Primera Parte
Mikaela era una chica maniática, siempre se levantaba a la misma hora, procuraba hacer todo correctamente y establecía la mayoría de sus acciones a un horario determinado. Sus padres la admiraban por su orden aunque nunca lo admitieran y sus amigos solían llamarla, pues, como había dicho antes: maniática. Aunque gracias a esto, Mikaela podía establecer un orden bastante provechoso y esto la ayudaba en sus estudios en una medida inimaginable, no podía decirse que era una persona, alumna e hija ejemplar, pero sí se aproximaba un poco...
...Entonces ¿Por qué Mikaela estaba gritando descontroladamente hacia un inocente camillero? ¿Por qué ahora Mikaela llevaba una pálida camisa de fuerza y su cuerpo se agita violentamente mientras intenta, con cada paso que da, arrancarse la cruel indumentaria?
Pues esa respuesta la tienen tres meses atrás, cuando cometimos el error de fotografiar a Mikaela completamente sola, sin nadie a su alrededor. Se preguntarán ¿Por qué a pesar que sabíamos que a ella no le agradaba decidimos hacerlo? Pues esa respuesta la pueden encontrar en ustedes mismos, porque estoy seguro de que muchos lo han hecho a cualquiera de sus allegados, y no sólo me refiero al hecho de tomar fotografías, sino de hacer cualquier cosa que a otro le desagrade.
Es extraño cuando ves las cosas en retrospectiva ¿Cierto? ¿Por qué lo hacemos? No tengo idea. ¿Por broma, quizá? No, yo no pienso eso. En mi caso, por ejemplo, no creía que el hecho de tomarse fotografías le molestara en verdad, pensaba que solo era una acción infantil y que en realidad le gustaba pero no quería admitirlo. Pero ahora pienso ¿Por qué no me digné a conocerla mejor antes de hacer idioteces...?
¡Oh! Lo lamento. Creo que he comenzado a aburrirlos con tantas preguntas. Demonios, a veces me dejo llevar un poco...
Bueno, el hecho es que queríamos molestar un poco a Mikaela y ella parecía estar de muy buen humor. Pero comencé a presentir su nerviosismo en cuanto comenzamos a bromear con fotos en el celular. Una cosa extraña de las chicas es que cuando comienzan a tomarse fotos jamás paran, y cuando somos nosotros los que las inducimos a eso, la cosa se prolonga a límites indefinidos.
En poco tiempo ya todos reíamos y posábamos de diferentes formas. Sin embargo, entre más reíamos, Mikaela se retraía aún más, no quería tomarse fotografías, ni siquiera acompañada. No lo había notado hasta que se autoasignó como fotógrafa de todos. En cuanto comenzaron a acercarse a ella, sus respuestas eran cada vez más amargas, su ceño se fruncía con mayor intensidad y ¡Cómo no! eso lo que hacía era causarnos mucha gracia, comenzamos a intentar tomarle fotos a ella sola, pero era habilidosa colocando las manos frente al lente.
En poco tiempo sus "No" fueron determinantes y fieros. Su rostro comenzó a entristecerse cada vez más y a enfurecerse. Jamás la había visto tan compungida, a pesar de todo, ella comenzó a desesperarse. Poco a poco, el momento de felicidad para nosotros fue para ella una auténtica tortura, y, con lentitud, fue alejándose del grupo que seguía insistiéndole. Me avergüenza admitir que yo era uno de los molestos que insistían, y que no es hasta ahora que me di cuenta de su tristeza y desesperación.
No me di cuenta del momento en que ella desapareció, su presencia fue tornándose tan oscura, tan apática, que el inconsciente de todos fue eliminándola por completo. Esa misma tarde, al revisar las fotos me costaba imaginar que ella se hubiera encontrado presente en nuestra burbuja de felicidad, a pesar de que fuera iniciada por su causa.
Siempre me reprocharé el enorme error de no haberla tomado en cuenta, ya que en ese momento, Mikaela se había ido de la escuela. Había caminado hasta su casa vacía y se había sentado en la soledad de su cuarto luchando con su desesperación, su odio y su rabia internos. En ese momento, estoy seguro de que Mikaela quería asesinarnos. Estoy seguro de que la Bella Mikaela Elder comenzó a flaquear contra lo que había estado luchando durante toda su vida, y todo por una simple y estúpida broma.
Pero también sé que ese momento no había sido el detonante del desastre, sólo fue la gota que derramó el vaso. Cuando la mente acumula demasiados momentos incómodos, esta explota en muchos pedazos distintos. Tomen nota de eso.
Mikaela perdió la sonrisa al siguiente día.
No es por decir mucho de mí, ni para demostrarles lo "bueno" que soy. No, amigos míos, no se equivoquen y escuchen detenidamente cada palabra que estoy por escribir...Pero he de decir que fui el único que se dio cuenta del cambio en la Bella Mikaela, y en ese momento, comencé a darme cuenta de la falsedad con la que se había presentado los años anteriores.
Tenía curiosidad por saber qué le ocurría, pero no quería importunarla. Así que, dudoso, la abracé en cuanto la saludé. Ella se aferró a mí inmediatamente, buscaba auxilio, buscaba apoyo. Pero mi mente no lograba procesar eso con claridad, así que al soltarla no dije más.
Mikaela, poco a poco pasó a ser sólo una "opción" una "más" dentro de nuestro gran grupo de amigos, pero nadie se daba cuenta de eso. Ella seguía, para todos, siendo la misma, pero su escudo apático nos impedía incluirla en todo lo que hacíamos. Es duro de admitir, pero visto de una perspectiva más clara, su denominación de "fotógrafa" pasó a ser permanente, ella era quien sostenía la cámara, ella era la persona que presionaba el botón. La que ningún espectador se molesta en averiguar quién es, el ser desconocido que jamás bendice a los entes sonrientes con su presencia.
Imagino ahora cómo se obligó a ver nuestra vida: como si se tratara de una película, jamás sintiendo, jamás siendo parte, las escenas de nuestra vida se desarrollaban ante ella sin inclusión alguna. Para Mikaela, su existencia era tan vacía que incluso nosotros podríamos olvidarnos de ella totalmente.
Yo hablaba con ella de vez en cuando, pero no podía establecer conversaciones demasiado largas. Ella no sabía cómo responder, y se limitaba a respuestas muy cortas que, aunque no pareciera que fuera su intención, provocaban silencio y distanciamiento. Lo que más me duele ahora es darme cuenta de que ella moría frente a mí y yo no hacía nada al respecto.
Un mes pasó así, sin más. Fue cuando la apatía de Mikaela se transformó en rabia y odio, ninguno lo sabía, hasta que decidieron iniciar con las fotografías otra vez. Esta vez, yo no tenía ánimos, había tenido algunos problemas en casa y no quería molestar a nadie (Sí, señoras y señores, tengo una vida, no me dedico a acosar gente, sólo que esta historia no es mía) así que para el momento en que su mundo se destrozó no estuve presente.
Sí, puedo imaginar cómo reaccionó y muchos me contaron qué fue lo que pasó así que tendré el privilegio de contárselo:
Una de sus amigas insistió en hacerse una foto con Mikaela y ella comenzó a negarse. En ese momento, todos comenzaron a juzgarla, a discriminarla por su falta de madurez y a llamarla “antipática”. Mikaela es una chica de carácter fuerte pero siempre procura alejarse de los malos entendidos, así que inició con suavidad y una sonrisa amable:
―En serio, por favor...no me gusta...no estoy de ánimos. Si quieren yo las tomo...pero no...
Puedo imaginar cómo todos colocaron los ojos en blanco y prosiguieron con sus exclamaciones, las típicas, claro "Odiosa", "tonta", "vanidosa", "ridícula"...todas seguidas de risas y burlas, de muchas peticiones...hasta que un idiota decidió presionar el botón exclamando:
― ¡Eres muy linda! ¡Sólo una!
En cuanto la cámara hizo “click”. Mikaela explotó la primera vez, temerosa y suave.
― ¡Bórrala!―chilló― ¡Dame la cámara! ¡BORRALA DE UNA VEZ!
― ¡No!―respondió El Idiota― ¡Si estás muy linda! ―farfulló, intentando enseñar la foto.
Mikaela hábilmente colocó la mano sobre la cámara y la apretó, furiosa.
― ¡No me interesa! ¡Les he dicho que no me gusta! ¡BORRALA YA O TE ROMPO LA CÁMARA!―gritó con mucha intensidad.
Todos se paralizaron, no contaban con que se molestara tanto. El idiota le hizo caso, y ella continuó molesta por un rato infinitamente largo hasta que por fin llegó el momento de irse a casa. En cuanto llegó, comenzó a llorar desesperada, su odio e ira la consumían por completo.
Imagino ahora cómo aquellas voces la inundaban, cómo los sonidos comenzaban a arrastrarse en la parte de atrás de su cabeza y cómo los objetos a su alrededor se movían a causa de una brisa invisible, mientras ella sollozaba. Con lentitud, supuse que todo sucedía de la misma forma terrorífica que yo había tenido que presenciar unos meses más tarde, cómo el ambiente se helaba poco a poco, arañazos en el suelo anunciaban la llegada de sus visitantes.
Puedo determinar el instante en que sus sollozos pararon en seco y ella comenzó a mirar hacia los lados…
―No…―susurró entrecortada. ―No…por favor…no
Una risa chillona comenzó a escucharse entre las paredes de su casa. Vacía en las tardes, por supuesto. En ese momento, Mikaela se levanta desesperada, y corre a esconderse en su armario, no obstante, no llega a tiempo y cae al suelo, a milímetros de la puerta, retorciéndose cual serpiente comienza a gritar desesperada mientras unas manos invisibles se apoderan de sus pies. La Bella comienza a llorar al tiempo que entierra sus uñas en la alfombra, las manos comienzan a halarla hacia atrás, ella pide clemencia y solloza pero nadie está allí para escucharla.
Mikaela es arrastrada por el suelo, sus brazos se queman por la fricción de la alfombra y sus constantes retorcijones. Ella mueve su cuerpo desesperadamente mientras la puerta de su habitación se cierra estruendosamente dejando ver un espejo escondido. Las manos invisibles voltean a Mikaela y la intentan enfrentar al espejo, ella se retuerce e intenta mantener los hombros pegados al suelo, luchando con todas sus fuerzas.
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