. No sin dejar de buscar esos grandes e intrigantes ojos marrón rojizo en la multitud que se dirigía con perezosa rapidez a sus salones.

-¡En donde te habías metido! –siseó una voz que haló a Aart por el cuello del  saco.- no pensabas en escaparte ¿no?-Aart le dedicó una mirada suspicaz a Hefestio.

-¿Podría? Esto es una jodida fortaleza...-mintió descaradamente.

-Si, claro...mira te he conseguido “amigos”, así que mas te vale que empieces a socializar...-miró a un grupo de humanos que reían y se empujaban unos a otros con una alegría molesta.-No nos han dejado juntos esta vez...

-¡¿Qué?! ¡¿No estaremos en la misma clase?!...- hay no...No...No... 

-Cortesía del Jefe...-se encogió de hombros- dijo que no conseguías enseriarte por estar siempre conmigo...

-Por favooooooor- suplicó Aart- Por favor...no hagas esto...

-Déjate de tonterías, ya estas bien grandecito. Puedes cuidarte por tu cuenta y si sabes hacerlo con una Lamia, bien te vendrá con una clase de 30 humanos entrando a la pubertad...

-Pero...

-Pero nada, solo serán tres años de tu vida y bien larga que es... ¡no te harán falta después!- Aart hizo un gesto de molestia- Mas te vale que consigas a “alguien” pronto, me estoy hartando de esperar...

-¡Ya! ¡Ya entendí!- cortó el muchacho rápidamente-no tienes que repetirlo tantas veces, por favor...no seas asqueroso...

-¡Anda entonces!

A regañadientes, Aart hizo caso a su hermano y se acercó al grupo de estudiantes, que lo acogieron con gracia e inesperada amabilidad, al parecer, Hefestio había hecho bien su trabajo. Todos estaban en la misma clase, por lo que, cuando llegó al salón tuvo que aspirar profundamente para no quedarse estancado en la puerta.

Allí estaban los ojos que él había estado buscando por tanto tiempo, unos ojos ocultos bajo una máscara de molestia. La belleza de la muchacha, era totalmente singular y atrayente, en resumen, bastante sospechosa. No podía tratarse de una humana normal con esa apariencia, al menos, tenía que ser descendiente de alguna monstruosidad...alguien en su familia...

Dudó de sus instintos por primera vez en un siglo y se atrevió a comprobar su muñeca. No había nada, absolutamente nada, ni siquiera la sombra del tatuaje que aparecería de haber una bruja cerca y ya estaba bastante cerca de la muchacha como para que éste reaccionara.

Ж

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