13 may 2012

Tercera Sesión: Enemigos


Tercera Sesión: Enemigos


Algo ha pasado.
Piensa Roxanna una y otra vez mientras se frota los brazos con fuerza. Ahora comenzaba a sentir un extraño frío recorrer su cuerpo. Sentía como si las fuerzas comenzaran a desaparecer poco a poco, como si la hubiesen dejado desnuda por unos instantes…
― ¿Qué me pasa? ―murmuró mientras lágrimas salían de sus mejillas.
Comenzó a recapitular mientras se hacía un ovillo en su cama, hasta entonces, se había despertado sentada y el extraño frío comenzaba a envolverla poco a poco.
Todo cobró sentido en cuanto notó la caja de pastillas en la mesita de noche, junto a un vaso de agua completamente lleno. La noche anterior, había olvidado tomarse los calmantes. Había soñado por error.
El terror la invadió por completo, los síntomas, sin duda, repercutirían tarde o temprano. Pero ella siempre se levantaba con dolor muscular, jamás con frío ¿qué había pasado? ¿Qué había soñado esta vez? Jamás lograba recordarlo, jamás lograba recordar lo que pasaba una vez que cerraba los ojos. Tuvo que respirar con lentitud para contener las terribles náuseas. Habían comenzado.
Ahora sí lograba sentir la desagradable sensación del ácido láctico haciendo efecto en sus músculos como si hubiese corrido un maratón entero estando acostada. Sus brazos y piernas reaccionaban espasmódicamente debido a los calambres, la cabeza comenzaba a dolerle…
Para…por favor, para pronto…para…te lo suplico… ella te verá…por favor…
Le suplicaba sollozante al penoso estado de su cuerpo.
Roxanna recordaba cómo aquellos sueños habían sido una especie de “País de las Maravillas” cuando ella era pequeña. Todo era de un color diferente a como lo veía ahora, pero no lograba determinar nada con claridad. Sólo sabía que le gustaba y que quería seguir sintiéndolo a como dé lugar. Cuando sus padres peleaban, ese era el escape perfecto…
…Ahora era el perfecto infierno.
Entraba en él cuando no lo quería. Salía de él adolorida y su cuerpo se debilitaba cada vez más, en parte, gracias a las constantes “salidas” abruptas que sus padres y médicos le proporcionaban.
Pero Roxanna no sufría ahora por los dolores que su cuerpo  ocasionaba, no, ahora sufría porque quizá había desperdiciado un sueño importante, o incluso…aterrador. Y tendría que revivirlo esa misma tarde.
Esperó hasta que los espasmos cesaran y se levantó con pesadez a desechar el agua y la pastilla correspondiente antes de que su madre entrara sin avisar y pretendiera comenzar a vestirla como había intentado hacer desde que su cuerpo parecía hecho de cartón, papel y vidrio…
Suspiró y se vistió lo más rápido que pudo, tenía que ir con Leika cuanto antes…
…Sin saber que Leika, en realidad estaba luchando consigo misma. Su curiosidad había superado los límites permitidos y dudaba que sus emociones  le hicieran una mala jugada  y conllevaran a su querida paciente a la muerte segura…
Su colega de trabajo observaba las grabaciones de Roxanna, sus expedientes y anotaciones, todo…como se supone que no debería estar haciendo.
―Leika…―suspiró el hombre cuya edad rozaba con la de Leika mas sus facciones lucían avejentadas, casi tan grises como el color de sus ojos. ―No estoy seguro de esto…

―Piénsalo, por mucho hemos intentado demostrar nuestra teoría…tenemos a la paciente indicada, ella lo siente…debemos encontrarlo.

― ¿Te estas escuchando? ―Suspiró nuevamente― Leika, el concepto de los “sueños en común” ha sido rechazado hace años…sólo son falacias, y puede considerarse como un derivado del pánico en masa o…

―Efectos psicológicos en comunidad…lo sé...pero esto es diferente, esta chica no conoce a quien pueda ser su “compañero” pero el sueño parece arrastrarla a él…

―No hubieses sacado esa conclusión de no ser porque te conté lo del hijo…

―Pero, aun así…―interrumpió― me parece demasiado extraño y ¿tenerlos en común? Tendríamos el primer caso de visión Onírica Conjunta, probada… y estaríamos ayudándolos en su estado físico, también…

― ¿Y qué ganarías con eso?

―Probar que el Hilo del Destino sí existe, quizás haya miles de personas intentando buscar medios para combatir estos estados…sin saberlo…sin entender lo que les sucede…enfermando, muriendo…

―Sería un caso entre mil millones…

―Seguiría siendo un caso. Cada vida importa, Julius, y la vida de estos chicos es tan importante como la de cualquiera. ―sentenció.

Julius lo pensó unos instantes, sujetándose el puente de la nariz con las manos. Leika retuvo la respiración.

―Está bien…Está bien… ¿Qué necesitas? ―dijo el hombre al fin.

―Todo sobre el chico, sus registros, todo lo que haya dicho sobre el sueño. ―dijo Leika inmediatamente.

―Entiendo…aunque sería agradable que borraras esa molesta sonrisa de tu rostro…

~
Una vez que Roxanna entró en el consultorio y cerró la puerta tras de sí, Leika dejó todos los papeles que estaba leyendo y corrió a ayudarla a sentarse. La chica no dejaba de temblar y amenazaba con desmayarse en cualquier momento.
Luego de que Julius se fuera, Leika había tenido la oportunidad de drenar toda su emoción, y ver a Roxanna en ese estado le afectó mucho mas de lo que debería…
― ¿Qué pasó? ―susurró la doctora mientras la recostaba en el sofá.
―Tonterías…―escupió Roxanna― Lo de siempre…mamá y papá agotándome la paciencia…a veces agradezco estar tan débil…
―Esa retención de emociones puede ser lo que te está causando esto, Roxanna…
―Ya intentamos eso…―suspiró la chica― Leika…olvidé tomar la pastilla anoche…
La doctora puso los ojos como platos.
―No recuerdo nada― culminó la chica― Necesito hacerlo…
―Roxa…
―Comienza de una vez, por favor…me preocupa…―frunció el ceño.
― ¿Qué te preocupa? ―susurró la doctora.
Roxanna lo pensó por unos segundos. 
―No lo sé… demonios…―se puso el par de manos esqueléticas sobre el rostro―Es como si sintiera algo…o a alguien…pero está tan confuso… Necesito averiguar qué es…―bajó sus manos y miró a su psicóloga― Lo extraño.
La mirada de Leika fue una mezcla de dolor y culpabilidad irracionales, no podía soportar el hecho de no poder ayudarla…pero ahora encontraría la solución.
Para Roxanna, la luz roja de la cámara marcó el inicio de un nuevo sueño…

Separarme de la seguridad que me proporcionaba Caleb cada mañana a través del muro era algo doloroso y desesperante, durante dos años, tenerlo “a mi lado” sin duda se había vuelto adictivo…pero ahora él sufría algo que no le correspondía y eso me molestaba cada vez más.
Quizás, el revelarle mi nombre es algo de lo que sin duda no dejaré de arrepentirme a lo largo de toda mi vida, ya que con eso lo había arrastrado a vivir mi propio infierno cuando él tenía que batallar con el suyo…Pero todo eso no era sino culpa de mi desquiciada madre…
…O no de ella, sino de la Sibila quien le confesó que su tercera hija, la primera en formarse, la última en salir del útero sería quien atravesara su corazón con una daga de cristal y traería consigo la salvación de Ankathya… vaya que cliché más problemático.
Suspiré, mientras atravesaba el jardín y masajeaba mis hombros adoloridos con ambas manos. El hecho de que mi madre me condenara con las “alas asesinas” se me hacía de lo más irónico…pero hace poco leí sobre lo poco que viven los seres con «mi» maldición…y el hecho de tener que luchar contra miles de demonios tentadores cada noche y reprimir el deseo constante de extender mis alas y comenzar a asesinar y…ehmm…devorar, masas ocasionaría el suicidio de cualquiera.
Gracias a Caleb y a mi padre, sólo me afectaba la mitad de lo que me debería afectar, pero aun así era bastante molesto y ver el rostro sonriente de mi madre rodeada de sus hermanas y sobrinas…simplemente me hacía reventar de ira incontrolada.
Rux…llamó mi madre al presentir mi llegada.
La miré con los ojos entornados, odié el hecho de compartir su cabello color del fuego y sus labios por siempre carmesíes, pero claro, los genes de una Harpía son difíciles de combatir.
Rux…repitió al ver mi molestia ¿Has visto a  Charlotte, de casualidad?
Puse los ojos como platos al ver su pícara mirada y su sonrisa…
Charlotte…susurré angustiada en cuanto las imágenes ha había visto el día anterior se aglomeraron en mi mente…
Mi padre me había llevado a su despacho, donde una burbuja gigante de plata se alzaba sobre el suelo, haciendo de una especie de espejo gigante, poco a poco, la imagen de la esfera dejó de reflejar la habitación…para ocupar la imagen de mi hermana Alexa y mi madre, quien había revelado su verdadera forma…en lugar de sus brazos, se extendían enormes alas amarillentas, en los bordes de cada pluma se extendía una línea marrón oscura que les daba un aspecto sucio y repugnante…
Sus alas ahora tenían apresada a Alexa, quien gemía sin cesar, llorando desconsolada y pidiendo perdón sin cesar, todo su cuerpo temblaba, sus ojos violeta estaban llenos de lágrimas, en tanto mi madre acercaba su boca a la suya y aspiraba algo de su cuerpo, algo que hacía que mi hermana se retorciera de dolor y gritara hasta más no poder…
De imaginarme a Charlotte en esa situación me hacía querer vomitar, Charlotte quien siempre admiraba a nuestra madre, quien siempre la seguía, le llevaba flores y pretendía alcanzar su poderío…
No…susurré.
Salí corriendo, llamando a mi hermana desesperadamente. La imaginaba justo como Alexa, con los ojos volteados hacia atrás, agotada y enferma de tanto gritar y llorar…despertando en su cama sin recordar absolutamente nada, gracias a mi padre.
¡CHARLOTTE! grité con todas mis fuerzas, escapando de las imágenes de mi mente.
Corrí sin parar y casi me tropiezo con la tela aparatosa de mi vestido, hasta que llegué a la habitación de mi madre con rapidez, la puerta estaba abierta, y justo en el centro, desparramada y respirando con dificultad, estaba Charlotte.
La refugié en mis brazos, como si fuera una niña pequeña. Comencé a llamar a mi padre a gritos, en cuanto Charlotte desapareció de mis brazos…
Me di la vuelta, mi madre la tenía alzada por la nuca con una sonrisa asquerosa en su rostro, me tomó un segundo darme cuenta del público que tenía tras de sí, seis mujeres que imitaban su gesto, no tuve tiempo de detallarlas a profundidad, de sólo observar sus rostros ya me generaba una gran repugnancia.
Sentí como mi cuerpo comenzaba a vibrar, como mi cabello se alzaba, como mis ojos cambiaban de color…la habitación comenzó a moverse…
Suéltala…mamárugí.
Oblígame…mi querida hija, sé fuerte…
Las alas comenzaron a reptar por mi espalda como serpientes, buscando salir a como dé lugar,  la magia natural de mi existencia se acumulaba en mis dedos, calentándolos…
Suéltala…gruñí una vez más, controlándome Por favor…por favor…
No.
Por…favor…respiré profundo, sentí cómo las cosas a mi alrededor se elevaban. Por favor…suelta a mi hermana, necesita descansar…
No…
¿Mamá?
La voz de Charlotte  me hizo perder el aliento.
Buenos días cariño…susurró mi madreY buenas noches también…la arrojó tras de sí, el grito de mi hermana me hizo romper los estándares… 
Todo vibró, comencé a invocar a los demonios con los que soñaba cada noche, este sería su momento…su hora…tenían que comer…
Los gritos de mi hermana cesaron repentinamente.
¡BASTA, RUXANDRA! la voz de mi padre quebró la estancia.
Me dejé caer de rodillas, temblando, en cuanto mi padre apareció junto a mi madre con Charlotte en brazos. Había llegado a tiempo.
Son tus hijas…siseó mi padre mientras entraba y me tomaba bruscamente por el codo, casi me pongo a llorar No monos de circo.
Son una amenazarespondió mi madre. Sus allegadas se habían escondido una tras la otra, aterradas.
Tú eres la amenaza. culminó.

En cuanto salimos, mi padre me hizo caminar a rastras hasta llegar a la habitación de Charlotte, luego me soltó y me empujó mientras acostaba a mi hermana. Me quedé donde me dejó, temblando desesperada. Me tomó nuevamente y me obligó a salir antes de encararme…
¡¿En qué demonios pensabas, Ruxandra?¡
Contraje la expresión.
Perdí la paciencia…susurré muy bajo.
  ¡ENTONCES NO LA PIERDAS! rugió y luego respiró para calmarse Escucha…lo lamento, pero debes ser fuerte, Ruxa…no debes dejarte tentar de esa manera…
Lo siento…murmuré.
Debo irme.
Lo miré con los ojos como platos.
¡No! exhalé Aun…aun...no estoy tan calmada como para… me tomó por el hombro con dulzura.
Sonrió.
Ve con tu amigo del muro…por favor, le ordenaré a su padre que le dé el día libre hoy…
Aguanté la respiración.
Gracias, papá…suerte con el Rey. farfullé con una sonrisa, reteniendo mis lágrimas.
Lo abracé por segundos y corrí al patio, tenía que llegar allí antes que Caleb y drenar todas las emociones antes que él estuviera lo suficientemente cerca como para percibirlas…cuando algo me despegó del suelo y me envió directo  a la tierra del jardín.
Mi tía me ha dicho que puedo jugar contigo…dijo una voz diminuta.
Me levanté rápidamente, ante mí, había una pequeñuela de cabello purpureo     muy corto, rostro redondo y córneas negras con iris rojizos. Una abominación que me llegaba a la altura de la cadera.
Vamos a jugarrió y me lanzó nuevamente al suelo sin mover un músculo.
No…murmuré levantándome No quiero jugar contigo…
Mi paciencia se agotaba, pero mi raciocinio le ganó en toda medida. Utilicé un hechizo simple y sencillo, sin invocación alguna, para hacer crecer las rosas a mí alrededor y envolver a la pequeña criatura en una jaula espinosa.
Cerré  los ojos con delicadeza y moví mis manos por el suelo, concentrándome en las plantas que me rodeaban…debía llegar pronto, ya mi padre podría haberse ido…
La niña comenzó a reír sin parar mientras se acercaba a mí, las vibraciones de sus pisadas sacudían levemente la tierra, en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, los tallos de rosa emergieron del suelo, obedientes, formando la jaula a su alrededor. Me puse de pie antes de que la pequeña, asustada, comenzara a exhalar un nombre extraño que no pude identificar…
Ya le había dado la espalda cuando presentí la bola de fuego que se dirigía hacia mi…
Me paralicé por completo, la bola venía a toda velocidad…iba a acabar conmigo, o si no lo hacía, sin duda habría uno que otro daño irreparable, puse los ojos como platos al darme la vuelta…
Cuando un escudo se alzó del suelo y bloqueó la bola por completo.
«Corre, Ruxa» la voz de Caleb en mi cabeza me tomó por sorpresa.
Corrí desesperada a nuestro lugar habitual  y apoyé las palmas sobre el muro.
Caleb…susurréCaleb…
¿Estás bien? exhaló, ese truco lo había dejado agotado.
Si…susurré muy bajo ¿Tu?
Mejor que nunca…mintió.
Cal…Cai…Cai…Caleb…sollocé. No pude aguantar más, me aplasté contra el muro y comencé a llorar con desesperaciónLo siento…lo siento…
Shh…susurró con voz triste. Demonios…no llores…no sé qué hacer…hizo una pausa Quiero abrazarte… ¿Puedo?
Paré de llorar por un instante.
¿Co…cómo? sollocé.
Así…
Cerca de mí, siempre había un árbol quien cubría nuestros encuentros, un sauce  llorón enorme cuya cortina de hojas daba paso a un lago cercano…ahora…las   hileras de hojas de aquél buen amigo se alzaban hacia mí, llamándome…
Me  levanté y me dejé envolver por aquellas frías hojas que con dificultad adquirieron un calor muy  humano, me molestó el hecho de no poder, ni saber cómo corresponderle...
Gracias…sollocé

Al despertar, Roxanna lloraba con pesadez. No necesitó la orden de Leika para salir del trance.
―Está cerca…―susurró Roxanna, sollozante― Lo quiero…tengo frío…lo quiero…
―Es suficiente, Roxa…debes descansar. ―sentenció la doctora sin ánimo en la voz.  







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